Hace dos semanas acababa la carrera de Adam Johnson: de estrella emergente a convicto. El jugador era declarado culpable por sus ‘actividades sexuales’ con una joven de 15 años a sabiendas de que en Reino Unido la edad de consentimiento está fijada en 16. Entonces la prensa deportiva más amarilla inició una campaña para borrarle de la historia de la selección inglesa. ¿Cómo? Pidiendo a la Federación que le despojara de sus ‘caps’ de internacional (gorras conmemorativas por cada convocatoria con la selección) y de los registros.
El abogado de Johnson anunció la noticia: "Adam ha sido despojado de sus 'caps', algunos dirán que de la manera correcta. Tenía una carrera lucrativa que no podrá recuperar".
Mientras la selección de Inglaterra se apresura por borrarle del mapa a pesar de que sus apariciones no coincidieron con los sucesos delictivos, el Sunderland estaba informado de lo que ocurría y prefirió asegurarse la continuidad de su estrella. Aun así, la autocrítica más profunda de la federación han sido unas gorras y un intento por borrar su pasado.
Un año de complacencia
La víctima, una joven de 15 años, acudió a la policía por primera vez el 2 de marzo de 2015 pero tuvo que esperar más de 49 semanas para que el caso llegara a los juzgados. En ese tiempo fue acosada en las redes sociales: "Fue el peor año de mi vida. Me llamaban mentirosa y no tenía la oportunidad de defenderme públicamente".
El jugador, por su parte, comunicó al club todo lo ocurrido, pero según él la directiva y el cuerpo técnico le pidieron "seguir jugando"; en ese tiempo ganó 2,96 millones de libras, participó en 28 encuentros y marcó dos goles.
En Inglaterra todos están satisfechos con el resultado final, por un lado se ha hecho justicia y por otro ya no 'ensucia' su selección. ¿Está todo en orden? ¿Importan más unas gorras que la complacencia de un club? Parece que sí.
Adam Johnson ha reconocido su culpabilidad y se han dado a conocer sus polémicas conversaciones y las búsquedas de su ordenador sobre la edad de consentimiento en Inglaterra. Pocas dudas por ese lado. El caso, además, también se ha llevado por delante a Margareth Byrne, que ha dejado su cargo de directiva del Sunderland tras admitir que Adam les informó en 2015: "Estoy muy arrepentida. Fue un fallo mío no suspenderle y causar daño a ella y su familia. Tanto el club como los aficionados tienen motivos para sentirse dolidos con Adam Johnson".
¿Qué papel juega la Federación en todo esto? Eso mismo se pregunta Peter Wanless, dirigente de la Asociación Nacional para la Prevención de la Crueldad Infantil: "Es muy preocupante que se antepusieran los resultados en el campo a salvaguardar al menor".
Las 'caps' son una forma de limpiar conciencias, ese convicto no tendrá las gorras en su casa y dejará de ser interesante para la prensa sin que nadie de la federación haya dado una explicación para la permisividad de un club Premier. ¿Qué sentido tiene quitarle sus 'caps' si no se busca una respuesta más profunda que de verdad tenga influencia en el caso? La FA está haciendo ese regate innecesario que contenta al aficionado facilón pero que carece de sentido.
Las ‘caps’ que no molestan
Situando todo cronológicamente, la última convocatoria de Adam con la selección llegó en octubre de 2012 y los sucesos que le han llevado al juzgado se iniciaron con una conversación por Facebook el 31 de diciembre de 2014. La FA ha optado por la solución fácil y pasiva. La discrepancia temporal puede entenderse como una cuestión moral pero también cobra tintes de hipocresía.
A partir de ahora Adam Johnson no figurará como internacional en las estadísticas oficiales de Inglaterra, aunque sí lo harán sus goles ya que a efectos UEFA no se pueden ‘borrar’, de esta forma el registro quedará como 0 partidos de internacional y dos goles.
Allá por 1999, cuando el también internacional Graham Rix pasó 12 meses en prisión por tener relaciones sexuales con una joven de 15 años nadie fue a pedirle sus 17 'caps'. Es más, pese a que la Federación le desaconsejó para cargos relacionados con menores de 16 años, el Chelsea le devolvió su cargo de entrenador de las categorías inferiores.
Quizá en aquella época la opinión pública no era tan visible sin las redes sociales, pero las gorras que están o no terminan siendo el factor que menos importa. La Federación y muchos de los medios que se han mostrado como defensores del purismo del fútbol inglés están felices con sus gorras y el silencio, que es menos incómodo que afrontar lo que puede ser un problema.
Otros casos del fútbol inglés y la justicia
Hay otras situaciones con grandes interrogantes en el fútbol inglés. El más mediático ha sido el de Ched Evans, condenado a cinco años de cárcel por violación. El jugador nunca ha admitido los cargos, de hecho sigue apelando la sentencia pese a estar en libertad desde 2014. “Quiero limpiar mi nombre”, repite una y otra vez.
No es de extrañar ya que cada intento por volver a los terrenos de juego se ha visto frustrado por los patrocinadores de los equipo interesados y la presión social ha hecho que se plantee marcharse a la MLS estadounidense si se demuestra su inocencia para buscar una segunda oportunidad lejos de la prensa británica.
El jurado le declaró culpable de violación, aunque él defiende que fue una relación consentida. Lo peculiar del caso es que Clayton McDonald, el otro futbolista que tuvo relaciones con la mujer justo antes que Ched, fue declarado inocente. Un caso que todavía está en los tribunales y el mes que viene se conocerá si se modifica la sentencia.
Otro caso polémico fue el de Lee Bowyer y Jonathan Woodgate, jugadores del Leeds United en el 2000, cuando fueron juzgados por una presunta agresión racista a un estudiante de origen asiático al que se refirieron en términos despectivos. Lee Bowyer salió sin cargos, pero Jonathan Woodgate fue declarado culpable de las lesiones del estudiante (nariz y pómulo rotos, fractura de pierna y heridas por mordedura en la barbilla) aunque evitó la cárcel a cambio de 100 horas de servicios a la comunidad.
En lo referente al caso de Adam Johnson, las únicas certezas son que la joven ha tenido que esperar un año que ya nadie le devolverá, que Adam Johnson es culpable reconocido y que nunca unas gorras importaron tanto.