Las aguas están muy revueltas en Can Barça. Los malos resultados del equipo y la mala imagen que ofrece su juego tienen a los aficionados muy crispados. También a los jugadores, que se sienten parte de un proyecto a la deriva en un año completamente de transición. La pésima situación institucional del club, a pesar de que muchos aseguran que no influye, es un fiel reflejo de lo que sucede en el campo.
La realidad es que el Barça también está descabezado sobre el césped. Messi, que está lejos de su mejor nivel, no puede más. El argentino quiere salir del club ya que se encuentra profundamente amargado e infeliz en una entidad que le ha mantenido preso a un contrato durante este verano olvidando su acuerdo verbal en el que le aseguraban que podría salir al término de una temporada que se terminó complicando con la pandemia.
Finalmente, Messi confirmó que se quedaba, aunque lo hizo rajando del club y provocando un cisma en la entidad que ha terminado derivando en una moción de censura contra Bartomeu y en la dimisión del último presidente del club. Ahora, la junta gestora hace lo que puede con la situación del argentino, que sigue sin renovar y que está a la espera de ver qué sucede con su futuro, si finalmente sale o si le convence el nuevo proyecto que le proponga el presidente que gane las elecciones.
Mientras tanto, Messi sigue siendo jugador del Barça y su rendimiento en el campo está dejando mucho que desear esta temporada. El futbolista argentino ha perdido su chispa y su velocidad, y ya no es ni mucho menos decisivo como lo era antes. Sin sus arrancadas, sin sus pases y sin sus goles, el FC Barcelona está huérfano en ataque, especialmente desde la salida de su amigo Suárez, y Messi solo suma desde el punto de penalti.
En los últimos 40 partidos con el FC Barcelona, Messi solo ha marcado seis goles que no hayan llegado desde alguna acción a balón parado. Un bagaje muy pobre para un jugador de súper élite y que estaba acostumbrado a anotar un tanto por partido, o incluso más. Por ello, el cuento feliz de Messi en el Barça empieza a escribir sus últimas páginas.
La afición, aunque con mucho dolor, ya no ve a Messi como intocable y tiene más confianza en otros jugadores de la plantilla que, hoy por hoy, están a mejor nivel y ofrecen más alternativas. La pena para el aficionado culé ha sido la grave lesión de Ansu Fati, que había tomado el relevo del argentino y que estaba siendo el líder ofensivo del equipo de Koeman.
Sin el extremo español, el Barça se ha quedado sin brillo y sin gol. Con un Griezmann desaparecido y cuya familia le amarga la existencia con declaraciones innecesarias, con un Dembélé intermitente, un Coutinho sin suerte y un Braithwaite de figuración, solo quedan las nuevas caras de Pedri y Trincao para poner algo de ilusión, pero no para ganar partidos.
Increpando a Messi
Por ello, todos los críticos apuntan una vez más hacia Leo Messi, quien les ha ganado un partido tras otro durante los últimos 15 años. Sin embargo, el argentino, completamente agotado, se está viniendo abajo entre tanta sombra y tanta crítica. Es un hecho que los aficionados le tienen en el punto de mira.
Algo así se ha podido comprobar en el entrenamiento del Barça de este lunes. A la salida, varios aficionados del equipo culés esperaban que se marcharan los jugadores para poder decirles algo. Sin embargo, la situación ha sido muy tensa cuando salía Leo Messi. Varios fans le han gritado y le han increpado mientras Messi pasaba con su coche.
Al grito de "¡Espabila!", unos cuantos aficionados del Barça dejaban una imagen pocas veces vista. Críticas directas contra el líder de la plantilla y del club. Messi ya no es intocable y se están dando cuenta. Tras el altercado, el jugador argentino ha girado su cabeza para buscar con su mirada las caras de aquellos que le acababan de señalar. Así están las cosas en Can Barça.
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