Hay una imagen que el fútbol español exportó a la sociedad como símbolo de la unión de España y Cataluña: Pep Guardiola abrazando a José Antonio Camacho en el éxtasis que provocó el gol de Alfonso Pérez Muñoz en el último minuto a Yugoslavia en la Eurocopa 2000, uno de los más recordados en aquellos años de penurias del combinado nacional.
Aquel abrazo eufórico simbolizó la unión entre dos ideas opuestas, tanto futbolísticas como ideológicas. Esa extraña pareja de seleccionador y jugador, tan diferentes en el campo como fuera de el, celebraban juntos la clasificación a cuartos en aquella Eurocopa y simbolizaba el vínculo entre España y Cataluña.
Por aquél entonces, en pleno 2000, ya se sabía que Guardiola era un convencido catalanista, como confirmó más tarde, pero dejó de lado sus sentimientos políticos para defender la camiseta de la selección española hasta en 47 partidos. Por lo menos fue profesional, como él siempre ha querido destacar, y participó de la mejor manera que pudo en un Mundial (1994), una Eurocopa (2000) y los Juegos Olímpicos de 1992 en el que ganó, con España, la medalla de oro.
Nadie le puede reprochar a Guardiola el buen ejercicio de su profesión con España, pero como ya se discutía por entonces, su afinidad política llevó al mismo debate que ahora mismo ocurre con Piqué.
La participación de Pep con España era un mero compromiso profesional, lejos de cualquier afecto a lo que significaba defender a España. Iba porque tenía que ir. "Las leyes nos decían que teníamos que jugar con la selección española. Me convocaban y tenía que asistir, pero no podía renegar de lo que uno siente, de lo que ama y yo me siento muy ligado a mi país, Cataluña, que es lo que siento dentro de mi cabeza y mi corazón", explicó Guardiola en una ocasión poco después de retirarse.
Fue tras colgar las botas cuando el catalán hizo más latente su rechazo a España y explicó la obligación que le había supuesto ir con la selección española mientras jugaba. "Si hubiera habido un estado catalán, habría jugado con Cataluña, pero cuando era futbolista no era viable. La selección [española] me convocaba e iba encantado de defender lo mejor posible mi juego", comentó en 2015.
Ese año, el actual entrenador del Manchester City combinó definitivamente el fútbol con la política y se sumergió en el proyecto de 'Junts pel Sí' para las elecciones de 2015. Fue una simple aparición sin ninguna trascendencia, ya que cerró la lista electoral, pero las intenciones estaban sobre la mesa.
Ya en su época como entrenador del Barcelona también se sumó al discurso independentista y cada vez que tenía algún problema lo sacó como defensa. "Nosotros somos de un país llamado Cataluña que pintamos poco", llegó a decir cuando el Barça llegó tarde a un partido a Pamplona, le beneficiaron al retrasar la hora de inicio y se justificó con ese argumento.
Guardiola, siempre fiel defensor de la Diada en su sentido reivindicativo hacía el referéndum, es socio de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural, dos de los organismos que han organizado el acto "Referèndum és democràcia". Y ha sido este domingo cuando se ha visto al Guardiola más reivindicativo.
"Pedimos a la comunidad internacional que nos ayude. Apelamos a todos los demócratas del mundo. Que nos ayude en la defensa de los derechos amenazados en Cataluña, como el derecho de expresión política y el derecho a voto", exclamó Guardiola en la plaza de Puig i Cadafalch de Barcelona. "Pedimos que nos ayuden a enfrentarnos a los abusos de un estado autoritario", añadió el técnico del City en un lenguaje casi bélico.
Idealizado por muchos aficionados, especialmente por los del Barcelona, Guardiola ha ido cada vez acercándose más a la política coincidiendo con los años en los que trabajó fuera de Cataluña. Tanto en Alemania, con el Bayern, y ahora en Inglaterra, con el City, ha ido acrecentando su apoyo al independentismo a la vez que bajaba su nivel en los banquillos.
Visto por muchos como futuro seleccionador español, parece imposible que un declarado independentista pueda representar más a España, el estado al que llama "autoritario". Guardiola, político y entrenador, marca el camino para futuros herederos con ese sentimiento catalanista que no les quedó otra que jugar con España. Al igual que Pep, no tardarán en repetir discurso cuando se hayan retirado.
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