El parón navideño de La Liga llegó sin tiempo para que Pablo Machín se comiera las uvas como entrenador del Espanyol. Duró en el cargo solo 77 días con un pobre balance de siete derrotas, dos empates y una solitaria victoria. Diez jornadas después ha vuelto a dejar vacante el asiento del banquillo periquito después de que ya lo dejara antes David Gallego en octubre. Este viernes recogerá el testigo Abelardo Fernández con una complicada misión por delante: salvar la categoría con el actual colista de la tabla.
El Espanyol marcha 20º con tan solo 10 puntos y eso que solo queda una jornada para dar por cerrada la primera vuelta. El penúltimo es el Leganés con tres puntos más y el tercer puesto del descenso lo ocupa el Celta de Vigo, con 14 puntos. La salvación para el conjunto catalán está ya a cinco puntos, distancia en la que se encuentra el Mallorca. Un histórico de La Liga que ha jugado 84 temporadas en Primera División y que no lo hace en Segunda desde 1994, ahora está en serios apuros.
El Alavés de Abelardo de 2018
Abelardo coge los mandos. Si bien para muchos entrenadores podía parecer una empresa realmente difícil salvar a este Espanyol, para Abelardo no es algo nuevo. La situación en la que llega al banquillo periquito recuerda a en la que lo hizo en la temporada 2017/2018 al del Alavés. Hace tan solo dos temporadas y con un equipo que había sufrido también dos destituciones, en este caso, antes de entrar en diciembre. Primero fue Luis Zubeldia y luego Giovanni De Biasi. Ambos se fueron con el equipo colista y solo Javier Cabello, el interino que les relevó a ambos, logró dejar al Alavés en la 19ª posición antes de que Abelardo aterrizara en Mendizorroza.
Los cambios que hará el Espanyol
Abelardo quiere repetir lo que consiguió aquel año. Ese Alavés que en diciembre parecía desahuciado acabó La Liga 14º con 47 puntos. Quedo más cerca de los puestos europeos que del descenso. El técnico asturiano obró el milagro. Repetir aquello será muy complicado, pero tiene un plan marcado como el de entonces: devolver la confianza a la plantilla, apostar por su 4-4-2 (lejos de lo enrevesado de Gallego y lo físico de Machín) y acudir al mercado (entre tres y cinco fichajes). Los refuerzos que suenan son de la talla de Mariano Díaz o Raúl de Tomás.
El Espanyol cuenta con jugadores de calidad que por sus condiciones le asemejan más a otro equipo que a aquel Alavés de Abelardo. Se trata del Valencia de 2016/2017, el otro ejemplo reciente de un equipo que antes de enero había destituido a dos entrenadores, se encontraba en puestos de descenso y acabó salvando la categoría. Pako Ayestarán no llegó ni a octubre y su relevo, Cesare Prandelli, fue cesado el 30 de diciembre dejando al equipo 17º en Liga. Voro, que ya cogió el equipo como interino tras la primera destitución, acabó la temporada colocando al Valencia 12º.
El Alavés y el Valencia demostraron al Espanyol que uno se puede salvar aunque haya cambiado dos veces de entrenador sin haber acabado la primera vuelta de La Liga. Hay margen de maniobra y sobre todo un mercado invernal al que acudir para pulir los aspectos que necesita un equipo que, hay que recordar, sí se mantiene vivo en la Europa League y en la Copa del Rey. Sus próximos rivales en sendas competiciones serán el Wolverhampton y el San Sebastián de los Reyes.
Con el tiempo a su favor, el Espanyol tiene razones para creer que puede evitar volver a Segunda casi 30 años después. Peor sería si la segunda destitución se hubiera producido pasado el mes de enero, como pasó con el Granada que descendió tanto en 2015 como en 2017 en dichas circunstancias.
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