Al fútbol, como todo el mundo sabe, se juega fundamentalmente con los pies. Y sin embargo, hasta hace relativamente poco no había podólogos en los cuerpos médicos de bastantes equipos profesionales. “De hecho, ni siquiera hoy todos los clubes tienen”, afirma Carles Ruiz Galdón, de 36 años, podólogo del Levante, representante de una generación nueva en una disciplina poco conocida que busca su despegue definitivo. “Las principales afecciones de los futbolistas en los pies”, explica Ruiz Galdón, “son callosidades, ampollas de pretemporada, problemas en las uñas, etc., que pueden ser muy dolorosas e incluso invalidantes, pero la regeneración del pie es muy alta. Es raro que estas dolencias conduzcan a la baja. El problema, y esto es lo que la gente muchas veces no ve, es que la diferencia entre que un jugador de élite esté al 100% o al 80% es muy alta… Muchas veces decisiva”.
La podología deportiva, sin embargo, “es mucho más que uñas y callos”, como repetirán varios especialistas a lo largo de este reportaje. De cada 100 futbolistas profesionales que trabajan en clubes (según datos del podólogo del Elche y del ElPozo Murcia, José Berna), entre 20 y 30 padecen lesiones en los pies cada temporada. No hay muchas graves: las más frecuentes son fracturas por estrés, sobre todo en el quinto metatarsiano (unos tres meses de baja), y la puñetera fascitis plantar, que puede durar una temporada entera y obligar al jugador a infiltrarse cada domingo. El objeto fundamental de la podología es la pisada, que está íntimamente relacionada con un buen número de lesiones en otras partes del cuerpo: es por ello que los equipos ricos de Primera División empezaron a contratar especialistas para proteger sus activos millonarios en la década de 1990.
“El fútbol es diferente a todo”, afirma Pepe Claverol, podólogo del Mallorca desde hace un cuarto de siglo y presidente del Colegio Oficial de Podólogos de las Islas Baleares; “es un juego de equipo en el que la unión entre 'fisios', médico, podólogo, entrenador y jugador es esencial. Una lesión, sea de donde sea, puede depender de la pisada. Los jugadores siempre quieren jugar, y tratan de engañarte. Si no te dicen que hay molestias, tengo que ser suficientemente listo para verle funcionar descalzo y detectar que hay algo raro. Los que sabemos de mecánica somos nosotros, hay que integrar conocimientos con el 'fisio' y el médico”.
Las modas, como en cualquier campo, han cambiado mucho en las últimas décadas. “Antiguamente las botas eran de piel; cogían humedad y se dilataban”, explica el doctor Ángel González de la Rubia (presidente de la Sociedad Española de Podología Deportiva): “A los jugadores se las daban pequeñas, sin estrenar, y se las ponía el utillero para domarlas. Imagínese lo que sufría el utillero... Ahora son sintéticas, no cogen agua y pesan mucho menos; son como guantes con calcetines. La desventaja, claro, es que no transpiran como la piel”.
Tampoco hay ya apenas futbolistas que calcen botas con tacos de cuchilla (un ‘adelanto’ que produjo un fuerte incremento de las roturas de ligamento cruzado, ya que se clavaban como puñales en el césped mientras las rodillas giraban completamente). Desde hace unos años los tacos de las botas vuelven a ser redondos, mientras las empresas de indumentaria deportiva afinan cada temporada en la búsqueda de botas más ligeras, personalizadas y resistentes. También se han acortado los tacos en las botas para niños, como apunta el doctor Manuel Mosqueira: “Los tacos altos les producían dolor lumbar”.
Real Madrid y Barcelona: dos enfoques diferentes
“El pie es la base. Como en un edificio, si falla la base, el cuerpo se resquebraja”, razona el doctor Martín Rueda, podólogo del FC Barcelona desde hace una década y jefe de podología del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat desde hace un cuarto de siglo. Rueda, como reconocen sus colegas, es el ‘padre’ de la podología deportiva española. “Para empezar a entender el porqué de las cosas”, cuenta a este periódico, tuvo que empezar a estudiar física y arquitectura “como un loco".
"El cuerpo es una estructura, un edificio hecho de piezas", prosigue. "Y tenía que entender cómo funcionan las piezas, para establecer una relación, ver el pie en conjunto con el cuerpo... Ya que si te equivocas, el edificio se va a caer”. Corría la década de 1970 y aquel enfoque era “revolucionario”, prosigue Rueda. “Empezamos a medir cosas que no se medían: caderas, rodillas, ejes... Cuando tienes una base de datos con valores numéricos, puedes empezar a detectar patrones y a comprender lesiones. A prevenirlas… Es un modelo mecánico, hay que valorar el pie conjuntamente con cadera y rodilla. Así que empecé a trabajar codo a codo con los médicos y los fisioterapeutas. Tuve que crearme un equipo. La informática era muy diferente entonces, figúrese…”.
Una persona normal da entre 5.000 y 10.000 pasos al día, o sea más de 200 millones en su vida (casi seis vueltas completas al planeta Tierra). “Un pequeño desajuste puede tener un impacto decisivo a largo plazo en el resto del cuerpo”, insiste Rueda; “cuando alguien viene con un problema que no es de pie, yo examino todo... Los cambios de apoyo o de pisada repercuten en músculos y huesos. Las artrosis aparecen un día, sí, pero se han ido formando toda la vida… Mi lucha personal ha sido tratar de unir podología, fisioterapia y medicina. Una tendinitis rotuliana, por ejemplo, requiere la intervención de todos, ¡hablar un lenguaje común!”.
En la era de la robótica y los súperordenadores, el responsable de cuidar la pisada de Leo Messi, Neymar o Andrés Iniesta sigue fabricando sus plantillas manualmente. “Hoy día se relaciona mucho podólogo y plantilla”, reflexiona Rueda, “pero en realidad no hacen falta tantas, ¿sabe…? Yo hay jugadores que vuelven de las selecciones con plantillas y se las quito inmediatamente. Estamos en una época en la que parece que la tecnología 3D es lo más. Nosotros hicimos la primera plantilla en 3D hace más de cinco años, pero después las desterramos: los materiales no son adecuados para podología, les falta elasticidad, y mezclar polipropilenos con distintos materiales hoy día es imposible”.
Rueda y su equipo fabrican las plantillas sin ayuda de robots: “Con un proceso de termoconformado al vacío”, explica, “previa elaboración de un molde en carga con control computerizado de las presiones, donde se tiene en cuenta no el pie, sino todo el funcionamiento de la extremidad… Una vez la plantilla está termoconformada sobre el molde, el pulido y el ajuste al zapato se hace con una pulidora manual”.
El predecesor de Rueda en el Barça, Bernat Vázquez, opina también que las aplicaciones robóticas a la podología tienen limitaciones. “Las impresoras 3D, por ejemplo, inyectan material, pero no mezclan, y es importante mezclar, porque los dos pies pueden ser muy diferentes. Es muy difícil hacer eso bien por ordenador. Una cosa es mecanizar y otra hacerlo bien. Es como una panadería: puedes tener masa madre y horno de leña o una masa química congelada; todo es pan, pero no sabe igual”. “El futuro”, admite, “es claramente 3D, pero no ha llegado aún al nivel deseado. La plantilla es un tratamiento, y el diagnóstico todavía no lo hacen las máquinas: una cosa es vender humo y otra que funcione. El mejor ordenador es el ojo clínico, la experiencia de 40 años. Eso no te lo da una máquina. Mezclar cuestiones médicas con intereses comerciales suele salir mal”.
Plantillas robotizadas en Valdebebas
El Real Madrid funciona en este campo de una manera notablemente distinta. El podólogo de su cuerpo médico, Víctor Alfaro, es el máximo representante de la podología robotizada; ha pasado de trabajar en una consulta en Huesca de 20 metros cuadrados a prestar servicios al club merengue, al Sevilla, a la selección española o al Mutua Madrid Open (entre otras muchas instituciones) como dueño de Podoactiva, la empresa más grande de Europa en este sector (con más de 170 empleados). En una conversación con este periódico, Alfaro explica su exitoso método, que despierta recelos entre algunos colegas de profesión.
“La robotización del tratamiento es importante, desde luego, pero no más que la precisión del diagnóstico de la marcha. Y ahí la tecnología es clave”, señala el podólogo que viajó con el Madrid a la reciente final de Champions League en Cardiff. “No es suficiente verles correr en cinta o coger una imagen de plataforma de presiones, porque al final su gesto en el campo es totalmente distinto: lleva bota, pisa césped... Les colocamos un equipo de sensores dentro de la bota, con una plantilla sensorizada, para analizar la pisada en situación de juego real”. “Es clave diagnosticar bien y con medios de este siglo”, insiste Alfaro. “Sin ese instrumento es casi imposible trabajar, te lo tienes que imaginar”.
Claverol discrepa de este enfoque. “Los ordenadores pueden ser una ayuda”, concede, "pero no sirven de nada si los podólogos, por famosos que sean, no entienden de biomecánica. La cadera ordena cómo posa el pie, sus posibles torsiones afectan a todo. No se trata de mirar sólo los apoyos en sí, sino de hacer un estudio biomecánico, sin máquinas, muscular, articular y ligamentoso antes de subir a nadie a la plataforma de presiones… ¡El pie empieza en la cadera! Hay un exceso absoluto de plantillas hoy día, yo quito un montón de ellas. Se vende demasiado, se colocan plantillas a todo Cristo... Yo quito más de las que pongo. ¿Sabe cuál es el elemento más utilizado en un equipo de fútbol? El esparadrapo… Pero el marketing y la publicidad son muy importantes, hay mucho negocio montado”.
Escaneo tridimensional
Respecto a las plantillas, Alfaro explica que los moldes físicos, generalmente en escayola o espuma fenólica, generan “una pieza artesanal irrepetible, pero sin el tipo de precisión de nuestro método, que es de escaneo tridimensional, como en otras partes de la industria, pero desarrollamos una patente (Scan Sport Podoactiva) que te da una imagen exacta del pie. Con esa imagen de escáner 3D y los tests biomecánicos previos, el equipo de ingenieros de nuestro parque tecnológico [en Huesca] calcula la geometría y el espesor adecuados para la plantilla. Luego el robot fabrica la plantilla. La robotización tiene varias ventajas: por ejemplo, elegir espesores exactos, con fracciones de milímetros”.
Las plantillas de Podoactiva “no se hacen con impresoras 3D”, aclara Alfaro: “El material no tiene suficiente capacidad mecánica en este momento. Hacemos el proceso contrario: partimos de un bloque macizo, y un robot esculpe la plantilla por las dos caras. Están calculadas para que tengan la elasticidad precisa, que vuelvan siempre a su sitio tras los ciclos de cargas. Eso a mano es imposible. Y nos permite algo imprescindible en el fútbol de élite: la replicabilidad del tratamiento, que sean exactamente iguales. Futbolistas como David Villa, que juega en Nueva York y a quien mandamos plantillas de vez en cuando, tienen siempre la misma. A mano sería cada vez distinta... Nunca serían dos tratamientos iguales, varían los parámetros físicos. Esto es milimétricamente igual. Hemos hecho miles y miles de plantillas a mano en el pasado, y funcionan, pero no tienen el nivel de precisión que necesito para trabajar. Como lo hacíamos hace diez años, a ojo, ya no vale”.
¿Cómo se explica entonces que tantos clubes las hagan a mano? “Es un colectivo sin demasiada conexión con otros campos. Yo no creo que sea mejor que otro podólogo. Lo que es mejor es nuestro equipo. Ese es nuestro éxito, 170 personas. La mitad podólogos, pero la otra mitad físicos, ingenieros, ‘telecos’. Esa es la diferencia fundamental. Un podólogo no sabe de física, no sabe de ingeniería, ni sabe de tecnologías de la comunicación. Se trata de montar un equipo que pueda usar de verdad las tecnologías de este siglo en beneficio de la salud del pie. Y el podólogo que está en la consulta, eso no lo puede tener... Yo creo que el futuro va en trabajar en equipo, con diferentes perfiles. Si hiciésemos este reportaje dentro de cinco años, seguramente la mitad de los podólogos funcionen ya así. Y dentro de diez años no habrá nadie que trabaje a mano”.
Rueda, que evita polémicas, se limita a decir que “todos conocemos a Alfaro y sus métodos, que son muy respetables. Para mí lo fundamental son los planos de corrección biomecánica, para que el peso del cuerpo no sea lesivo. Y eso no se puede hacer usando 3D”. José Manuel Cebollada (podólogo que colabora con el Centro de Alto Rendimiento de Madrid) afirma también que prefiere “actualmente las plantillas manuales, porque se pueden personalizar más que con un robot, no terminan de ser versátiles. Pero el futuro es que la tecnología robotizada llegue a nuestras manos, que no sea tan cara, que pueda hacerse en talleres muy pequeños... Hace falta mucho volumen para rentabilizarla”.
Las críticas veladas y no tan veladas de miembros destacados de la podología deportiva española a Podoactiva son frecuentes y no parecen preocupar mucho a Alfaro: “Los equipos de élite tienen jugadores de primer nivel y necesitan médicos de primer nivel”, afirma sin complejos. “¿Críticas? Nosotros hace doce años empezamos a utilizar plataformas de presiones. Y yo recuerdo que tuve escuchar en varios foros que era solo un instrumento de marketing. Y ahora esas personas las consideran clave; no hay una sola consulta en el país sin plataforma de presión. Y durante mucho tiempo tuvimos que aguantar críticas los que habíamos apostado por esa tecnología. De la misma manera, los que critican hoy esto, cuando puedan disponer de la tecnología, no trabajarán de otra manera. Lo sé porque he trabajado de ambas maneras, y los resultados son completamente diferentes. El cálculo y la precisión son muchos mayores, incluso cuando te equivocas puedes detectarlo con exactitud. Es como ir al óptico y decirle que es mejor tallar las gafas a mano”.
Con tanto nivel de sofisticación, cabe preguntarse: ¿cómo puede ser que haya tantas lesiones? ¿Puede una plantilla, por ejemplo, salvar el sóleo de Bale? “Si con plantillas se pudieran mejorar todas las lesiones”, responde Alfaro, “no harían falta servicios médicos. No hay plantillas mágicas que prevengan todas las lesiones. Al final somos parte de un servicio médico, tenemos una parte muy pequeña de responsabilidad en las cosas que salen bien, y cuando funcionan bien es porque estamos totalmente integrados, somos una pieza más del engranaje”.
El 25% de los huesos
“¿Para qué sirve el pie?”, concluye Martín Rueda… “Un órgano que reúne el 25% de los huesos del cuerpo. Es un amortiguador… Una bóveda, una palanca, una columna, según cada momento de la pisada o de estar de pie. De ahí la complejidad del mecanismo… Es como la mano. Pura relojería”. Todos los especialistas consultados deslizan sin querer que a veces la relación con los futbolistas es muy dificil. “El problema del fútbol”, dice González de la Rubia, “es que los futbolistas (todos) quieren siempre una bota muy ajustada, para tener sensación de control en el golpeo. La bota a veces es incluso una talla más pequeña, tan justa que puede convertirse en un trabajo a veces muy complejo ponerla”.
Intervenir en el vínculo entre el jugador y la bota es complicado: una pugna constante entre comodidad y salud. Si es un jugador importante, se llama a Nike o Adidas, se le hacen unas zapatillas ad hoc. “Cada pie es diferente”, dice Rueda, “a veces hay que cambiar la posición de los tacos para colocarlos en lugares sin sobrecarga, o añadir alguno o quitarlo… Yo a mis alumnos, para que entendieran la relación entre el pie y el cuerpo, les decía que salieran de juerga con un grano de arroz debajo del metatarsiano, para que vieran cómo repercutía en el resto del cuerpo. Siempre les digo lo mismo: que los pies están muy lejos de la cabeza, pero muy cerca del suelo".