El pasado 17 de mayo accedía a la presidencia de la Real Federación de Fútbol Español (RFEF) un exjugador con un discurso reformista y con la promesa de acabar con la corrupción que había llevado a Ángel María Villar, máximo mandatario durante casi tres décadas, a la cárcel de Soto del Real.
Ese aire nuevo prometido a la RFEF llegaba de la mano de Luis Rubiales, anterior delfín de Villar y expresidente de la AFE. Como futbolista su carrera fue menos productiva que en los despachos. Guadix, Mallorca B, Lleida, Xerez, Levante, Alicante y, finalmente, el Hamilton escocés fueron sus equipos.
La regeneración y la ilusión por recuperar una Federación a la altura del nivel del fútbol español desapareció en menos de dos meses. De hecho, incluso sobra uno de ellos. Rubiales decidió tirar el Mundial con la destitución de Lopetegui a sólo dos días del debut de la Selección ante Portugal.
El orgullo y las presiones recibidas para cobrarse pequeñas venganzas contra el Real Madrid fueron los motivos de que se convirtiera en bombero pirómano para terminar con la ilusión de todo un país. El canario, criado en Motril e hijo de un político del PSOE que terminó en Podemos, tardó muy poco en enseñar sus malas artes y la falta de empaque para el puesto.
Tánger, los patrocinadores y la investigación
Sin embargo, daría un paso más con un show radiofónico propio de otra época en el que se enzarzó dialécticamente con Pepe Castro, presidente del Sevilla, por la elección de la sede de la Supercopa de España y su disputa a partido único. Encarnado en un Jesús Gil del siglo XXI, Rubiales no dudó en amenazar al mandamás del conjunto andaluz con la publicación de conversaciones privadas que demostraran su versión.
Extaño movimiento del máximo mandatario de la Federación, que fue acusado de plegarse a los intereses del Fútbol Club Barcelona y perjudicar al equipo sevillano. Pero más extraña es la designación de Tánger como sede del primer título de la temporada. No es Asia, donde la Premier se impone en un mercado tan atractivo como competitivo, ni Catar, con los petrodólares llevando una competición para promocionar su país. ¿Por qué entonces esa elección de Marruecos?
Desde Andalucía, según Canal Sur, disparan con bala y apuntan al proyecto Tánger Med para entender la decisión. Dicho puerto es el principal rival del de Algeciras por el control de entrada al Mediterráneo. También fue uno de los impulsores de la candidatura marroquí para organizar el Mundial apoyado tanto por el propio Rubiales como por la Federación.
La relación a tres bandas, por lo publicado en dicho medio andaluz, termina en el Fútbol Club Barcelona y, especialmente, en su presidente. Josep María Bartomeu es a su vez consejero delegado de ADELTE Group, empresa encargada de construir las pasarelas de embarque para dicho puerto. La Supercopa en Tánger es una polémica tan innecesaria como extraña y en la que sólo el propio Rubiales sabe qué beneficio se saca, cabreando además a la afición sevillista, que ya ha prometido un boicot.
Tras el 'caso Lopetegui' y la Supercopa se añadía al 'palmarés' del nuevo presidente de la RFEF la huida de Cruzcampo como patrocinador. Ahora, tal y como publica EL ESPAÑOL, Movistar se une a esa diáspora de marcas que dejan de apoyar a la Federación después de los escándalos.
Para colmo, sólo 67 días después de su llegada al poder, el juzgado número 6 de Valencia ha abierto una investigación para esclarecer si Rubiales pagó una reforma de su casa con dinero de los futbolistas. La denuncia, presentada por el presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol Miguel Galán, asegura que adjudicó el proyecto de la Casa del Futbolista a la misma arquitecta que reformó su domicilio y desvió parte de las facturas para su deuda privada.
Galán ha sido el autor de esta denuncia que pone en jaque a un Rubiales al que los problemas se le acumulan a la velocidad del sonido. El entonces presidente de la AFE asegura no haber cometido ninguna "irregularidad" y que no tiene "ninguna deuda". Su defensa también se basa en que la arquitecta "está denunciada por varias causas" y que ha actuado desde la venganza.
Siempre según el texto de la denuncia, Rubiales contrajo una deuda de más de 120.000 euros con la arquitecta que reformó su casa, Yasmina Eid-Mached. El próximo día 12, y como primera diligencia, dicha persona deberá acudir al juzgado de Valencia para corroborar o desmentir dichos hechos.
Las nueve semanas y media de Rubiales en el cargo apagan definitivamente la llama de la regeneración y agitan su poltrona a la espera del próximo embrollo. De momento, y no es poco, acumula un gran fracaso deportivo, una guerra abierta contra dos de los clubes más importantes de España, una pérdida constante de patrocinadores y una investigación abierta por un presunto delito de administración desleal. Los escándalos cercan y amenazan con convertir a Rubiales en Luis 'El Breve'.
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