La frase ya la han escuchado muchas veces. El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once, y siempre gana Alemania. La afirmación, como tal, es mentira, porque no, no siempre gana Alemania, pero casi. Este viernes ganó a España el Europeo sub-21 y dejó un poso de decepción en nuestro país. [Así te hemos contado el Alemania 1-0 España, final del Europeo sub-21]
La selección alemana siempre será fiable. Podrá ganar o perder, pero siempre está ahí, en la lucha por los títulos. Es un país que, en el fútbol, son más que competitivos. A esta final llegaron por penaltis, con dudas, todo lo contrario a España, que llegó como favorita tras deslumbrar en el torneo. Pero la final era otra historia.
Alemania salió a ganar y pilló a España sosegada, dejando pasar el tiempo, madurando un partido que no se parecía en nada a lo que había tenido antes en el torneo. Los primeros minutos ya mostraron a una selección germana con ganas de sorprender y dominó la escena con ocasiones de todo tipo. A todo sobrevivió una España alicaída, que apenas creó peligro y que se basó en jugadas muy aisladas, como un cabezazo de Bellerín que se fue pegado al palo o, ya en la segunda parte y con un 1-0, un disparo de Saúl que paró el portero teutón.
Esa ventaja de Alemania llegó cuando el partido encaraba la recta final de una primera mitad con claro color blanco. Fue un centro por banda de Toljan que acabó en la cabeza de Weiser, que remató de forma perfecta sorprendiendo a Kepa, que se quedó inmóvil y solo movió los ojos para para ver como entraba el balón de forma bombeada. España agonizaba lentamente y sufría algo hasta ahora nuevo para ellos. Por primera vez iba por debajo en el resultado.
Y en esa circunstancia se ahogó. La sub-21 que tanto deslumbró durante todo el torneo se quedó sin ideas y apenas demostró todo aquello que había hecho antes. Ni una sola ocasión clara, ni una jugada brillante ni un movimiento que cambiara la derrota. No apareció Asensio, tampoco Saúl, mucho menos Deulofeu. Ni Ceballos ni Llorente. Nadie. Fue la sub-21 española de la fase de clasificación, esa que sufría en cada partido y no tenía ningún argumento para creer en ella.
La sensación que quedó fue la de un equipo superado por la adversidad, incapaz de saber afrontar situaciones como la que tuvo este viernes. Hay mucha calidad, pero el fútbol también tiene componentes que van mucho más allá de la brillantez de cada uno. En finales también entra la cabeza, la experiencia y la forma en la que afrontar un partido de máxima exigencia. Ha sido el pero de una España que nos hizo disfrutar estas semanas, pero que se quedó con la miel en los labios.
Ganó la Alemania C, contando que la A está de vacaciones y la B está jugando la Confederaciones. El combinado teutón demuestra su poderío en la cantera como ya lo mostró en la absoluta, ganando el Mundial 2014 y cerca de conseguir la Confederaciones. Demuestran una fiabilidad en todas sus categorías y muestran al mundo a varios jugadores que darán que hablar en los próximos años: los defensas Stark y Kempf, rocosos durante todo el partido, Weiser, Meyer o Arnold.
A las puertas de la quinta corona continental, la sub-21 saca conclusiones positivas y negativas de un torneo que encumbró a varios jugadores, pero que sacó a relucir los problemas que a veces tienen jugadores tan jóvenes. Ni España era la mejor de la historia cuando eliminó a Italia en semifinales ni ahora es tan mala por perder una final por la mínima.
El fútbol, ahora sí, acaba por esta temporada y solo quedará esperar a los amistosos de verano que en un mes volverán para quitar el gusanillo a los más nostálgicos.