Vladimir Putin y el comité organizador del Mundial de Rusia 2018 han centrado sus esfuerzos informativos en contrarrestar la imagen de peligro que sus ultras desataron durante la pasada Eurocopa de Francia. Un trabajo duro, con cambios en la legislación penal del país y con avisos a los grupos radicales de los diferentes equipos de su liga. Sin embargo, no serán estos hooligans la mayor amenaza de un Mundial que ha visto señalado su primer objetivo: Leo Messi.
El jugador del Barcelona y la selección argentina, clasificada in extremis gracias al hat-trick de Messi en Ecuador, es la imagen central de la última amenaza del yihadismo islamista del DAESH, quien se ha encargado de difundir un montaje fotográfico en el que el futbolista aparece tras unos barrotes y con una lágrima de sangre en su mejilla.
La imagen, difundida por Wafa Media Foundation, uno de los muchos brazos de propaganda yihadista, y divulgada por la web especializada en asuntos de Inteligencia SITE INTEL GROUP, es la segunda de este tipo que se hace pública en la última semana. Hace siete días, el servicio de propaganda afín al EI lanzó otro montaje, en ruso e inglés, en el que se veía a un combatiente a las puertas de uno de los estadios en los que se disputará el campeonato del mundo. El póster mostraba una bomba en primer plano, incluía el logotipo oficial del mundial y estaba coronado por la leyenda "A los enemigos del Islam en Rusia, os juro que los muyahidin prenderán el fuego, simplemente esperar".
La difusión de la imagen de Messi se produce apenas unas horas después de que el conocido grupo especializado en Inteligencia "The Soufan Group", cercano al igual que SITE con la CIA, presentara un informe en el que asegura que Rusia es el primer país de procedencia de los combatientes que se unen a ISIS.
Según la citada organización, cerca de 4.000 ciudadanos rusos han viajado a Siria e Irak para sumarse y combatir en las filas del EI, de los que 400 han regresado ya a su país. La cifra se eleva hasta los 8.717 si se suman los muyahidin que proceden de las repúblicas exsoviéticas.
No sería el primer ataque terrorista del EI contra instalaciones deportivas. De hecho, su intento de colocar diversas bombas en el Stade de France fue el origen de los atentados de París que le costaron la vida a 137 personas. Cuando los terroristas intentaron acceder al estadio durante un encuentro amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania fueron rechazados por la seguridad, que detectó las entradas falsas. Fue entonces cuando los terroristas decidieron continuar con el atentado pese a peder su objetivo principal y comenzaron la disparar contra las personas que se encontraban en los bares aledaños del estadio.