El 31 de julio de 2014 el Atlético de Madrid movía ficha en el mercado de traspasos. Antoine Griezmann (Macôn, Francia, 21 de marzo de 1991), dejaba la Real Sociedad para capitanear desde la delantera un proyecto ilusionante. El entonces campeón de Liga se hacía con sus servicios a cambio de 30 millones de euros.
Una cantidad que se ajustaba al mercado y que beneficiaba a ambas entidades. Con el tiempo, sin embargo, el precio del fichaje parecería escaso. Concretamente, cuatro años después. Griezmann, 'El Príncipe', se ha convertido en una verdadera estrella del fútbol mundial, en el goleador por excelencia del conjunto rojiblanco y en un líder en la selección francesa que ha ido mejorando en todos los aspectos posibles.
Sin embargo, su estancia en la capital española bien podría tratarse de una historia de película. Como cualquier futbolista, como cualquier persona, Griezmann ha tenido sus más y sus menos con los seguidores rojiblancos. Críticas y tensiones dentro del club y con la afición. Pero el éxito lo puede todo, y más en el caso del francés. Si alguien ha ayudado a sustentar con resultados la etapa de Simeone, ese ha sido el galo y ahora flamante campeón del mundo.
Griezmann llegaba a un equipo que, contra todo pronóstico, había cosechado la Liga en el campo del Barcelona. Un cabezazo de Godín, al más puro estilo del 'Cholo', daba el campeonato doméstico al Atlético. Un precedente que Griezmann trataría de superar con acierto. Ese mismo verano lograba la Supercopa de España ante el Real Madrid y tres años más tarde saboreaba, por fin, un cetro europeo en la final de la Europa League. Griezmann, en su tierra, se alzaba hacia el Olimpo con un doblete que bien valía el triunfo en la final ante el Marsella. Este ha sido su último título vestido de rojiblanco.
La evolución constante de una joven estrella
La base de todo jugador es superarse así mismo año tras año. Con Cristiano y Messi ocupando todo tipo de podios, destacar como delantero no era nada fácil. Un muro que poco a poco ha conseguido sortear Griezmann. Desde su primer año hasta el último ha sabido ahogar sequías goleadoras y sobreponerse a duros varapalos anímicos que a más de uno podría haber dejado en la lona.
Su primer año en el Atlético se saldó con 25 goles, uno cada 137 minutos en el césped. De ese dato escaló hasta los 32 posteriores y, tras un bajón con 26 hace dos temporadas, recuperó su mejor faceta con los 29 tantos de esta última campaña. El ratio, también el mejor de su etapa como colchonero: un gol cada 134 minutos.
La traición incompleta
Ganar títulos es a lo que cualquiera aspira. Desde el presidente de un club hasta el aficionado. Cómo no, el jugador y también el entrenador. Griezmann no ha sido una excepción y ha repetido hasta la saciedad que quiere levantar trofeos. Para ello era necesaria una plantilla de máxima calidad y así se lo pidió al Atlético los últimos años.
Con este requerimiento comenzaba su etapa más complicada en la entidad dirigida por Enrique Cerezo. Griezmann pasaba de héroe a villano. Para muchos era un movimiento normal; para otros una traición en toda regla. Los amagos de otras temporadas sobre un traspaso con el Real Madrid o el Manchester United eran simples rumores a diferencia de lo que se estaba cociendo en las oficinas del Barcelona. La entidad culé estaba dispuesta a pujar fuerte y Griezmann vio un camino de rosas para alcanzar sus aspiraciones.
Después de muchas denuncias públicas por las formas de negociar del Barça, Griezmann ponía una fecha límite para decidir su futuro: antes de que comenzara el Mundial iba a hablar ante la prensa para escoger entre Atlético y Barcelona. Su aparición se hizo esperar, pero el 17 de junio, antes del debut de Francia en Rusia, aparecía frente a los medios de comunicación. "Hoy no es el día de hablar de mi futuro", fue lo único que salió de su boca en relación a su futuro deportivo.
Griezmann, en lugar de hablar en directo, prefirió un documental para sacar de dudas a seguidores, compañeros y hasta directivos. La decisión, en un reportaje desarrollado por una empresa relacionada con Piqué, fue quedarse en el Atlético. El culebrón cerraba el telón con el sueño de que no se abra más en los próximos veranos. El 'no adiós' de Griezmann levantó a los hinchas colchoneros y dejó tocados a los barcelonistas.
Un aspirante a Balón de Oro y el viejo sueño de la Champions
Una vez sorteada la polémica por su forma de resolver su continuidad en el Atlético, era hora de centrarse plenamente en el fútbol. Griezmann quería destacar y no lo iba a tener fácil. Los rivales en un Mundial no son de fiar. Pero, si a eso se le suma que los compañeros de selección son grandes figuras en sus respectivas posiciones, las complicaciones para andar un paso por delante son mayores.
Griezmann terminó el Mundial con cuatro goles en siete partidos. El galardón de ser campeón del mundo y consagrándose como uno de los principales delanteros del planeta. Su candidatura al Balón de Oro queda cerrada y con un nuevo horizonte por delante. La Champions, el gran sueño de Griezmann que el Madrid le arrebató en aquella final de Milán en la que el francés falló un penalti que pudo cambiar el nombre del ganador de esa edición. Aquel 2016 ya se situó en el podio del máximo galardón individual solo por detrás de Cristiano y Messi, y ahora sueña con dar el paso definitivo y consumarlo con una 'Orejona' en la final que el Wanda Metropolitano acogerá el próximo 1 de junio de 2019.
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