No hace falta más que repasar los enfrentamientos directos desde 2012 para darse cuenta de que favorecen a los blancos. Incluso el curso pasado, tras la consecución de la Décima y dominar con autoridad la primera parte de la temporada hasta la consecución del Mundialito, el equipo sólo se vino abajo por las lesiones, en especial la de Modric. De nuevo con el equipo completo, fue al Camp Nou y zarandeó al Barcelona en el primer tiempo igual que lo hizo ayer en el segundo. Pero les falló la puntería y los azulgrana les dieron la puntilla jugando al contragolpe, su seña de identidad en estos tiempos.
Un Barça a la contra
Aquella noche los dos equipos dejaron sobre el césped las evidencias de lo que eran y de lo que vendría. El Barça de Luis Enrique es letal a la contra y así se maneja contra los grandes. Lo hizo las semifinales y en la final de la Liga de Campeones. Más que a Guardiola me recuerda a Luis Aragonés. Y si no controla desde el contraataque, sufre. Sufrió contra el Atleti hace nada y perdió contra el Madrid ayer.
Y el Madrid hizo lo que le hemos visto tanto en los últimos tiempos. Cuando están todos y en buena condición es tan bueno como el que más. Y no crean que me he venido arriba con la victoria. En realidad, es un lamento crítico de lo que podría ser y no es. El Barcelona tiene un estilo asimilado y una estabilidad que les fortifica y les permite ser más regulares. Enfrente, el eterno rival se mueve a impulsos de raza y fogonazos de individualidad. Y el sábado volvió a quedar patente.
Al Madrid de los últimos años le ha traicionado la falta de equilibrio y la condición física. Me consta que Zidane está sometiendo a sus jugadores a entrenamientos más exigentes en busca de la mejora en esta faceta y parece que ha encontrado con Casemiro la solución que buscaba al desajuste de tanta acumulación de figuras fuera de su sitio. No es por seguir sacando pecho, pero escrito está en esta columna: Casemiro y Slaughter cuestión de equilibrio.
En busca del nuevo Slaughter
Y ya que citamos al baloncesto, el Madrid no ha encontrado esta temporada el Slaughter de la pasada. Esperemos que después de la clasificación del Barcelona y del Baskonia, los blancos no termine quemándose con el fuego del triple tras caminata de Bertans. La infracción fue tan clamorosa que uno se pregunta cómo los árbitros no la vieron y, sobre todo, por qué el Instant Replay del que presume el baloncesto está tan limitado a juzgar si quien tiró pisó o no alguna línea; quién tocó el balón en último lugar antes de salir fuera; o si determinada acción está o no dentro del tiempo regulado.
Tenemos la costumbre de copiar la NBA sin cuestionarnos a fondo la validez de lo que hace. En este caso, la reglamentación de su Ojo de Halcón descafeinado. Esto nos lleva a situaciones tan absurdas como la del viernes, donde tras la repetición comprobamos que Bertans tira sin pisar la línea, que la canasta está dentro del tiempo, pero que más que un jugador de baloncesto parece Miguel Ángel López: 4 apoyos, cuando lo permitido son dos. O como la que vemos en otras ocasiones, cuando el último jugador en tocar el balón es uno que no puede sujetarlo porque un contrario lo está agarrando, pero la decisión arbitral solo puede limitarse a impartir injusticia: señalar fuera en contra del último en tocar la bola, aunque esté a punto de perder un brazo.
Si lo que se trata con la implantación de la tecnología es hacer del deporte un ámbito lo más justo posible no tiene mucha explicación que no se imite lo que ocurre en otros deportes como el rugby, el fútbol americano o el tenis, en los que las imágenes permiten rearbitrar acerca de todo lo que ofrecen. Claro que vista la televisión oficial de la Euroliga, no parece ser éste el propósito que la mueve. Colocar la jugada como la mejor de la jornada es tanto una bofetada al juego limpio como una declaración de intenciones: hace un tiempo vi con sensación de vergüenza ajena como la NBA, por mor de la mercadotecnia, colocaba entre las mejores jugadas un mate de LeBron James en el que daba cuatro pasos. Hoy, siento vergüenza propia.