Así es la vida del Markaz Tulkarem, el equipo de fútbol de un campo de refugiados de Palestina
- Varios fotógrafos y periodistas españoles se desplazaron a Palestina hace un año para vivir de cerca cómo es un equipo de fútbol de refugiados.
- "El lateral izquierdo reparte periódicos por la mañana, otro es frutero, otro trabaja limpiando el hospital".
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¿Cómo es la vida de un equipo de fútbol en un campo de refugiados? Esta misma pregunta se hicieron el fotógrafo Joseba Zabalza y los periodistas Helena Bengoetxea e Iván Pastor hace un año, cuando viajaron a Palestina buscando un equipo para retratar su vida por medio de un proyecto fotográfico.
Lo encontraron en la ciudad de Tulkarem, de la región de Cisjordania. "En Tulkarem hay dos equipos de fútbol. Uno es el Thaqafi Tulkarem, que es el equipo propio de la ciudad. Está en primera división, tiene más recursos económicos, cuenta con el apoyo de los comercios locales... Y después está el Markaz Tulkarem, que es el equipo del campo de refugiados de la ciudad. Pese a eso, cuenta con más apoyo popular", cuenta Iván a EL ESPAÑOL.
La modestia del Markaz Tulkarem
Fundado en 1956, el Markaz Tulkarem fue uno de los equipos más populares de la región entre los años 60 y 80. Entre sus apodos se encuentra Azeem -"maestro"- o "la Brasil palestina", debido a su equipación amarilla. No obstante, a día de hoy el Markaz Tulkarem sobrevive como un club modesto, que la pasada temporada jugó en la segunda división del país, y donde sus jugadores tienen que tener otros empleos para subsistir.
"El lateral izquierdo reparte periódicos por la mañana, otro es frutero, otro trabaja limpiando el hospital... Por otro lado, el sentido de comunidad que hay allí es brutal, porque en el Markaz Tulkarem, salvo dos jugadores, todos los demás son del campo de refugiados. Allí hacen una vida completamente normal. Eso se refleja en el propio día del partido, que los aficionados conocen al jugador, le gritan desde la grada... No son súperestrellas que están endiosados, sino que les puedes ver por el campo de refugiados tomándose un café", explica Iván.
Esto quizá resulte extraño, ya que "cuando hablamos de campos de refugiados nos viene a la mente tiendas de campaña, como los que hay en Siria, pero realmente estamos hablando de que estos se formaron en 1948. Actualmente son edificaciones normales, como un barrio más de la ciudad, pero en el que la tasa de densidad de población es muchísimo mayor".
No obstante, "si Palestina económicamente no tiene mucha fuerza, en los campos se nota, porque hay una tasa de paro mucho mayor, más pobreza...". Además, "el fútbol en Palestina no es ajeno a la ocupación israelí. Esta es transversal a todos los aspectos de la vida de Palestina".
¿Cómo es la vida en un campo de refugiados?
Tal y como explica Iván, "si el equipo pasa por un checkpoint para ir a donde juegan un partido, y ese mismo día cierran el checkpoint, el autobús se queda retenido y no juega el partido. El portero del equipo, cuando estaba jugando el año pasado para otro equipo, estuvo un mes en la cárcel porque no tenía la identificación de Jerusalén. Cualquier jugador tiene algún familiar o algún amigo que haya estado preso o que haya sido mártir. En un entrenamiento ha habido enfrentamientos fuera y han lanzado una bomba de gas o de humo en medio del estadio".
Estas duras condiciones se reflejan a la perfección en el origen del nombre del estadio municipal de la ciudad, el Jamal Ghanem: "El nombre se lo pusieron por un joven palestino que era activo en las intifadas. Era el típico chaval que lanzaba piedras. Un día estaba jugando un partido de fútbol entre dos equipos de un pueblo cercano a Tulkarem. En un momento del partido entraron cuatro personas vestidas como palestinos, con el típico pañuelo. Cuando este chico se disponía a lanzar un córner, sacaron las armas y le dispararon por la espalda. Eran soldados israelís. En ese momento desalojaron a toda la gente del campo. Llegó la Media Luna Roja, que es el equivalente a la Cruz Roja allí, pero el ejército israelí no les dejó pasar hasta que finalmente vino una ambulancia israelí y se lo llevó. No devolvieron el cuerpo hasta pasados tres días. El propio hermano de Jamal Ghanem estaba presente en el partido y sus padres se enteraron por la tele, en la que decían que habían matado a un terrorista en Tulkarem".
Pese a que los jugadores tratan de llevar una vida normal, el peligro está siempre latente: "El vicepresidente del club ha estado siete años en la cárcel, el presidente ha estado nueve, el entrenador de porteros otros tantos... Dos jugadores del equipo, que son primos, tenían un tío que fue árbitro en su momento y también jugador del Markaz Tulkarem. En una de las intifadas en las que él era paramédico y estaba transportando un herido en ambulancia, les lanzaron una bomba a la propia ambulancia y le asesinaron".
La pasión por el fútbol
Entonces, ¿por qué seguir arriesgando la vida jugando al fútbol? "En Palestina el fútbol es algo que la gente adora. Nada más llegar allí ves cosas del Real Madrid y el Barcelona, chavales jugando en las calles... Como estaba bajo mandato británico, el fútbol llegó allí en los años veinte. Es el deporte que más les gusta. Les encanta practicarlo, y si tienen la posibilidad de dedicarse profesionalmente a ello, mejor".
Pese a ello, "si ganan algún torneo, la compensación económica que reciban va a ser mínima. Ellos tienen un salario en función de cada jugador, pero tampoco les aseguran que vayan a cobrar íntegramente el salario, porque, por ejemplo, si de repente la compañía de móviles que patrocina al club no le paga, a los jugadores tampoco se les paga. Es algo muy inestable".
Sin ir más lejos, el Markaz Tulkarem logró ascender a la primera división del país a final de temporada, "en el último partido de liga y además con un gol en el minuto 89". No obstante, "si tú le preguntas a un jugador si le gustaría jugar en el Real Madrid, el Barça o aunque sea en el Osasuna, te lo firma con los ojos cerrados".
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