El Barcelona y Cataluña vivieron hace un año una de las jornadas más surrealistas, sorprendentes y más recordadas de la historia del fútbol moderno. Millones de catalanes se levantaron con la intención de participar en un referéndum de autodeterminación promovido por la Generalitat y suspendido por el Tribunal Constitucional, lo cual provocó una contundente intervención policial en decenas de colegios electorales para evitar la votación. Otro punto de tensión se encontró en el Camp Nou, donde había partido de La Liga entre los locales y la UD Las Palmas.
Las cargas policiales en diversos puntos del territorio catalán, corrieron desde primera hora y sembraron la indignación en un sector de la población. El conjunto de Ernesto Valverde recibió presiones para que suspendiera el encuentro previsto contra el conjunto canario en señal de protesta por los acontecimientos. La primera solución de la junta culé fue jugar la baza de la seguridad y pedirle a los Mossos de Esquadra que desaconsejaran por escrito la disputa del partido. La Liga se negó a detener un partido de fútbol por causas políticas.
En caso de el aplazamiento del choque, el club culé se enfrentaría a una sanción económica y deportiva, que estaban dispuestos a aceptar solo por el hecho de no disputar el encuentro. Pero las razones políticas no lograron que se aplazase el encuentro.
Tras las últimas noticias que llegaban desde La Liga y la policía de Cataluña, en ese momento se abrió un intenso debate en el Camp Nou. El vestuario, con las excepciones de Gerard Piqué y Sergi Roberto, no era partidario no jugar el encuentro, ya que de no hacerlo, podía perder los tres puntos y que los rivales más cercanos se aprovechasen de esa situación.
La tensión de los protagonistas
El momento más tenso se produjo en la zona alta del club. Bartomeu, presidente del club, encajó las dimisiones de Carles Vilarrubí y Jordi Monés, defensores de la suspensión, a cambio de tomar una decisión equitativa: disputar el partido a puerta cerrada. "Jugar sin público en las gradas tendrá más impacto mundial que suspender", justificó el presidente. Finalmente el encuentro se jugó a puerta cerrada y acabó con una victoria local por 3-0.
Tras el encuentro, llegó la hora de la zona mixta. Pique, conocido por no tener pelos en la lengua, y haber votado por la mañana en el referéndum ilegal, admitió que por su parte, el encuentro no se habría jugado. "La Junta ha intentado anular el partido por todos los medios y ha bajado al vestuario para tomar la decisión entera. Ha sido un día muy duro, probablemente el que más desde que soy profesional", compartió el zaguero.
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