Ángel María Villar lleva 28 años al frente del fútbol español y es uno de los hombres más poderosos en el 'deporte rey' a escala planetaria. Cuando llegó al poder, era propietario junto a su mujer de un par de inmuebles. Hoy, según informaciones publicadas por La Voz de Galicia, acumula un patrimonio de 3 dúplex, 4 pisos, 2 chalés, una casa y varias fincas.
¿Sorprenden tantas propiedades en un hombre que ingresa aproximadamente 150.000 euros brutos anuales por su labor federativa? Indudablemente. Pero no tanto si se tienen en cuenta las ganancias adicionales que se derivan de sus diversos cargos en la UEFA y en la FIFA (que, acumulados, le reportan ingresos calculados en más de medio millón de euros al año, sin que sea posible estipularlo con exactitud).
Las compras del matrimonio Villar, según el periódico gallego, se han multiplicado desde que es miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA (1998).
A todo trapo en la FIFA
El máximo dirigente del fútbol español mantiene una existencia muy cómoda en términos materiales. La federación le proporciona un coche de alta gama con chófer, y la FIFA le proporciona una vida a todo lujo: viajes a todo lujo, suites de mil euros la noche y un modo de vida muy alejado del común de los mortales.
"Ángel no sabe lo que es pagar nada. Vive en una burbuja, muy bien remunerado, a todo lujo, como si fuera un primer ministro de una gran nación", dice a La Voz de Galicia un miembro de la junta directiva de la federación que, como la mayoría, no quiere significarse, y que explica las reticencias de Villar a permitir otra gestión en su altísima remuneración y acostumbramiento al dinero y al poder.
Los privilegios del presidente federativo incluyen una historia inverosímil relatada en su momento en el programa radiofónico El Larguero, como recuerda el periódico gallego: cuando Villar iba a asumir el cargo, manifestó que pensaba vivir en Madrid (en un piso cuyo alquiler debería pagar la federación). Según el citado programa, Padrón (vicepresidente de la RFEF) no se lo alquiló; se lo compró a Jesús Gil con dinero de la federación. Pero el piso, en una operación que a Villar le pareció legítima, acabó siendo propiedad del dirigente bilbaíno.