No ha empezado el año de la mejor manera posible el Fútbol Club Barcelona. Los blaugranas han sufrido en medio mes un empate ante el Espanyol en el derbi de la ciudad condal, han caído en las semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid en los últimos minutos del partido y, la materia que nos interesa, ha visto como Luis Suárez tenía que pasar otra vez por el quirófano y estará cuatro meses de baja.
Esa fatídica baja no tiene un recambio de garantías después de que en verano no se completase el fichaje de ningún delantero centro. Aunque hay varias opciones para cambiar el esquema o para colocar a Leo Messi de falso nueve, la directiva blaugrana está buscando en el mercado un jugador que pueda ayudar suplir al uruguayo durante su tiempo de baja.
El problema es que el mercado de invierno no es una opción que asegure éxito para los equipos. Y especialmente para el Barça es una tradición que augura más fracasos que éxitos. Los movimientos que ha hecho desde que se inauguró esta ventana han sido jugadores que han pasado con más pena que gloria por el conjunto blaugrana, aunque alguno también se llevó alguna Champions League bajo el brazo.
Dos riesgos, dos fracasos
El final de los años noventa fue una época de asumir riesgos para hacerse con las jóvenes promesas después de que la Ley Bosman abriera el melón de este tipo de contrataciones. El Barça, con el final de la era Cruyff, buscó durante este mercado dos oportunidades que salieron rana.
La primera fue una apuesta de Bobby Robson que ha terminado siendo más famoso por ser el padre de Luis Enrique que por lo que hizo sobre el césped. Emmanuel Amunike llegó procedente del Sporting de Portugal por tres millones de euros y las graves lesiones le tuvieron más tiempo fuera que dentro de los terrenos de juego. Estuvo tres temporadas y jugó 26 partidos en total.
La campaña siguiente a la llegada de Amunike, con Louis Van Gaal en el banquillo, llegaría un defensa holandés a petición del técnico. Winston Bogarde fichó por el Barça a cambio de cuatro millones de euros que irían a parar a las arcas del Milan. En sus dos años como culé, jugó más partidos que el protagonista anterior, 41, hasta que fichó por el Chelsea.
Sin suerte con los argentinos
La relación de los futbolistas argentinos con el Barça es tradicionalmente buena. Evidentemente el peso de Leo Messi en esta historia es bastante importante, pero en la 2002/2003 y en la 2004/2005, justo antes de la aparición del astro, las cosas no eran tan favorables.
Juan Pablo Sorín era un lateral prometedor en la Juventus que se fue a River Plate a triunfar y después probar suerte en Brasil en Cruzeiro. Tras dos temporadas, quiso dar el paso a Europa y, con media temporada en Italia, le llegaría la oportunidad del un gran club como el Barça. En 15 partidos no convenció a la parroquia y volvería al club brasileño para continuar su carrera en el PSG.
El segundo argentino de esta ecuación es Maxi López. Llegó desde River Plate como una joven promesa después de cuatro temporadas en la élite en su país a cambio de seis millones y medio de euros. En dos temporadas no consiguió cumplir con las expectativas a pesar de un comienzo ilusionante. Solo jugó 19 partidos.
La gran apuesta
El Barça tomó la decisión de acometer el fichaje más caro de su historia, entre comillas por la operación de Neymar, en el mercado de invierno. Philippe Coutinho llegaba en el mes de enero de 2018 como la gran ilusión para apuntalar el proyecto posterior al extremo brasileño. Aunque contó con oportunidades, los 160 millones no terminaron de certificarse sobre el campo y el Liverpool salió victorioso de una operación que acabaría con la consecución de una Champions.
Coutinho, tras temporada y media, abandonaba la entidad blaugrana cedido al Bayern de Munich para abrir espacio a Antoine Griezmann. Parece que su futuro pasa más por el equipo bávaro que por una vuelta al Barça, por lo que su recuerdo en el Camp Nou es más que difuso a pesar de los 76 partidos en los que anotó 21 goles.
Esta apuesta opacó otras dos recientes que tampoco acabaron bien. Ibrahim Afellay llegó en 2011 a cambio de tres millones de euros como un proyecto de gran neerlandés. Las lesiones no le acompañaron y todo terminaría con una cesión al Schalke. Más corta fue la estancia de Yerry Mina. Los 11,8 millones que el Barça pagó a Palmeiras se tradujeron en 30 millones cuando el Everton vino a por él al verano siguiente. Solo jugó seis partidos.
Otros fiascos
También hay más nombres dentro de los 16 jugadores que han llegado en esta ventana de traspasos desde la temporada 1996/1997. Los gemelos De Boer llegaron juntos a cambio de 18 millones para el Ajax para que solo Frank tuviera relevancia en Can Barça.
Otro mal ejemplo es Coco que jugó 34 partidos antes de irse al Inter de Milán. Edgar Davids se vistió con la camiseta blaugrana 18 veces en los últimos coletazos de su carrera, como Demetrio Albertini que solo disputó seis encuentros. Y más recientemente Arda Turán y Aleix Vidal llegaron como necesidades después de la sanción de FIFA por irregularidades en fichajes de menores a cambio de 52 millones en total.
Pero no todos han sido malos. Jose Manuel Pinto llegó para paliar la grave lesión de Albert Jorquera a coste cero y pasó seis temporadas en las que acumuló una gran cantidad de títulos y ser, probablemente, el fichaje más exitoso en los mercados de invierno.
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