Un lunar en la mejilla y endiablados rizos bajo su casco rosa, del que no se ha separado desde que tenía tres años y heredó la Polini roja que su padre Alfonso, propietario de un taller de motos y mecánico que ayudó en su carrera deportiva al piloto José David de Gea, había comprado para su hermana mayor María Victoria. Ana Carrasco (10 de marzo de 1997, Cehegín, Murcia) es la guerrera rosa que ha hecho historia en un mundo de hombres tras convertirse en la primera mujer en ganar un título de campeona del mundo de velocidad al coronarse en la categoría de SuperSport300 en el circuito francés de Magny-Cours.
Líder desde el pasado mes de mayo, cuando logró en Imola la primera victoria del año, volvió a subir a lo más alto del podio en Donington Park hasta que los cambios introducidos en el reglamento le obligaron a llevar 14 kilos de lastre para alcanzar el peso mínimo exigido en la combinación moto-piloto. Acostumbrada a derribar barreras y a remar a contracorriente a lo largo de su carrera deportiva, no volvió a ganar pero logró puntuar en todas las carreras y se plantó en la última cita de la temporada con una ventaja de 10 puntos. Tomó la salida desde la vigésimo quinta posición y fue capaz de remontar hasta la decimotercera, suficiente para ganar el título de campeona del mundo de SuperSport300 por sólo un punto y hacer historia.
“He tenido que preguntar a los fotógrafos si había ganado", ha confesado entre lágrimas de alegría después de que su sueño de niña se haya hecho realidad. “El día que perdimos a Luis Salom, me dije a mí misma que le dedicaría mi primer título. Éramos muy buenos amigos”, ha recordado tras proclamarse campeona del mundo de Supersport300 junto a David Salom, team manager de su estructura en Kawasaki y primo del tristemente desaparecido piloto mallorquín.
Una amistad entre compañeros que se forjó en la adversidad. En 2013, en su primera temporada en el Campeonato del Mundo de Moto3, siempre recibió la ayuda y el apoyo de Luis Salom mientras que otros pilotos mundialitas ni siquiera le dirigían la palabra en el paddock y en la pista hacían lo imposible por frenar su progresión. Al final, se convirtió en la primera mujer española en puntuar en una carrera mundialista tras finalizar decimoquinta en el Gran Premio de Malasia y terminó la temporada con una octava posición en Valencia.
“Creo que es algo muy importante que dentro de nuestro deporte haya mujeres que estén arriba y que lo estén haciendo bien. Es importante para que el camino de las que puedan venir después sea un poco más fácil y ayuda a que en el futuro sea más normal el hecho de poner la televisión y ver a una chica corriendo el Mundial. Al final, lo que tenemos que conseguir entre todos es que sea algo normal”, ha reivindicado la piloto española.
Ana Carrasco sigue viviendo en casa de sus padres en Ceheguín junto a su hermano Alfonso, al que sólo le interesa el fútbol, y después de que este año su hermana mayor se trasladara a Madrid para ejercer como enfermera, la misma profesión que su madre Mavi. Pionera y testaruda, siempre consigue lo que se propone a base de esfuerzo y sacrificio. Por eso, decidió no colgar los libros para fabricarse un plan B profesional y en la actualidad cursa el segundo curso de Derecho en la Universidad Católica de Murcia (UCAM).