Rafael Benítez regresaba a Inglaterra, al lugar donde más se le ha valorado, para reconstruirse. Y como el tiempo corría en su contra después de lo que ocurrió en Madrid, no dudó en aceptar la propuesta del Newcastle. Del Bernabéu a St. James’ Park, para sentirse de nuevo importante y porque el club tenía potencial para ello: una plantilla joven y con talento, una de las aficiones más numerosas de Inglaterra, una de las infraestructuras más desarrolladas del país y, sobre todo, la Premier League. Benítez aterrizaba para volver a ser él, mejor dicho, para volver a ser respetado siendo él mismo, pero antes había un paso intermedio, una misión de 10 partidos: salvar al club, sin margen de error y con un calendario difícil.
La victoria del Sunderland frente al Everton certifica la caída del Newcastle. Rafa Benítez aceptó una misión difícil que no ha podido cumplir. No sabemos si seguirá, su contrato incluye una cláusula que le libera al descender, pero no parece descabellado que quiera reconstruir a un histórico para volver a encontrar su esencia. Desde su llegada el club mejoró y creyó en la salvación, pero fallaron en los momentos que valen divisiones: 1-1 contra el Sunderland, la derrota en el 93’ ante el Norwich, el empate a impotencia contra el descendido Aston Villa y más de un planteamiento inicial desafortunado.
Las batallas por el descenso no entienden de calidad sin trabajo, ni de banquillos. Hacen flojear a grandes, como Benítez, y aúpan a especialistas de la parte baja que jamás optarán a un club campeón, como Allardyce. Igual un año moldeando el Newcastle con plenos poderes es lo que necesita Rafa Benítez. De la Champions al Championship en apenas 5 meses.
La parte de culpa de Benítez
Alan Shearer, máximo goleador del Newcastle en Premier y técnico en el anterior descenso del club, defiende al español: “No se puede culpar a Rafa, me encantaría que se quedara. El problema han sido los fichajes”. Es cierto que en el Newcastle había muchas cosas mal antes de que el español cogiera las riendas, pero no ha conseguido dar con la tecla.
El paso de Benítez queda marcado por planteamientos iniciales que no funcionaron. En seis de los nueve partidos de Benítez su Newcastle encajó el primer gol del partido y no respondió hasta los cambios: contra el Sunderland empataron tras hacer tres cambios; contra el Norwich tras dos variaciones; dos también contra Southampton y una contra Liverpool. Además, todos esos cambios llegaban pronto. En tres días cambió al descanso, en uno en el primer tiempo y en la gran mayoría antes del minuto 55.
El otro gran pero de su gestión es la elección del delantero. La falta de gol ha mermado al Newcastle y sólo Aleksandr Mitrovic ha respondido de manera más acertada. Sus 8 tantos, uno por cada 216 minutos de juego, sólo admiten la comparación con Ayoze Pérez (6). Pese a ello, Benítez apostó y perdió dando la titularidad a Papiss Cissé. El senegalés ha firmado 3 goles en 21 partidos, promediando un tanto cada 322 minutos. Esto ha limitado el acierto del equipo; de hecho, cuando Mitrovic ha salido desde el banquillo con Benítez ha anotado tres goles y ha dado una asistencia.
El crédito de Benítez
En términos globales Benítez ha sido más solución que problema, con más tiempo habría puesto orden en el caos. De hecho, desde que llegó el equipo ha disparado más, ha recibido menos tiros, ha marcado más, ha encajado menos y ha puntuado más. Sólo faltaron más jornadas. La realidad es que con Rafa mejoraron, pero la misión que le encargaron ha fracasado, fuera más o menos sencilla.
Antes de Rafa Benítez el club ya había entrado en una dinámica negativa: sueldos altos y precios exagerados por jugadores jóvenes con mucho que demostrar. Un ejemplo de esos salarios es Jonjo Shelvey, fichado en enero por 15 millones de euros y que cobrará en Segunda, en caso de seguir, más de 100.000 euros semanales (más de 5 millones al año). A eso hay que sumar los fracasos de atacantes recién llegados este curso, como Thauvin, Saivet y Doumbia: los tres suman apenas 20 partidos para el club, 0 goles y 25 millones de gasto.
Tampoco acompañó la enfermería. Las bajas atrás dinamitaron las esperanzas de salvación. Benítez no pudo contar con Fabricio Coloccini, su central titular y capitán, cuya experiencia es vital para organizar la defensa ‘magpie’. Además de tener que alinear a su tercer portero las últimas semanas por las bajas de Krul y Elliott. Pero por encima de todo eso, el problema es mental, una clara desmotivación admitida por el central Jamaal Lascelles: “La culpa no es del entrenador que viene o el que se va, es nuestra. Sobre el papel nuestra plantilla es muy buena, pero nos falta corazón. Tenemos jugadores habilidosos, regateadores llenos de talento, pero no mostramos carácter. No importa lo bueno que eres si no luchas y tienes ambición”. Lo resumía el periodista Steve Claridge: “El Newcastle es la mejor plantilla que jamás haya descendido en la Premier, pero no lo han querido demostrar en el campo”.
Es una lástima que una dinámica tan negativa haya arrastrado al fango a un entrenador tan bueno como Rafa Benítez, pero eso no quiere decir que esté en el lugar erróneo para resurgir. Durante la etapa del español se mejoró, sólo faltó tiempo. Para el futuro tienen un gran equipo, una gran afición y puede que un talento fantástico dirigiendo. Sólo necesitan otra manera de hacer las cosas.