París es la ciudad del amor, de las luces, de la Torre Ifel, de Notre Dame, de los Campos Elíseos, punto importante de la gastronomía, de la cultura, de la moda y desde hace algo menos de nueve años también lo es del dinero y del fútbol. París también es el Paris Saint-Germain, un equipo y club con un proyecto faraónico que ha hecho suya a una constelación de futbolistas galácticos para intentar hacerse con el trono del fútbol europeo.
Hoy en día es imposible hablar de París y no pensar en su equipo de fútbol, ese que domina el balompié galo con puño de hierro, pero que ha naufragado en Europa tras haber invertido mucho tiempo y muchos recursos para poder crear un equipo de estrellas que compitiera contra los mejores equipos del mundo. El PSG es hoy en día uno de los grandes ejemplos de la entrada de capital en un club con una verdadera intención deportiva de llevar a la entidad a lo más alto, sin medias tintas, poniendo la carne en el asador y haciendo del equipo un auténtico palacio de oro.
Ese palacio de oro con sede en el Parque de los Príncipes y que ha gastado cientos y cientos de millones de euros en la última década podría estar viendo por fin la luz al llegar, después de todo, a su primera final de la Champions. El macro proyecto del señor Nasser bin Ghanim Al-Khelaïfi, más conocido como Al-Khelaïfi simplemente, está ante su primera gran oportunidad de poner un broche dorado a su obra, ante su primer momento decisivo de pelear por la joya de la corona del fútbol europeo, esa copa tan deseada y por la que Qatar Sports Investment decidió aterrizar en la capital francesa con el objetivo a corto plazo de alzarla al cielo y depositarla por primera vez en su historia en sus vitrinas.
Y para hacer ese sueño realidad, el PSG cuenta con sus dos máximos exponentes del lujo y del gasto, los dos futbolistas más caros del mundo, las dos estrellas por las que suspiran y han suspirado los clubes más grandes de Europa. Ganar la final de la Champions pasa por los pies y la cabeza de Neymar y de Mbappé.
Un equipo sin identidad
Si por algo se caracteriza el Paris Saint-Germain, para su desgracia, es por tener una total falta de identidad. Al menos así lo demuestra su historia, compuesta a retales de diferentes proyectos e inyecciones de capital sin un destino claro, sin una trayectoria, sin una trascendencia histórica más que la de ser un equipo cartera que intenta construir su legado sin unas bases sólidas y sostenibles, si no que funciona a momentos, momentos en los que posee capital y momentos en los que no.
Es cierto que tiene un origen más histórico de lo que reza su pasado reciente, pero también es cierto que su concepción como club data solo del año 1970, cuando se produjo la fusión entre el Paris Football Club y el Stade Saint-Germanois. De esta forma surgió el PSG que todo el mundo futbolístico conoció después. Un club sin pasado, pero con grandes ambiciones que nunca ha terminado de materializar, que ha dado tumbos entre época de bonanza y de ostracismo, plegado ante clubes con más tradición y con más historia, esperando su momento y su oportunidad para crecer a base de inyecciones de futuro en forma de capital externo.
Su primera gran expansión, que trajo uno de sus primeros grandes momentos a nivel deportivo, se produjo gracias a la llegada del patrocinador Canal+, que materializó la compra del club en mayo de 1991. Durante esta etapa se realizaron grandes fichajes como el del brasileño Raí y se conquistó una liga, varios subcampeonatos, cinco títulos de copa, dos de copas de la liga y otras tantas supercopas.
Fue el primer momento de cierta grandeza que tuvo el club desde su fundación en 1970 y la primera ocasión en que sus aficionados dejaron de sentir una profunda tristeza por pertenecer a un equipo sin aspiraciones a grandes títulos. Durante esta etapa también llegó alguna presencia europea de mérito. Sin embargo, con la llegada de la década de los 2000 la inversión fue perdiendo fuerza y el ritmo ganador del PSG, que no había conseguido consolidarse en liga, fue perdiendo vigor.
La desilusión amenazaba de nuevo con hacer acto de presencia en un equipo que vagaría algún año más buscando una nueva inversión que lo hiciese revitalizarse para poder volver a pelear por cosas importantes, al menos en Francia.
Tras la caída del equipo, Canal+ decidió vender sus participaciones del equipo francés a tres socios inversores diferentes que intentaron volver a llevar a buen puerto al club. El PSG pasó a ser propiedad de Colony Capital, Butler Capital Partners y Morgan Stanley. Esta nueva inversión provocó que la imagen del club mejorara, volviendo a los puestos cabeceros tras haber completado una larga etapa en zonas cercanas al descenso.
La intención de continuar el proyecto fructificó en la figura de Colony Capital, que en 2009 decidió adquirir las acciones de Morgan Stanley y pasó a poseer el 95% del club. Comenzaron de esta forma los años más gloriosos del equipo, especialmente cuando dos años más tarde llegó la inversión más poderosa que ha llegado a un club europeo junto con la realizada en el Manchester City. Fue el momento en el que aterrizó Qatar Investment Authority para comprar el 70% de la entidad y comprometerse a una reconstrucción total del club, una reforma absoluta de la plantilla y una inversión, casi a fondo perdido, con la clara intención de hacer al PSG un club puntero en Europa.
Durante esta primera etapa llegaron los primeros grandes fichajes al PSG, que se convertía en un nuevo destino para futbolistas de grandes equipos europeos que tenían la oportunidad de ganar mucho dinero, competir en una liga no muy exigente y formar parte de un proyecto que comenzaba a ser ambicioso. De esta forma llegaron algunos nombres como Diego Lugano, Kevin Gameiro o Javier Pastore, así como figuras importantes en la dirección como Leonardo o Carlo Ancelotti, que pasó a ocupar el banquillo parisino.
Más tarde llegó el final de la absorción, la compra total del club por parte de Qatar Investment Authority a Colony Company, pasando a ser el único propietario de la entidad de la ciudad de París. A partir de ese momento, en el año 2012, comenzó el proyecto que ha llegado hasta el presente y que ha metido al PSG por primera vez en su historia, tras muchas temporadas de desembolsos multimillonarios, en su primera final de la Champions, la primera oportunidad de conseguir la ansiada guinda del trofeo.
La semilla de Ibra
Si algo marcó la grandeza del PSG en sus primeros años fue la llegada de su primer gran jugador, de su jugador emblema, de la leyenda que será recordada para siempre como la figura que hizo crecer en torno a su figura a un equipo de media tabla que gracias a las inversiones y a su llegada pasó a ser uno de los grandes aspirantes de Europa. Ese jugador estrella no fue otro que Zlatan Ibrahimovic. El sueco llegó en la segunda hornada de grandes jugadores que aterrizaron en París, tras los Pastore, Gameiro y compañía y junto a nombres como el de Thiago Silva o Lavezzi.
Alrededor de Zlatan se creó un París mucho más sólido, competente y regular, que tenía un jugador que definía partidos por sí solo, que daba espectáculo, que era un ídolo de masas y un líder del vestuario. También se convirtió en un reclamo para que otros grandes jugadores aterrizaran en el equipo y formar parte de aquella colección de estrellas que Qatar Invesment Authority estaba reclutando. La presencia y el liderazgo de Zlatan provocó la llegada de otras figuras como Edinson Cavani, Marquinhos o la de la perla del fútbol italiano Marco Verratti, que accedió a crecer en el PSG rechazando a muchos clubes de Europa con más historia.
El PSG de Zlatan comenzó a dominar en Francia con asiduidad y empezó a ser considerado no solo un habitual en Champions, si no un rival peligroso e indeseado. En torno a la figura del sueco el equipo parecía otra cosa, mucho más maduro, mucho más preparado para las grandes batallas, además de mucho más peligroso para los rivales porque ‘Ibra’ era una garantía de gol. Su influencia en el club fue tal que en poco tiempo se convirtió en uno de los mejores jugadores de toda su historia, si no el mejor, además de ser el máximo goleador de la historia del club con 159 tantos. Este hecho fue muy valorado por la afición que lo acogió como a un verdadero ídolo. La falta de leyendas, de símbolos llegados desde la cantera o de míticos capitanes fue rellenada por la figura de un Ibrahimovic omnipresente.
El sueco formó una dupla letal con Cavani donde el uruguayo era el killer e Ibrahimovic el mago que inventaba y creaba. Tal fue su asociación que pronto Edinson comenzó a escalar en la lista de goleadores del club hasta superar al propio Zlatan para quedar hoy en día como el máximo anotador de la historia de la entidad gala con 201 tantos. Ambos superaron con creces a ‘mitos’ del equipo como Pauleta o Rocheteau.
Tras la consolidación de estas leyendas fueron llegando otros jugadores para seguir dando vuelo a un proyecto que parecía no tener fin. Uno de esos grandes fichajes fue Ángel Di María, convertido hoy en una pieza indiscutible del conjunto parisino y en un valor diferencial por su calidad, su despliegue físico y su desborde. Tanto creció el conjunto blue que alguna de sus estrellas como Ibrahimovic partieron, pero las mimbres de un gran equipo ya se habían quedado allí, por lo que el crecimiento del PSG ahora sí era plausible.
El único punto flaco del proyecto, y una de las razones por las que su dominio no conseguía despegar del todo en Europa, era por la falta de conexión entre los entrenadores y el proyecto. Muchas fueron las figuras que pasaron por el banquillo del Parque de los Príncipes, pero ninguno fue capaz de darle una identidad propia o una idea establecida más allá de la acumulación de estrellas, por ello, terminaba cayendo por su propio peso como un castillo de naipes donde todos eran ases. Nombres de la importancia de Ancelotti o Laurent Blanc intentaron de forma inútil llevarlo al éxito absoluto.
La experiencia en Europa
Si el PSG es un equipo sin una gran identidad, sin un sentimiento de pertenencia o sin un arraigo especial que se nota y que marca la diferencia en las grandes noches es, en particular por ausencia de grandes noches. Y, sobre todo, esa ausencia de grandes noches viene provocada por la nula presencia que ha tenido en Europa el equipo parisino, donde nunca ha sido protagonista hasta este año. Ni las enormes inversiones de dinero han provocado que el PSG alzara grandes conquistas o fuera un habitual de las finales europeas.
Por ello, el bagaje del Paris Saint-Germain es tan pobre cuando sale a competir en el continente europeo, y por eso se ha celebrado como se ha celebrado el pase a su primera final de la Champions de su historia. Cierto es que las circunstancias no son las idóneas para ese tipo de celebraciones totalmente injustificadas, pero al menos es entendible el sentimiento o el deseo. No la obra o la acción, pero sí el sentimiento de vivir algo único. Y es que esta plantilla del PSG tiene ante sí una oportunidad única, más allá de llegar por una vez a la meta de un camino que se empezó a andar hace casi nueve años y que ha ido creando un camino de oro y gasto. Esa oportunidad única es la de ganar, o incluso de disputar, por primera vez un gran título europeo.
Las desangeladas vitrinas del PSG se convierten casi en una sala vacía cuando se entra en la habitación de títulos europeos, ya que entre el polvo y las telarañas se asoman tímidamente una Recopa de Europa del año 96 y una Copa Intertoto de la UEFA del año 2001. Y hasta ahí se reducen los laureles europeos del equipo parisino. Por eso, esta final de la Champions supone tanto para los que llevan al PSG en el corazón durante tanto tiempo, para los que no es una simple moda abarrotada de dinero, para los que tan solo es un club modesto lleno de billetes, pero falto de éxitos de caza mayor.
El resto de sus apariciones europeas se reducen a una final de la Recopa de Europa del año 1997 y a una final de la Supercopa de Europa del año 1996 como consecuencia de haber ganado la Recopa ese mismo año.
En cuanto a la Champions, sus resultados no son mucho mejores, ya que están sin lugar a dudas ante su mejor edición. Su andadura más larga hasta este año habían sido las semifinales del año 1995, por lo que ni siquiera las inversiones faraónicas de los últimos años habían permitido al club acercarse a la ansiada final de la Liga de Campeones, cita por la que han estado suspirando casi una década de inversión y casi 50 años de historia.
Neymar, Mbappé y un proyecto de 1300 millones
Si por algo se ha caracterizado el PSG estos últimos años es por sus sonados fichajes. Contrataciones de todo tipo, pero sobre todo contrataciones que han dejado en shock el mundo del fútbol y del mercado, y que han ido provocando progresivamente la inflación de los precios hasta convertirse en algo desorbitado y prácticamente insostenible. Grandes traspasos y grandes sueldos que han convertido París durante muchos años en una jaula de oro donde los jugadores llegaban, pero casi nunca salían a pesar de no ganar nada de importancia.
Sin embargo, dos fichajes se han llevado la palma estas últimas temporadas, y es que los dos fichajes más caros de la historia son obra del PSG y estarán liderando al equipo en esa mítica final de la Champions. Son dos nombres conocidos por todos, pero son los dos nombres que realmente han conseguido llevar al equipo hasta el que era su objetivo real. Igual que apareció en un momento realmente complicado para situar sobre sus hombros un proyecto nuevo, Neymar y Mbappé han dado ese salto diferencial y definitivo al equipo para colarlo entre los mejores del mundo y hacerlo un aspirante a la Champions, consagrado de manera oficial esta temporada.
Neymar costó la friolera de 222 millones de euros y se convirtió, tras su llegada, en la punta de lanza de un equipo donde ya había otras estrellas como Di María, Cavani o Verratti. El brasileño llegó procedente del FC Barcelona en una operación que reventó el mercado, provocó un seísmo en Can Barça y se que quedó registrada como el fichaje más caro de la historia. Su rendimiento en Francia ha sido irregular, con muchos rumores que lo han acercado a Real Madrid y Barcelona, con disputas y líos con la directiva, con roces dentro de un vestuario de egos, pero también con mucha magia sobre el césped que solo han parado las lesiones, muchas eso sí.
Precisamente esta es la primera edición de la Champions en la que el brasileño puede estar a pleno rendimiento y prácticamente él solo junto a Di María ha conseguido meterlo en la final de la fase especial de Lisboa. Neymar, que llegó para liderar este proyecto faraónico, ha ejercido por fin su labor de estandarte del club y lo ha puesto donde tantos años soñaba.
Por su parte, Mbappé se convirtió a su llegada a París en el segundo fichaje más caro de la historia en una operación que, de cumplirse todas las variables, podría llegar hasta los 180 millones de euros. Una auténtica barbaridad a la altura de la de Neymar, pero que solo ha servido para llegar a una final de la Champions y que no ha supuesto un gran perjuicio al capital catarí con total de acerarse a su sueño de levantar la orejona.
Neymar y Mbappé son ahora mismo las joyas de la corona de Al-Khelaïfi, sus dos valores más preciados y los diamantes más brillantes de un proyecto que ha costado más de 1300 millones de euros desde su llegada en el año 2012, y que acumula ya un total de 860 millones en pérdidas. Todo sea por ganar la Champions y empezar a crecer en Europa.
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