Una final de la Champions con Izquierda Unida como gran aspirante al título parece algo surrealista. Sin embargo, esta temporada se puede producir en el mundo del fútbol sala. Y, en un primer momento, solo el FC Barcelona puede impedirlo este viernes a las 21:00 horas. El equipo catalán afronta las semifinales de la Final Four de la Champions contra el Partido Comunista de Rusia, una entidad con poca historia deportiva pero que a base de inversión se ha asentado entre los grandes clubes continentales.
El PC, también conocido como MFK KPRF, nació en 2003 a raíz de un torneo con el único objetivo de entretener. Los partidos políticos organizaban pequeños equipos y competían entre ellos. Una especie de pachanga que supuso el germen de una entidad a dos partidos de convertirse en el mejor equipo de Europa.
Fue hace 17 años, cuando Putin aumentaba su poder en Rusia ganando las elecciones legislativas. La Duma, cámara baja del parlamento del país, quedaba bajo el control absoluto de Putin. Y su rival, el Partido Comunista, perdía apoyos hasta quedar en segunda posición con menos del 13% de los votos. Un resultado muy diferente al cosechado en las pistas de fútbol sala semanas antes de las elecciones.
El Partido Comunista se hizo con el triunfo entre los equipos de los partidos políticos. Decidió entonces, con el que fuera primer vicepresidente del Comité Central del Partido Comunista de Rusia, Iván Mélnikov, armar un proyecto deportivo que iría creciendo paulatinamente. Se pasó de competir en la liga de Moscú a ingresar como un equipo más en la competición oficial del país. Todo ello mientras se apoyaba a otros deportistas de diferentes disciplinas. Uno de sus objetivos es fomentar la actividad y reflejar su importancia social.
Tras esa pequeña evolución, era la hora de probarse en la Superliga. Dos temporadas les bastaron para ganar la segunda división del país y ascender a la élite rusa. Entre los grandes costaba más. Y no fue hasta las últimas temporadas cuando consiguieron pelear por los puestos de arriba. La temporada pasada quedaron subcampeones, y la última campaña, finalizada en agosto por cuestiones sanitarias, supuso el primer título nacional para el Partido Comunista.
Ahora aspiran a ganar la Champions. Lo hacen equipados con trajes de Nike. El símbolo de la multinacional a un lado. Al otro, el escudo del club con la hoz y el martillo. Sus jugadores, mayoritariamente rusos, se nutren también de brasileños y nacionalizados. Y, sorpresa, dos españoles con gran trayectoria en la División de Honor.
Dos españoles en el PC
Si algo tiene el Partido Comunista de Rusia es un claro acento español. Y es que son dos los internacionales que forman parte de la plantilla moscovita y que, además, ejercen como dos de las grandes estrellas del equipo. Un segoviano y un albaceteño que aspiran a proclamarse campeones de Europa con la entidad rusa.
El primero en llegar fue Ángel Velasco Marugán, más conocido por Lin en el mundo del fútbol sala. Corría el 2016. Acumulaba seis temporadas en el FC Barcelona y la idea era que siguiera una más, como mínimo. Sin embargo, el club modificó la estructura de la sección y transmitió al ala que no contaba con él.
Fue entonces cuando se le abrió la puerta del Partido Comunista de Rusia. Un club que poco a poco estaba creciendo en el país y que aspiraba a ganarse un hueco fijo entre los grandes de Europa. Lin apostó todo al PC y se marchó junto a otro español como Adri, procedente de ElPozo. Este segundo, sin embargo, abandonaría el equipo en 2017 por motivos personales.
La aventura de Lin sigue vigente. Y el título cosechado recientemente no hace más que reafirmar el acierto que tuvo al probar la aventura rusa. Allí, además, comparte vestuario con otro español como Raúl Gómez. El ala de 25 años, tras el pago de su cláusula, hacía las maletas a principios de 2020 para jugar con el Partido Comunista. Una apuesta que, por el momento, está resultado bastante exitosa para el internacional.
Valdepeñas será comunista
A pesar de que la Final Four de la Champions de fútbol sala la disputan cuatro equipos, hay un quinto en discordia que estará muy atento desde Castilla-La Mancha. Y no es otro que Viña Albali Valdepeñas. Un club que ascendió a la máxima categoría nacional en 2018 y que, tan solo dos años después, podría disputar un torneo de nivel continental.
Un logro que supondría el broche de oro a una gran temporada y que se debe, única y exclusivamente, a su resultado en los playoffs que determinaron el campeón del fútbol sala español. Movistar Inter se hizo con el título en un formato exprés elaborado por la RFEF como alternativa a la pandemia de la Covid-19. Y allí, en Málaga, Valdepeñas consiguió llegar a la final rozando el cinturón de campeón. Un gol les habría dado el billete directo, pero tuvieron que someterse a esta larga espera hasta octubre.
Las opciones de Valdepeñas de estar en la próxima Champions son muy sencillas. Ningún equipo español puede ganar la Final Four. Inter ya tiene el billete certificado, pero Barça y ElPozo pelean todavía por un puesto en la competición europea. Si alguno de estos dos equipos se hace con el título, ganará automáticamente una plaza continental. Si por el contrario ninguno lo hace, Valdepeñas será equipo de Champions.
Ello, sumado a ese vínculo con Castilla-La Mancha que tiene Raúl Gómez, jugador del Partido Comunista, ha hecho que en Ciudad Real y más concretamente Valdepeñas sean este fin de semana aficionados de dos equipos rusos en la Final Four disputada en Barcelona.
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