En medio de toda la vorágine del coronavirus, en Alemania la revolución ha llegado por un motivo muy distinto. Pancartas, cánticos e incluso futbolistas pidiendo a sus aficionados que cesen ya con una campaña que tiene en el centro de la diana al empresario y dueño del Hoffenheim, Dietmar Hopp.
La pregunta es: ¿quién es Dietmar Hopp y por qué se ha convertido en el hombre más odiado en el fútbol alemán? Nacido el 26 de abril de 1940 en Heidelberg (Alemania) vivió desde muy pequeño una gran pasión por el Hoffenheim. Tanto es así, que incluso en su día pasó por las categorías del club.
Pero su destino le tenía preparado un futuro muy lejos de los terrenos de juego. Dietmar Hopp es un magnate del mundo de la tecnología. Cofundador de la empresa de software SAP, la tecnológica alemana más importante del mundo con un valor en Bolsa de más de 145.000 millones de euros, no se olvidó de su Hoffenheim cuando empezó a amasar grandes cantidades de dinero.
Con una fortuna valorada en 5.300 millones quiso transformar un equipo de barrio como el Hoffenheim en uno de los grandes del fútbol alemán. Para ello, comenzó a inyectar dinero en el club de Sinsheim capital en el año 2000. Fue así como este conjunto de barrio, que ni siquiera podía soñar con llegar a codearse con los grandes de la Bundesliga o incluso de Europa, fue ascendiendo de categoría.
El Hoffenheim pasó de jugar en la cuarta división en la temporada 2000/2001 a la categoría de oro del fútbol alemán en la 2008/2009. Un ascenso meteórico del que es 'culpable' un Dietmar Hopp que ha tenido que hacer frente a todo tipo de insultos, a juicios por esas calumnias procedentes de aficionados de clubes rivales y que en las últimas semanas ha revivido todo ese infierno.
¿Mecenas o corrompedor?
El multimillonario germano también creó la Fundación Dietmar Hopp en el año 1995. Esta nació para proyectos de caridad y, hoy en día, está considerada como una de las más importantes del Viejo Continente. A fecha del pasado mes de diciembre de 2019, esta había distribuido un total de 800 millones de euros entre las cuatro áreas a las que apoya: asuntos sociales, medicina, educación y deporte.
El epicentro de su actividad se sitúa en la región de Rhine-Neckar. "Nací y crecí aquí. Esta es la cuna de mi éxito. Por eso ahora me gusta devolver algo a la región", ha dicho el propio Hopp. En la Fundación que lleva su nombre se promueve la coexistencia de jóvenes y mayores, además de la investigación médica de cáncer y pediatría.
Sobre la iniciativa de crear una Fundación para ayudar a los que más lo necesitan a través de su imperio, Dietmar Hopp señaló en El País que "la respuesta es sencilla: las buenas obras le hacen sentirse a uno tremendamente bien". "Así puedo devolverle algo a la sociedad. La verdad es que he tenido mucha suerte. Y se necesita también si eres empresario", añadió.
Estas buenas acciones no le han impedido topar con la furia de los radicales del fútbol de su país. La tradición en Alemania es muy importante. Allí no vale el dinero por el dinero, si no es fundamentado en unos pilares de trabajo, esfuerzo y dedicación. Pese a que Dietmar Hopp ha construido su imperio gracias a esto, el formar un 'nuevo' Hoffenheim a golpe de talonario no ha gustado.
Los seguidores de clubes rivales califican de "artificial" e "inmoral" la manera en la que el Hoffenheim de Dietmar Hopp ha llegado a lo más alto. De hecho, incluso ha disputado la Champions League en la temporada 2018/2019. Las protestas se suceden y el pasado fin de semana durante un partido ante el Bayern Múnich, la tensión desencadenó en un final inesperado.
¿Por qué ese odio?
La hinchada del conjunto bávaro desplegó una serie de pancartas criticando la gestión de Dietmar Hopp. Además también se dedicaron numerosos insultos al máximo mandatario del Hoffenheim, cosa que llevó a decir 'basta' a los propios jugadores del Bayern Múnich. Fueron estos los que pararon el partido para pedir a sus propios aficionados que cesasen con esto.
El encuentro se reanudó pero, eso sí, hasta el pitido final, los futbolistas de uno y otro equipo no hicieron otra cosa que pasarse el balón de forma simbólica -el marcador ya era de 0-6-. Pero no solo sucedió algo así en un partido en el que uno de los contendientes era el Hoffenheim, sino que en el Unión Berlín - Wolfsburgo también hubo protestas similares por parte del sector más radical.
El motivo de ese rechazo a la figura de Hopp viene porque él dispone del 96 por ciento del accionariado del Hoffenheim. Esto se debe a una concesión de la propia Bundesliga después de que Dietmar haya estado inyectando dinero al club durante 20 años. Este era el periodo estimado para poder hacerse con la mayoría de las acciones, ya que en Alemania existe la regla del 50+1.
Esta marca que el 51 por ciento de la propiedad de los clubes en Alemania tiene que ser de sus socios. Esto preserva la identidad propia y fomenta el arraigo ante la amenaza, como pasa en otros países, de la llegada de inversores extranjeros. Sin embargo, toda norma tiene su trama o, mejor dicho, su excepción, y este caso no iba a ser menos.
Hace años se comunicó que en el caso que una persona física, o también una compañía, financiase de forma sustancial un club durante un periodo continuado de al menos 20 años, este inversionista podría acceder si así lo quisiera con una participación mayoritaria en dicha institución deportiva.
El precedente de Dietmar Hopp abre un debate que tiene al fútbol alemán en alerta. No quieren perder ese romanticismo que les ha acompañado respecto a los petrodólares y a los jeques. Sin embargo, el magnate del Hoffenheim solo ha hecho crecer al equipo de sus amores, del que fue canterano cuando era un niño... ¿es tan malo por eso?
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