El fútbol, a veces, es capaz de ofrecer al ojo humano momentos únicos e históricos: el escorzo de Cruyff, el penalti indirecto de Messi, la volea de Zidane en Hampden Park, el gol de Maradona en México '86… Sin embargo, entre todo ese alud de adornos que concede el balón, hay uno que por repetitivo no deja de asombrar. O de sorprender. O de lo que quieran. Y además se da cita rutinariamente en las gradas, con tipos que aguantan de pie (o sentados) entre banderas, asiendo las palmas y apoyando sin importar el lugar en el que su equipo esté en la tabla. Así ha sucedido siempre en el Glücksgas-Stadion, el templo del Dynamo de Dresden, glorioso en los tiempos de la RDA y maldito tras la reunificación alemana. Y ahora, tras 25 años, libre de deudas que lo aten a los grilletes de la tercera división, donde milita y es líder.
El Dynamo de Dresden, para aquellos que no lo encuentren en la memoria, calibraría su equivalencia con Oviedo y Cádiz -y siempre aceptando que las comparaciones son odiosas-. Fue un histórico de la RDA y lo sigue siendo en la Alemania actual, que lo espera y lo desea, lo reclama y lo bendiga. Y, por fin, tras el anuncio de que el club ha acabado con los números rojos, lo contempla como alternativa de futuro. O, al menos, así lo reza el comunicado mandado a los medios a finales de marzo: “Hoy es un día histórico para esta institución deportiva. El Dynamo, por primera vez desde hace 25 años, está de nuevo libre de deudas. Nosotros hemos pagado los 2'2 millones que debíamos y ahora podemos sentar las bases para el futuro”, declaró Robert Schäfer en su último día como director financiero de la entidad.
El logro, aunque individual, es una suerte para el fútbol alemán, que gana a corto plazo un futuro equipo para la Bundesliga (marchan primeros ahora en la tercera división) y, sobre todo, a una de las mejores aficiones de toda Alemania. ¿Quieren una muestra? La tienen en el vídeo que se adjunta en este artículo, antes del partido contra el Magdeburg, uno de sus grandes e históricos rivales. En dicho partido, sus aficionados expusieron ante Europa el mayor tifo realizado en toda la historia del viejo continente.
El Dynamo es presente y futuro de Alemania, pero también es pasado (de ahí que se le catalogue como un histórico). En concreto, y echando la vista atrás, el equipo comenzó siendo el Dresdner SC, un club que perteneció entre muchos otros propietarios a Rudolf Harbig, atleta alemán y oro en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 en 800 metros. Sin embargo, esa entidad, germen del actual club, cambió de nombre reiteradamente y en función de los intereses particulares de los gobernantes de cada época. Así, durante el nazismo, fue renombrado como SG Dresden-Friedrichstadt y tras la Segunda Guerra Mundial mutó en Sportvereinigung Volkpolizei Dresden (algo así como el club de la policía) y poco después, en 1953, fue bautizado de nuevo como SG Dynamo Dresden.
El club, por aquel entonces, ya estaba controlado por el Stasi, pero eso no le aseguró su existencia. Erich Mielke, jefe de la policía política, desintegró aquel equipo en Dresden y fundó el Dynamo de Berlín a su imagen y semejanza. ¿Por qué? Según su teoría, el club más fuerte de la RDA debía estar en la capital. Y así fue. Desde entonces, aquel equipo dominó la Oberliga (primera división) con ayudas arbitrales incluidas, conquistando diez campeonatos consecutivos.
Pero, en ocasiones, ni siquiera el poder es capaz de constreñir las arterías de la resistencia. Y así fue. El Dynamo de Dresden, que pasó a ser un equipo 'ascensor', se hizo con ocho títulos de Oberliga y siete de Copa antes de que cayera el muro (y a pesar de los árbitros). ¿El motivo? Entre muchos otros, su afición, que reunía en el estadio a 25.000 personas cada partido, muy por encima de la media de la época (15.000) y que se sobrepuso, entre otras muchas cosas, al despido de Peter Kotte, Matthias Müller y Gerd Weber. Todos ellos expulsados como traidores por su intento de fichar por el Colonia, en la República Federal Alemana.
Un recorrido, el del Dynamo de Dresden, que creyó acabar (o respirar) con la caída del muro. Sin embargo, no fue así. Tras exhalar el aire de occidente, ya como Dynamo de Dresden FC, entró en Bundesliga, pero cayó a la tercera división poco tiempo después, en 1995. Entonces, su presidente entró en prisión por fraude y el equipo se hundió ahogado por las deudas. Hasta hoy, cuando parece que puede volver a resurgir después de dar muchos tumbos, a un paso del ascenso a segunda, con más de 30.000 personas acariciando el corazón del equipo, y de nuevo bajo el nombre de Dynamo de Dresden SG -así lo quisieron sus socios en 2007-. Ahora le toca volver empezar a la perla de la Florencia del Elba, pero esta vez con correspondencia para toda Alemania. Sin policía, fraudes, deudas ni historias de espías de por medio.