Cuando se fue del Real Madrid lo hizo con una camiseta de Denis Cheryshev a sus espaldas. Era la celebración de la Undécima Copa de Europa, su último título como jugador, y no era más que el reconocimiento y recuerdo a un jugador vilipendiado esa temporada tras el esperpento de Cádiz. Ese fue siempre Álvaro Arbeloa, amigo fiel de sus amigos y pendiente de todos los detalles.
El jugador salmantino, zaragozano de corazón, dice adiós a una carrera más exitosa de lo que el público pueda creer. Después de más de diez temporadas en el primer nivel, con multitud de títulos nacionales e internacionales en su vitrina y con casi 400 partidos profesionales jugados, Arbeloa cierra su vida de futbolista. "Ha llegado el momento de decir basta porque lo que se me presenta no es lo que me ha gustado a mí del fútbol", comenta en una entrevista a MARCA.
Canterano del club, miembro de aquél Real Madrid Castilla (entonces Real Madrid B) que subió a Segunda División en 2005, debutó con el primer equipo en octubre de 2004, pero no fue hasta 2009 cuando se hizo fijo en el club, tras pasar por La Coruña y especialmente Liverpool, donde destacó y se descubrió como uno de los mejores jugadores del momento.
La rivalidad con Piqué
A la historia pasarán sus rifirrafes con Piqué, enemigos en una etapa de mucha rivalidad entre Real Madrid y Barcelona que ellos se encargaron de personalizar. Hubo momentos muy tensos, especialmente cuando el jugador del Barcelona cruzó la raya del menosprecio e insultó al madridista, utilizando la simpleza que tantos otros utilizaban en las redes sociales: "Yo no le consideraría amigo, es un cono... cido", exclamó Piqué.
Arbeloa, que jamás mezcló ataques personales con los únicamente profesionales, contestó en una entrevista en 'La Galerna': "Yo podría explicar al mundo por qué no soy amigo de Piqué. Quizá él no quedaría en muy buen lugar, pero también es verdad que conozco a su familia, y el respeto que él no tiene a mi familia se lo tengo yo a la suya".
Uno y otro se buscaban, siendo casi siempre el culé el primero en aparecer en escena. Cuando el Madrid ganó en Elche con un penalti polémico, Piqué escribía: "Viendo una película de humor por el Canal+Liga". Arbeloa contestaba: "Me alegro de que algunos cambien el teatro por el cine, eso siempre está bien".
"A mi amigo Gerard cualquier día le veo en el Club de la Comedia hablando del Real Madrid. Está obsesionado con nosotros. Sabe que por mucho que gane nunca va a igualar nuestra grandeza", contestó Arbeloa cuando Piqué se mofó de la alineación indebida en Cádiz a través de su Twitter.
El infantilismo fue tal que, en la época más caliente y de mayor rivalidad, Piqué estuvo buscando 'pinchar' a Arbeloa en un entrenamiento de la selección española, como si de un niño se tratara. El central del Barcelona se pasó minutos pendientes del madridista, mirándole, dejándole recados, buscando el encontronazo. Arbeloa, más maduro, no entró en su juego.
Hasta con la ortografía como excusa se picaron ambos jugadores. "¡Qué difícil es ganar contra 11!", escribió Arbeloa tras la derrota en Anoeta del Barcelona, que venía de ganar al Atlético en Champions gracias a la expulsión de Torres. Piqué le contestó que "un jugador que ha sido titular una vez de 32 no merece respuesta" y recriminándole que había tenido una falta de ortografía. Y ahí comenzó otra lucha tuitera.
Fiel a Mourinho, durante y después
Para bien o para mal, a Arbeloa siempre se le ha puesto la etiqueta de 'soldado' de Mourinho, de defensor a ultranza del técnico portugués. Y así fue, aunque bien es verdad que Arbeloa defendió a cada uno de los entrenadores que tuvo, desde Pellegrini a Zidane pasando por el propio Mourinho, Ancelotti o Benítez.
Su relación con Mourinho llevó a que Álvaro tuviera que heredar los odios que generó el portugués y se convirtiera en el enemigo de una serie de aficionados, incluso madridistas, que no le perdonaban que hubiera tenido la osadía de llevarse bien con su entrenador. Era también la etapa de la mala relación con Casillas, que se resquebrajó al posicionarse el lateral en favor del técnico y de Diego López, su rival en la portería.
Ambos nunca escondieron su buena sintonía. "Es un ejemplo de pasión por su profesión, de amor por su club, de dedicación a un grupo de trabajo y a sus objetivos. Lo tengo en el podium de los jugadores mas importantes con los que he trabajado", escribió Mourinho sobre Arbeloa. "La grandeza de Mou es que aún tiene escocidos a muchos”, dijo el jugador. Cuando el técnico se fue del Madrid, el futbolista le dedicó un emotivo final.
Portavoz blanco, azote antimadridista
Muy madridista, Arbeloa siempre fue la extensión de un aficionado blanco cualquiera en el campo. Azote del antimadridismo, se ganó el cariño del Bernabéu por su profesionalidad y también por la continua defensa del Real Madrid, al que siempre amó y entendió como parte de su vida. Fue el perfecto portavoz que respondía a todos los ataques que llegaban.
Arbeloa se permitió el lujo de hablar como cualquier hincha y decir aquello que pensaba la mayoría, aun a riesgo de ser linchado por la opinión pública. "Simeone tiene la suerte de tener parte de la prensa a su favor y así es más fácil lanzar mensajes ", aseguró en una ocasión cuando en España pocos se atrevían a criticar al técnico del Atlético.
Sus apariciones tanto en Twitter como en prensa siempre fueron electrizantes. “¿Las querían en color? Ahí las tienen”, escribió tras ganar la Duodécima en Cardiff. Era un claro mensaje al antimadridismo. Esa defensa de su club hizo que acabara siendo el gran rival de parte de la población, pero también el héroe de otra gran parte.
"Grandes son aquellos que a pesar de ser juzgados por ser quienes son, no cambian para complacer a nadie", fue una de las frases que utilizó Arbeloa cuando todavía estaba en el Madrid. Mostraba mucho de lo que es Arbeloa. Criticado por tantos, jamás cambió a pesar de que hubiera sido lo más fácil y lo que mejores consecuencias hubiera tenido.
Miembro de la época dorada del Madrid y España
Y también está el Arbeloa lleno de títulos. Dos Copas de Europa con el Real Madrid, además de dos Copas, una Liga, una Supercopa de Europa o un Mundial de Clubes, y también las dos Eurocopas y el Mundial que ganó España, donde él siempre fue un fijo en las convocatorias y titular en todos los partidos en 2012.
Él, a diferencia de otros, estuvo en todos los éxitos de 'La Roja', pero en ninguno de los fracasos posteriores. Debutó en 2008 y ganó la Eurocopa de aquél año. Del Bosque se lo 'cargó' para el Mundial 2014 y Arbeloa se libró de los grandes ridículos de aquella cita y de la Eurocopa 2016.
Compromiso y lealtad
Arbeloa, en el último año en el West Ham londinense, no ha sido el mejor jugador que ha pasado por el Bernabéu, pero siempre será recordado por su fidelidad al club, por su defensa continua de aquello que él creía correcto y por sus valores de entrega, profesionalidad y compañerismo. También por la lealtad que tuvo a todos sus superiores y el compromiso que mostró.
No fue el mejor, pero no necesitó serlo para que en el madridismo haya calado su mensaje y su forma de ser. Es querido por eso. Fue de cara y, aunque se la rompieron varias veces, el aficionado le recompensa por haber tenido tanta. El día de su despedida recibió un gran adiós: manteado y con una camiseta gigante en la grada. Eso, en el Real Madrid, es difícil. Él se lo mereció.
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