El 14 de enero de 2020 se convirtió en uno de los más felices en la vida profesional de Quique Setién. Después de que durante varios días se hablase de que el Barcelona iba a destituir a Ernesto Valverde, el momento llegó y el cántabro fue el elegido para sentarse en el banquillo culé. Comenzaba un sueño perseguido durante años.
Al igual que se dice que cuando pides tener suerte, debes especificar que sea buena para que no te llegue la mala, los sueños pueden acabar convirtiéndose en pesadillas. Tal vez no ha llegado hasta este punto el ex de equipos como el Betis o Las Palmas, pero su situación comienza a ser crítica y va perdiendo apoyos con el paso de cada día.
Cuando llegó a Can Barça no fue la primera opción. Antes de él, el club catalán tanteó tanto a Ronald Koeman como a Xavi Hernández. Ante la negativa de ambos a coger el equipo a mitad de temporada, se eligió a Quique Setién como el elegido para sustituir a 'El Txingurri'.
"Solo puedo garantizar una cosa, mi equipo va a jugar bien", dijo el técnico en su puesta de largo como entrenador del Barcelona. Unas palabras que han venido resonando cada vez con más fuerza y que desde el reinicio de La Liga se han convertido en un motivo de crítica constante.
El Barça de Setién ni convence ni emociona. No ya solo porque hayan tenido dos pinchazos que pueden valer un título, sino porque el equipo no juega a nada. Fútbol raquítico, con desajustes, sin verticalidad y pendiente de que Leo Messi haga una genialidad de las suyas para salvarse de la quema.
Con este escenario y luego de dejar de depender de sí mismos para conquistar La Liga, el entrenador cántabro va perdiendo apoyos, estando cada vez más solo. Incluso en el vestuario ya no se cortan en señalarle de forma pública y es que lo que mal empieza... mal acaba.
Vestuario en contra
No entró con el pie derecho Quique Setién al vestuario azulgrana. Fueron varios los pesos pesados que no entendieron ni la destitución de 'El Txingurri' ni la apuesta por el ex del Betis. De hecho, esta decisión abrió una brecha, quién sabe si salvable, entre Messi y Abidal.
El secretario técnico culé hizo unas declaraciones señalando a los jugadores como los culpables del despido de Valverde: "Muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho y también había un tema de comunicación interna. La relación entrenador-vestuario siempre ha sido buena, pero hay cosas que como exjugador puedo oler. Comuniqué al club lo que pensaba y había que tomar una decisión".
Lionel Messi pareció darse por aludido y tomó sus galones para responderle: "Sinceramente no me gusta hacer estas cosas pero creo que cada uno tiene que ser responsable de sus tareas y hacerse cargo de sus decisiones. Los jugadores de lo que pasa en la cancha y además somos los primeros en reconocer cuando no estuvimos bien. Los responsables del área de la dirección deportiva también deben asumir sus responsabilidades y sobre todo hacerse cargo de las decisiones que tomar".
Las diferencias entre técnico y vestuario han estado después de que se consumase el segundo pinchazo culé en el reinicio liguero. Fue Luis Suárez el que apuntó directamente en la dirección de Quique Setién como el culpable de los malos resultados.
"Para algo están los entrenadores, para analizar esa clase de situaciones. Nosotros lo damos todo dentro del capo y te queda la sensación de que fuera de casa estamos perdiendo muchos puntos importantes que no perdíamos otras temporadas", dijo el delantero uruguayo nada más acabar el partido ante el Celta de Vigo.
"El Barcelona le va grande", esta es la sensación que tiene el vestuario culé respecto al todavía míster. Al menos eso es lo que desvelaron algunos medios catalanes hace ya varios meses, justo después de la derrota de El Clásico. El parón parecía que daba un respiro a esta relación entre jugadores y entrenador, pero los empates contra Sevilla y Celta fuera de casa vuelven a agitar el avispero.
Filosofía que no cuaja
La apuesta de Setién para su Barça era la de un equipo que iba a jugar bien. Seguidor del estilo de Guardiola, el técnico cántabro quiso dar su toque al juego culé, pero poco más de medio año después, la realidad es muy diferente. Cuando el conjunto blaugrana ha ganado en las últimas semanas no lo ha hecho a base de recitales, sino por jugadas puntuales en medio de aburridas actuaciones.
Los jugadores no entienden algunas decisiones del técnico y de hecho al propio Setién se le vio perdido y sin nada que decir a sus pupilos durante la pausa de hidratación ante el Celta en la segunda mitad. La tensión está llegando a un nivel máximo y el puesto del cántabro está en serio peligro.
En Inglaterra comienzan a especular con la opción de ver a Pep Guardiola cambiando el Manchester City por el Barcelona. De hecho, se afirma que es el club catalán el que quiere de vuelta al de Sampedor. Parece que el futuro de Quique Setién en Can Barça se tiñe de negro.
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