Entre 1997 y 1998 la empresa del presidente del Real Madrid construyó el estadio del Leganés. El fútbol tiene estas cosas. "Butarque", llamado así por la patrona de la ciudad, solo tiene una tribuna cubierta para los espectadores, el resto de las gradas no tiene techo. Solo desde noviembre de 2014 tiene vídeo marcador y apenas caben 12000 personas pero allí se vive un FÚTBOL de los de antes, en letras mayúsculas. ¿Yo?, yo soy del Lega, presumen muchos madrileños.
Asier Garitano llegó a Leganés en 2013 y aquello supuso un punto de inflexión para el equipo. Cuando estás en el ostracismo es difícil dar con la tecla. El entrenador vasco apretó los tornillos de la defensa, la pócima más sencilla y a la vez más solvente, para triunfar en las categorías del fútbol español en las que no manda "papá dinero". El cuadro «pepinero» retornaba así en 2014 a Segunda División y solo dos años después daba el sorpresón de la temporada al lograr el ascenso directo a Primera como segundo clasificado. Competir de tú a tú con Messi, Cristiano y compañía había dejado de ser un sueño, el "súper Lega" se había sentado a comer en la mesa de los grandes.
Desde entonces el club ha peleado en primera división con un único objetivo: la permanencia. (Qué suerte tienen algunos). En estos cinco años en la élite, han saboreado las mieles del éxito dejando portadas para la historia, como cuando se cargaron al Real Madrid en cuartos de la Copa del Rey en 2018 o cuando le remontaron al Barcelona en Butarque al año siguiente.
Pero esta noche se han despertado del sueño y han sucumbido a los vestigios del destino. Desahuciados durante toda la temporada han logrado llegar al último minuto del último partido, a un gol de la salvación. El Madrid, entregado a la profesionalidad y a la causa, peleó el partido durante sesenta minutos pero la cabeza de los blancos ya estaba en otro lugar. El 'Lega' sabía que el Celta sufría en Cornellá, que Aspas y compañía no estaban jugando "un pimiento" y que la épica estaba a punto de consumir la tinta de los periódicos de mañana. Pero no. No hubo épica y los soldados pepineros murieron de pie y el Celta de Vigo se salvó de rodillas.
El 'Lega' vuelve a la categoría de plata entre lágrimas y bajo los laureles de las palabras de Bustinza porque la gloria no siempre se alcanza en la victoria: "Ojalá que podamos servir como ejemplo para todas esas personas que están peleando, se puede luchar hasta el final con orgullo".
Nada más que añadir su señoría.