España se ha pasado cuatro años, desde el Mundial de Brasil de 2014, pidiendo cambios. Y quizás alguien debería haber escuchado. En cualquier caso, parece precipitado -incluso atrevido- dictar ya una sentencia sobre el pasado reciente de la selección o sobre su presente Pero lo cierto es que, concluida la era Del Bosque, ha dado comienzo la de Lopetegui. Y lo ha hecho conforme a lo establecido: sin alardes, pero dejando buenas sensaciones ante Bélgica (2-0). Con un gran Silva -suyos fueron los dos goles-, un Diego Costa que hizo su mejor partido con la ‘Roja’ y dos secundarios en otra época (Koke y Thiago) reclamando un sitio en el once futuro de Julen [Resultado y estadísticas: Bélgica-España (0-2)]



Lopetegui, en pocas semanas, ha acabado con el pasado fuera del terreno de juego mediante la no convocatoria de Iker Casillas y también lo ha hecho dentro del campo, con cambios y muchas caras nuevas en su once. No modificó España en lo sustancial. Es decir, mantuvo el estilo en este primer partido con Julen en el banquillo. Eso, de momento, no se toca. Lo que sí cambió fue la alineación de varios jugadores: Koke y Thiago, a la espera durante los últimos años, por fin han pasado a exhibir galones de titulares; Vitolo, que lleva tiempo reclamando un sitio, se doctoró por delante de los dos anteriores; y Diego Costa, sacrificado en otro tiempo, demostró que con espacios puede ser un hombre importante en un futuro reciente.



Pero España, a pesar de los cambios o del estreno de Lopetegui, sigue bebiendo del pasado. Puede querer comenzar una nueva época, pero su tiempo pretérito la condiciona. Y eso no tiene que ser necesariamente malo. Y no lo es, definitivamente, porque algunos de los guardianes del estilo, como Silva, siguen estando para tender puentes. ¡Y menos mal! Porque el canario dio una exhibición contra Bélgica. No sólo marcando el primer gol -aprovechando un pase de Vitolo rechazado por la defensa-, sino también moviendo al equipo, jugando entre líneas y propiciando ocasiones de gol. Y, de paso, recibiendo una ovación en campo rival. Más no se le puede pedir.



A él se le unirá Iniesta en un futuro próximo y unos ‘veteranos’ (Busquets, Piqué, Alba, Sergio Ramos…) que dieron un paso al frente en el estreno de Lopetegui. Podían haberse relajado, pero no lo hicieron. Jugaron como los nuevos. Es más, se comportaron como nuevos. Y así todo es más fácil. Si la vieja guardia recupera el aire y los que llegaban por detrás -sobradamente capacitados- dan un paso al frente, definitivamente España debería ser una de las candidatas para volver a pelear por el Mundial en 2018. Pero para eso falta mucho. Esto sólo ha sido un partido. Pero la ilusión y las ganas parecen haber vuelto. Sea por las caras nuevas o por lo que sea, el equipo vuelve a sonreír. Pero sin pasarse. La euforia puede esperar. Al fin y al cabo, también la Roja tiene experiencia en ello -parecen evidentes las razones. 

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