Zinedine Zidane no da grandes titulares y a veces se expresa (en español) de una forma sorprendentemente ingenua, pero en los últimos días ha querido dejar muy claro que el problema del Real Madrid no es solamente físico: "Es mental", insiste el francés; "hay que meter más la pierna".
La pregunta gobierna las conversaciones en (y sobre) el club merengue desde hace un año: ¿cómo explicar que un vestuario de 22 futbolistas extraordinariamente bien pagados y sin ninguna otra obligación que entrenarse y jugar a la pelota sea incapaz de afinar su condición física y, para colmo, siga mostrando una irritante falta de vigor y actitud en momentos difíciles?
La derrota ante el Atlético y el adiós definitivo a la Liga (su último título fue en 2012) colocan al equipo al borde del precipicio: sólo una victoria imprevista en la Champions League avalaría a un vestuario cuyos caprichos y bajo rendimiento enfurecen a la afición y colocarían a la directiva (además de al técnico) en una situación límite si el destino quiere que los blancos sean eliminados en cuartos de final del torneo europeo. Pero incluso en caso de victoria queda demostrado el mal diseño de un vestuario que no ofrece recambios para Benzema y Marcelo y que debe recurrir al canterano Borja Mayoral, ante la ausencia de '9' puros, para afrontar el tramo fundamental (angustioso) de la temporada.
El presidente, Florentino Pérez, cambió a Carlo Ancelotti por Rafa Benítez para regenerar a una plantilla físicamente deteriorada que se desinfló completamente tras las Navidades de 2014. La jugada no salió bien, y si algo han demostrado los primeros tropiezos post-eufóricos de la era Zidane es que Benítez no era el problema: el equipo se muestra más unido, sí, pero adolece de intensidad y continúa sin desplegar un estilo de juego reconocible.
James, el gran señalado
La campaña está siendo un infierno para la estrella colombiana, que ya en la Copa América de junio de 2015 mostró un pésimo estado físico con la selección colombiana (gran decepción, cómo él, del torneo). Perjudicado (como varios compañeros) por un par de lesiones inoportunas, las continuas filtraciones sobre su peso y vida nocturna, más algún lance desafortunado con la policía, colocan el cartel de "transferible" sobre el mediapunta cafetero, autor de golazos que no terminan de justificar la irrelevancia general de su descomunal talento.
El fin de la 'iscomanía'
Francisco Alarcón, 'Isco', jamás olvidará el 27 de febrero, cuando oyó por primera vez silbidos por su juego y el público del Bernabéu comprendió que sus arabescos en zonas intrascendentes del campo no compensan su baja productividad goleadora, su ralentización del juego, su declinante aportación defensiva y una sensación prolongada de inconsistencia. Sólo un milagro puede mantener al andaluz en Concha Espina tras tres temporadas en los que no ha pasado de los destellos fugaces.
Ya no hay 'intocables': Ramos y Cristiano
Tras la marcha de Iker Casillas el pasado verano, la directiva madridista reforzó el rol de Sergio Ramos en el club: fue nombrado capitán y pasó a ejercer definitivamente de colíder del vestuario (junto a Cristiano Ronaldo). La discretísima campaña del central andaluz preocupa incluso a aficionados no madridistas por la cercanía de la Eurocopa, donde formará previsiblemente el eje de la defensa con Gerard Piqué. Ha jugado menos minutos que ningúna otra campaña, anota menos goles que otros años y se le nota, en general, lento cuando se mide a delanteros de primera fila. La decepción de la directiva ante su rendimiento después de haberle dado todo lo que pidió en verano es ya de dominio público.
El caso de Ronaldo protagoniza titulares desde septiembre. A sus 31 años, pretendido todavía por grandes clubes, deshoja la margarita de terminar o no su carrera deportiva en Madrid y es consciente de que el Real Madrid contempla desde hace meses la posibilidad (hasta entonces inimaginable) de vender al máximo goleador de su historia. Su descenso de rendimiento es evidente y conocido, aunque conserve cifras de 'crack' planetario y sea el segundo mejor futbolista del mundo en la lista del Balón de Oro. La permanente comparación con Messi y sus vaivenes anímicos marchitan su papel de estrella excluyente.
La permanente incógnita de Kroos
El centrocampista alemán no ha llegado a ofrecer nunca en el Madrid su rendimiento en el Bayern de Múnich y la selección alemana, de donde llegó con el laurel de campeón del mundo y ofrecía un recambio idóneo para Xabi Alonso. El experimento, hasta ahora, ha dejado un sabor agridulce: admirado por muchos y resistido por otros tantos, nunca se le ha visto físicamente explosivo en este año y medio, carece del mando en el terreno de juego que exhibía el mediocampista tolosarra y este año es líder del equipo en pases realizados, pero la mayoría son en su propio campo. Modric le supera ampliamente en pases en campo contrario y presenta registros defensivos notablemente superiores.
Pepe, Casemiro, Arbeloa, Danilo (e incluso Jesé)
La edad de Pepe (33) y su menor participación en la campaña (es el central que menos ha jugado de los tres titulares, también lastrado por lesiones) facilita su inclusión en la lista de futbolistas prescindibles. Arbeloa, que jugará contra el Levante su primer partido de titular en Liga, finaliza contrato en junio. Casemiro, la gran 'revelación' del efímero Madrid de Benítez, ha desaparecido del equipo en los últimos meses y podría salir del equipo si se concreta el fichaje de un Pogba para reforzar la medular blanca (donde Kovacic sí ha convencido a técnicos, directivos y su afición en sus primeros meses de trabajo).
Danilo, un competente lateral que comenzó sin confianza alguna su andadura madrileña, ha sido silbado sistemáticamente por la grada desde octubre. Su evolución es inversa a la de Isco: el pasado sábado se mereció por fin algunos aplausos tras convertirse en el mejor jugador local del derbi (un símbolo de la grisura merengue). Aparenta ser un candidato a emigrar, pero su rendimiento es mejor, y más constante, de lo que parece.
Por último está el 'Bichito', Jesé, un protegido de Zidane que lucha por recuperar el estado físico previo a su lesión y ha anotado algunos goles (especialmente reseñable el de Roma) esperanzadores. Su falta de regularidad plantea, no obstante, incógnitas sobre si alcanza la suficiente calidad para ser delantero suplente en un equipo de la élite. Ha llegado la hora de la limpieza en el Santiago Bernabéu y a estas alturas ya no queda nadie que goce de inmunidad frente al análisis microscópico de un madridismo hastiado.