Nunca antes en los más de 60 años de la Copa de Europa había habido una final con dos equipos de la misma ciudad. Por países, solo España (2000, Real Madrid - Valencia), Italia (2003, Milan - Juventus) y Alemania (2013, Borussia Dortmund - Bayern) habían copado la final de la máxima competición de clubes.
En 2014, Madrid hacía historia y conseguía meter en la final a sus dos equipos. Y, por si alguien no se hubiera dado cuenta del poderío futbolístico de la capital de España, se repite dos años después. Otro Real Madrid - Atlético. Otra final madrileña. Esta vez en Milán. El 28 de mayo.
La magia del fútbol y el destino han querido que la rivalidad de la capital de España se traslade esta vez a Milán. Es el duelo de 10 Copas de Europa contra las ganas por la primera. El duelo entre dos sistemas muy distintos, entre equipos consolidados ya, pero con diferencias al entender cómo se debe ganar.
Pero, por encima de todo, es un duelo que tendrá a Lisboa como modelo. Para unos, porque les trae el mejor recuerdo del siglo. Para los otros, porque tienen dos años después una oportunidad para cerrar la dolorosa herida del gol de Ramos. ¿En qué se parecen? ¿En qué se diferencian desde entonces?
El Atlético ya no es un novato
El Atlético llegará a Milán sin ser ya un novato, de lo que pecó en Lisboa. La filosofía es la misma, pero la cabeza puede ser diferente. Este Atlético ha crecido también en esas cosas 'minoritarias', pero que acaban notándose en un partido de fútbol.
Sirva como ejemplo algo tan simple como parones en el juego que dejan frío al rival. Es lo que hizo en Múnich Oblak, que viendo el asedio que sufría el Atlético, simuló tener una lesión, paró el partido tres minutos y paró el arreón del Bayern. Es eso lo que le faltó en Lisboa, donde los rojiblancos no supieron jugar el tiempo de descuento.
Allí el Real Madrid lanzó dos saques de esquina consecutivos. Nadie paró el juego, nadie se tiró a simular una lesión, nadie fue un pícaro. Además, remató solo Sergio Ramos en el minuto 93, en una muestra de que al Atlético les pudo la situación. No estuvieron preparados para los momentos de máxima tensión. Ahora ya sí.
Diferencias en el estado físico
No es que haya llegado el Atlético al 100% al tramo final de temporada, pero sí que está mucho más fresco que en 2014. En aquella ocasión llegó 'tieso' a la final de Champions y bien lo notó durante el partido.
Primero, con Diego Costa, al que forzó con el famoso tratamiento con placenta de caballo y que tuvo que cambiar en el minuto 9. Después muchos de sus jugadores llegaron al límite a la prórroga, donde el estado físico les llevó a ser arrollados 3-0 en el tiempo extra.
Esta vez es diferente, aunque el tramo final de temporada es muy parecida, ya que están en la final de la Champions y luchando por la Liga. Pero, como recordaba Simeone tras su pase en Múnich, este año tendrán dos semanas entre el final de Liga (que el Atlético juega ante el Celta en la última jornada) y la final de Milán.
En 2014, el sábado 17 de mayo, fueron al Camp Nou en un duelo a vida o muerte. Empataron (1-1) y ganaron la Liga. Eso también llevó festejo en Neptuno. Más cansancio. Siete días después, llegaron a Lisboa agotados. Esta vez es diferente porque habrá 14 días entre un partido y otro. Si ganan la Liga, podrán festejarlo y preparar durante 10 días la gran final.
Zidane: de segundo a primero
La temporada en el Real Madrid ha sido muy rara. Comenzó Benítez y la acabará Zidane. El francés, que no fue capaz de ascender a Segunda División al Castilla, llegó más porque no había otro que por méritos. Y en cuatro meses le ha metido en una final de Champions. Y más que cuatro, le valió con uno: abril.
El 2 de abril ganó en el Camp Nou (1-2) y a partir de ahí arrancó el mejor Real Madrid en año y medio. A un punto de la Liga, cuando llegaron a estar a 10, están también en una final de Champions. Pocos podrían haber apostado por esto hace algo más de dos meses. Pero el fútbol, otra vez, demuestra ser imprevisible.
La final de Milán si tendrá algo de paralelismo con la de Lisboa. El Real Madrid llega tras un año en blanco, con un entrenador en su primer año y también luchando por la Liga. Pero donde está la mayor semejanza es en Zidane. El francés ya estuvo en Lisboa. Era el segundo entrenador, y siempre se le consideró como el corazón de aquél Real Madrid, como un primer técnico. Ahora llega ya como líder, y no como segundo.