En noviembre de 2013, cuando España era campeona del mundo y de Europa, la prensa internacional criticó duramente a la selección por jugar un partido gratis en Guinea Ecuatorial, la excolonia férreamente gobernada por el dictador Teodoro Obiang desde 1979. El viaje, espoleado por el Gobierno para recomponer relaciones comerciales, fue justificado por la Federación Española de Fútbol (FEF) en atención a la necesidad de "respaldar el fútbol en este modesto país".
El escándalo internacional por aquel partido (1-2, goles de Cazorla y Juanfran) "fue un punto de inflexión en un negocio corrupto que funcionaba con total sigilo", como afirma a este periódico S. R., empresario que preparó partidos amistosos de la selección en países asiáticos para empresas participadas por miembros relevantes de la Federación (no detenidos este martes en la operación de la Guardia Civil).
"Fue la primera vez que me topé con la corrupción", explica S. R. a EL ESPAÑOL: "La persona que organizaba los partidos operaba a través de una empresa intermediaria, obsesionada por no aparecer en ningún papel, y nos proponía hacer una unión temporal de empresas. Nuestro papel era organizar unos cursos educativos para el mundo del fútbol (infradesarrollado) de esos países, vendérselos y aprovechar el vínculo para cerrar partidos amistosos con la selección más respetada del mundo por unos tres millones de euros. El reparto, como te puedes imaginar, era pura corrupción: aproximadamente la mitad para la Federación y la otra mitad entre ellos y nosotros".
En esa época, antes del macrocaso 'Fifagate', la lupa judicial no enfocaba todavía con tanto detenimiento los derechos de retransmisión televisiva que derrocarían a la plana mayor de la FIFA. Varios años después, los partidos amistosos de la selección española son una bomba en el núcleo del 'villarato', el régimen del presidente más exitoso de la historia del fútbol español, objeto de sospechas permanentes que en los últimos meses han desembocado en una catarata de procesos judiciales y una detención fulgurante que, como mínimo, le aplica una cuantiosa 'pena de telediario'.
Comisiones y 'lobby'
La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) no ha dado muchos detalles sobre las acusaciones que pesan sobre Villar y su hijo, pero en su primer comunicado imputa al presidente de la FEF y a Gorka Villar la organización de partidos internacionales de la selección española a cambio de los cuales el experto en Derecho del Deporte y 'lobbys' habría obtenido jugosos beneficios económicos y profesionales.
La argumentación de la UCO encaja milimétricamente con una denuncia recibida recientemente por este periódico de fuentes extraordinariamente fiables, según la cual el mapa de actividad reciente (al menos un lustro) de la selección en partidos amistosos coincide con el mapa de actividad de las empresas de Gorka Villar en Latinoamérica (cabe recordar que Villar hijo fue el director general de la Confederación Sudamericana de Fútbol, la organización más corrupta del fútbol mundial, entre 2014 y 2016).
Según esta denuncia, España, sencillamente, jugaba contra selecciones de países con cuyas federaciones de fútbol había entablado previamente relación en alguna de sus facetas: asesoramiento y formación, 'lobby' o defensa legal. Un esquema paralelo al de las empresas mencionadas anteriormente en Asia, que se ganaban la confianza de las federaciones con la organización de cursos y campus deportivos.
La acusación concreta de la UCO (que ha realizado escuchas a Villar padre e hijo durante tres meses) se refiere concretamente a los dos partidos jugados por la selección dirigida entonces por Vicente del Bosque inmediatamente antes de la Eurocopa de 2016, en junio, ante Corea del Sur y Bosnia. Cabe sospechar que el tráfico económico y de influencias en torno a estos partidos amistosos empezó mucho antes.
Desde junio de 2010, cuando España ganó la Copa del Mundo de Sudáfrica, la selección ha jugado 40 partidos amistosos. La mitad han sido contra selecciones sudamericanas, donde funcionaba habitualmente Gorka Villar, y tres han sido contra Corea del Sur, país con el que existían excelentes relaciones federativas y que ahora aparece en el proceso de la Fiscalía Anticorrupción.
Contraprestaciones variables
El 'modus operandi' era relativamente simple y pivotaba sobre los derechos de explotación: Gorka Villar o algún miembro federativo (no Ángel María Villar, habitualmente alejado de estas gestiones) llegaba a un acuerdo con la federación del país rival (pongamos por ejemplo Corea del Sur) y, dependiendo del caché de la 'Roja' en cada momento, vendía la presencia de España por una cantidad variable y gastos pagados. La contraprestación era variable. Podía ser una comisión, una recompensa por rebaja del caché de la selección o el reparto de un elemento fundamental: la titularidad de los derechos de comercialización del partido. (Por seguir con el ejemplo de Corea, se cedían los derechos del partido con una selección de primera fila como España para el mercado surcoreano, reservándose los del resto del mundo).
No hay probablemente en el deporte mundial una fuente de corrupción equiparable a los partidos internacionales de las selecciones de fútbol (oficiales y amistosos): un vivero floreciente de comisiones por "derechos de explotación" que se ha cobrado cabezas poderosas en los últimos tiempos. Si la vieja cúpula de la FIFA cayó por una investigación sobre derechos televisivos de la Copa América y el Mundial de fútbol, Ángel María Villar y su reinado de tres décadas pueden terminar por una realidad aún más opaca: los partidos amistosos de la selección española absoluta.