Los últimos partidos en el Santiago Bernabéu se parecen mucho entre sí: goleadas que se definen en el primer tiempo. Hubiese sido interesante ver al Espanyol jugar con Asensio y Burgui, excluidos del partido por esas cláusulas irritantes que impiden participar a futbolistas cedidos contra su club de origen. Sumadas a la lesión de Felipe Caicedo, las bajas blanquiazules descompensaron definitivamente un duelo que no ha registrado una sola victoria barcelonesa en Chamartín en los últimos 20 años.
La tradicional amistad entre ambos clubes sigue desarrollándose sin disgustos deportivos: el equipo de Constantin Galca fue vapuleado por segunda vez en la temporada por el Madrid y no puso en ningún aprieto a los locales hasta la parte final del partido. Fue una superioridad evidente desde el minuto uno, cuando Marcelo remató alto una buena jugada de un James notablemente activo y enchufado, empeñado en convencer por fin a la afición de que está en forma. El colombiano jugó 90 minutos seguidos por primera vez en muchas jornadas y fue de los más destacados.
El portero debutante del Espanyol, el debutante Arlauskis, había recibido ya tres goles en un cuarto de hora y debió de arrepentirse en algún momento de no haber optado finalmente por el baloncesto. Tanto él como sus compañeros quisieron que pasara el tiempo cuanto antes. Benzema, como siempre, había abierto el partido en el minuto 7 a pase de James. Por aquel entonces, Carvajal se había adueñado ya de la banda derecha; Zidane, siempre de pie en la banda, insistía para que le hiciesen llegar la pelota y hacer trabajar a los 'periquitos'. El penalti clarísimo de Roco a Cristiano tres minutos después rompió casi defintivamente el partido. James, que había empezado el partido como una bala, certificó la goleada al cuarto de hora y anunció otro resultado escandaloso.
Partido de guante blanco
El Espanyol, ya perdido el partido, se acercó al área de Keylor Navas en jugadas rápidas, pero nunca disputó la autoridad del partido al local. Su respeto fue máximo en un partido sin apenas fricciones que terminó (incomprensiblemente) con siete tarjetas amarillas por obra y gracia de Hernández Hernández.
Es inevitable que estos partidos tan descompensados no decaigan, pero el Madrid siguió entrando por las bandas y moviendo el balón, animando al público con algún 'slalom' de Marcelo (en una forma extraordinaria) o detalles de Modric, el cerebro del equipo. El Madrid no llegó a aburrir nunca, pese a la distancia sideral entre ambos equipos, y el público se comió el bocadillo eufórico con el golazo de Ronaldo en el minuto 45. (Un minuto antes, Navas había desbaratado la ocasión más clara de los visitantes, en los pies de Salva Sevilla). Como ante el Sporting, 4-0 en el descanso y los periodistas a escribir su crónica antes de tiempo.
Galca hizo un doble cambio tras el descanso y el Madrid salió algo frío, con los deberes ya completados, pero de buen humor y sin modificar su buena actitud: hasta Ramos y Varane se permitían alegrías en ataque mientras el equipo, sin prisa y sin pausa, volvía a cercar el arco del sufrido Arlasukis. Benzema y Cristiano ayudaban en defensa y Modric seguía siendo el guardían de las llaves. Todo pasa por el croata, beneficiado por el compromiso de la delantera en el repliegue y la progresiva recuperación de Kroos a su lado. Fue sustituido en el 62 mientras sonaba la ovación de la noche.
Minutos para Jesé, Casemiro y Lucas
El cuarto de hora siguiente pasó entre detalles de un Isco activo y las ganas de Ronaldo por seguir sumando tantos: al Espanyol, en dos partidos, le ha hecho ya ocho. Debutaron Casemiro y Lucas Vázquez en la era Zidane y el costarricense Navas tuvo alguna intervención de mérito ante la calidad de Hernán Pérez, que trató de aprovechar la relajación del último tramo. Sin embargo, sería el portugués quien haría valer su pólvora para completar su 'hat-trick' a pase de Jesé. Después Duarte anotó en su contra el sexto y definitivo tanto y el Bernabéu despidió muy contento a sus hombres tras el empate en Sevilla.
Las señales merengues son muy esperanzadoras, pero la incógnita permanecerá hasta que lleguen, por fin, partidos realmente complicados para un equipo que se muestra indudablemente renovado y más dinámico. Faltan todavía unas pocas semanas para despejarla.