Podría haber empatado o incluso perdido, pero el Madrid se lleva a casa un resultado decoroso mientras se prolongan las dudas (y el interminable debate) sobre su discreto funcionamiento. Se presentaron los blancos en Gran Canaria con rotaciones, pero con una formación interesante (debut de Arbeloa como titular en Liga, Lucas titular en la punta derecha, Casemiro en el eje de la medular con Modric), y entraron por primera vez en el nuevo estadio de Gran Canaria con mucha actitud: presión arriba, ayudas y movimientos coordinados entre líneas.
Las Palmas (ya se sabía) no iba a regalarle la posesión de la pelota para parapetarse atrás y buscar la suerte al contragolpe: el equipo de Quique Setién ha salido de la zona roja de la tabla después de creerse en condiciones de disputarle el control del esférico a cualquiera. Y así fue: con la presión adelantada y carente de complejos, los isleños plantearon batalla con armas similares al club ‘galáctico’.
Los efectos no tardaron en verse. Keylor Navas volvió a salvar a su equipo (con 0-0 en el marcador) en un mano a mano con William José ya en el minuto 10: una constante en la temporada blanca. El Madrid quería recuperar la pelota lo más rápido posible, pero no lograba imponerse. Aunque sin grandes ocasiones, ambos equipos planteaban un partido interesante: de ritmo alto y nivelado, sobresalían inicialmente la categoría de Roque Mesa como cerebro ‘palmero’, la jerarquía de Modric en la construcción y el nervio de Lucas por la derecha. Un pase magistral del croata a Ronaldo propició la primera oportunidad clara de los merengues, en el 23, que detuvo Javi Varas en otro mano a mano.
Córner y gol de Ramos
Un minuto después, el capitán blanco cabeceó a gol un saque de esquina ejecutado por Isco desde la izquierda. Era el primer gol del sevillano en 4 meses. Por unos minutos dio la impresión de que el Madrid se hacía con el duelo por fin, con Bale ensayando cabalgadas en el camino hacia su punto máximo de forma. Lucas y CR7 daban señales intermitentes de su fácil entendimiento mutuo, Arbeloa volvía a cumplir en defensa y los aficionados volvían a comprobar la solvencia de Casemiro como centrocampista-bombero. Modric, el beneficiado, dictaba el tempo del encuentro.
Sin embargo, el equipo volvió a relajarse unos minutos y desaprovechó la inercia del tanto de Ramos. Se tomó, como otras veces, un pequeño descanso: de nuevo un partido sin autoridad permanente, desprovisto de la imagen de control que permite imaginar una supremacía en Europa. Llegó el Madrid al descanso con superioridad numérica en llegadas al área y disparos, pero la posesión estaba totalmente repartida. Las Palmas no había conseguido crear más ocasiones claras de gol, pero dejaba una buena impresión a su hinchada.
Siempre Keylor
Quizá es la flojera que nace de verse sin opciones en la Liga, pero el Madrid tampoco mató el partido tras el descanso (Isco volvería a ser sustituido por Kovacic al cuarto de hora para volver a reequilibrar un equipo que se había dividido por la mitad). Con Bale y Cristiano bien sujetos y un Carvajal más participativo, los merengues generaban juego sin demasiada profundidad, dependientes en exceso de Modric. Lucas se retrasó para conformar un 4-4-2, pero el Madrid no ahuyentó el sufrimiento. Navas volvió a aparecer a partir del minuto 60 (la tercera intervención fue providencial, aprovechando el excesivo preciosismo local) y Pepe vio una amarilla incómoda. Los blancos se habían metido detrás y empezaron a perseguir el balón. Dani Castellano, que había entrado en el minuto 46, llevaba a su equipo en volandas.
El ingreso de Kovacic mejoró al Madrid, que volvió a estar más compacto en el campo. Un tremendo disparo cruzado de Bale hacia el 70 animó a los suyos, mientras el árbitro cortaba conatos de conflicto en un partido que no perdió su intensidad en ningún momento pese a los vaivenes visitantes. Un error del colegiado en una cesión al portero (que no era) casi trajo el empate al marcador. Las Palmas siguió elaborando con paciencia, sin rifar la pelota, y metió al Madrid en su campo. Un oriundo de la tierra, Jesé, dio descanso a Bale cuando quedaba un cuarto de hora: no pudo lucir en su tierra.
Las Palmas mordía cada balón, pero daba en paralelo la sensación de llegar al final del combate extenuado. Había tenido su momento, pero sin cosechar el premio del empate. El Madrid decidió entonces aplacar el ímpetu canario con fútbol-control, de lado a lado. Permitió, no obstante, arreones finales; un ambicioso Setién metió a Araújo por un lateral para buscar la hombrada en los minutos finales, ya sin nada que perder, y el argentino malgastó una ocasión dorada nada más pisar el césped. El público podía irse satisfecho a casa y el Madrid había cumplido con su obligación. O al menos eso parecía.
El encuentro no estaba terminado ni mucho menos: Willian José empató el partido en el 87 tras un fallo colectivo en defensa y un minuto después Casemiro hizo feliz a Zidane con otro cabezazo, de nuevo a la salida de un córner. Treinta segundos después fue expulsado Ramos (el Madrid jugará contra el Sevilla el próximo domingo sin Pepe ni su capitán). Navas tuvo que volver intervenir otras dos veces antes del final. El combate, por fin, se concluía sin mayores desgracias para un equipo que sigue sin convencer. Probablemente el peor partido de la era Zidane. Una semana menos para los cuartos de final de la única competición que sigue importando.