Este viernes el Barça ha anunciado el fichaje de Antoine Griezmann como nuevo jugador azulgrana. La cúpula del conjunto culé ha desembolsado 120 millones de euros al Atlético de Madrid en concepto de pago por su cláusula de rescisión. Una operación con la que el francés aterriza en el Camp Nou con un contrato por cinco temporadas y una insólita cláusula de rescisión de 800 millones de euros.
Este último detalle es muy llamativo, ya que en la plantilla del Barça nadie ostenta una cláusula de semejante nivel; incluso Leo Messi tiene en su contrato una de menor valor (700 millones de euros) a pesar de ser el gran líder del equipo. Una clara muestra del blindaje que el club azulgrana quiere llevar a cabo ante sus nuevos fichajes galácticos a partir de este verano.
En la plantilla azulgrana todos los integrantes tienen cláusulas inferiores a las de Griezmann y Messi. En tercer lugar está un peso pesado del vestuario como Gerard Piqué con 500 millones de euros. Otros veteranos importantes del equipo como Sergio Busquets y Jordi Alba también ostentan la misma carta de libertad que el central, mientras que Luis Suárez baja hasta 200, Ter Stegen a (180) y Rakitic a 125.
Nueva política de blindaje del Barça a sus nuevos cracks
En el caso de los fichajes azulgranas de los últimos años se aprecia un incremento notable en la política del club de atar a sus jugadores. El Barça ha puesto altas cláusulas a De Jong, Arthur, Umtiti, Dembelé y Coutinho. Todos ellos tienen cláusulas de 400 millones de euros en sus contratos. Hasta en la portería se ha aplicado esta medida con la llegada de Neto, que tiene 20 millones más en su contrato que Ter Stegen.
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