"Bomba biológica", con este término definió el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, el partido que enfrentó al Atalanta de Gasperini y al Valencia de Celades en San Siro el pasado mes de febrero. "En ese momento no sabíamos lo que pasaba. El primer paciente en Italia fue el 23 de febrero. Si el virus ya circulaba, los cuarenta mil aficionados que fueron al estadio de San Siro se contagiaron. Nadie conocía que el virus ya circulaba entre nosotros", dijo.
Semanas más tarde, desde la OMS continuaron con esta línea de argumento. "Creo que el partido del 19 de febrero jugó un papel importante. Un tercio de la población de Bérgamo se concentró en un estadio e hizo una fiesta. No es por azar que sea la zona más afectada y no es por azar si los valencianos que pasaron de Italia a España actuaron como transmisores en su país", comentó Walter Ricciardi, representante de la OMS en Italia.
Pese a que el virus ya era una realidad tanto en España como en Italia, el partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League se jugó en Mestalla. Aunque los aficionados no pudieron acceder a las gradas del estadio che, sí que se congregaron en los aledaños del campo e incluso seguidores del Atalanta viajaron hasta la capital del Turia para apoyar a los suyos.
Si la eliminatoria entre el Valencia y el Atalanta no había sido ya fuente de incesantes polémicas, ahora se ha sabido la gota que colma el vaso y que tiene como protagonista al entrenador de la escuadra italiana. Gianpiero Gasperini confirmó, en declaraciones para La Gazzetta dello Sport, que antes del partido de vuelta en Mestalla ya notó síntomas propios del Covid-19.
"Tuve el coronavirus. Me sentí mal antes del Valencia, el día del partido (10 de marzo) estaba aún peor. Sin fiebre, pero estaba hecho un desastre. Nunca me hicieron PCR, aunque el serológico confirmó que tuve la enfermedad", comenzó a explicar Gasperini, quien después relató lo mal que lo pasó, llegando a sentir "los huesos en pedazos", y también que perdió el sentido del gusto.
"El día antes del partido de Valencia estaba enfermo, la tarde del partido peor. No tenía una cara buena en el banquillo. Era el 10 de marzo. Después de Valencia, en las dos noches siguientes en Zingonia dormí poco, no tuve fiebre, pero sentí los huesos en pedazos y fuera parecía estar en el momento de la guerra: cada dos minutos pasaba una ambulancia con sirenas explicadas. Había perdido el gusto, pero no sabía que tenía el virus. Entonces, las pruebas serológicas tomadas hace un par de semanas confirmaron: tuve el coronavirus", confesó en el medio italiano.
Enfado del Valencia
En el Valencia no tardaron en reaccionar a la confesión de Gasperini y emitieron un comunicado condenando que el técnico del Atalanta no fuese honesto y dijese lo que le pasaba. Todo lo contrario, en lugar de quedarse en cuarentena viajó hasta Valencia con el resto de la expedición italiana poniendo a todos los que formaron parte de aquel partido en peligro.
El conjunto blanquinegre se hizo eco de las palabras de Gasperini y en su nota oficial expresó de forma pública "su sorpresa por el hecho de que el entrenador del equipo rival en la eliminatoria de 1/8 de final de Champions League reconozca que tanto el día anterior como el del partido disputado el pasado 10 de marzo en Mestalla fue consciente de, como mínimo él mismo, estar sufriendo síntomas presuntamente compatibles con el coronavirus sin tomar medidas preventivas, poniendo en riesgo, si ese hubiera sido el caso, a numerosas personas durante su viaje y estancia en Valencia".
"Hay que recordar que este partido se disputó a puerta cerrada, rodeado de estrictas medidas al respecto, por obligación de las autoridades sanitarias españolas para prevenir el riesgo de contagio por Covid-19, precisamente ante la presencia de personas procedentes de una zona ya en esa fecha calificada públicamente de riesgo", sentenció el Valencia en su comunicado.
El temor de la UEFA
Este acto imprudente del entrenador del Atalanta se une al que hace tan solo unos días protagonizaron los futbolistas del Sevilla. Ocampos, 'El Mudo' Vázquez, Luuk de Jong y Banega organizaron una comida y la mujer de este último publicó varias fotografías en sus redes sociales que aunque más tarde borró, el daño ya estaba hecho.
Lo que se denunció entonces fue que en la reunión había más de diez personas, algo prohibido en la fase que se encontraba la ciudad hispalense. Un acto de "relajación" por el que recibieron un tirón de orejas por parte de LaLiga y por el que todos ellos, uno tras otro, perdieron perdón en sus respectivas cuentas de Instagram.
Este tipo de "relajación" de los jugadores a los que aludía LaLiga no solo lo teme el organismo del fútbol español, sino también en la propia UEFA. No cumplir de forma estricta los protocolos puede poner en riesgo que se puedan finalizar tanto los campeonatos domésticos como la Champions y la Europa League.
Todos los organismos pondrán en práctica la realización de test a los futbolistas y resto de trabajadores de los clubes antes de cualquier partido, el plan es que nadie pueda ocultar un positivo que ponga en peligro las competiciones, tal y como hizo en su día Gasperini. Pero también se apela a la honestidad y responsabilidad de los propios protagonistas para que el final de la temporada 2019/2020 se lleve a cabo sin sustos y sin nada que lamentar.
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