Joan Laporta está de vuelta. El que fuera presidente del Barça durante siete años quiere retornar a su antiguo cargo, el cual le dio fama, popularidad y muchos éxitos deportivos. El barcelonés se presenta a las elecciones a la presidencia del club como el candidato más cercano al aficionado, pero en esta nueva aventura ha decidido moderar su discurso y darle una vuelta a su puesta en escena habitual. Todo más relajado.
El Laporta que llegó a la presidencia del Barça el 15 de junio del año 2003 poco tiene que con el de ahora. Desde entonces, ha aumentado su vinculación y su participación política, ha decaído su poder mediático y tiene en su historial la derrota electoral que sufrió en el año 2015 cuando, por primera vez, se planteó volver. Sin embargo, él mismo admitió no estar preparado para aquello.
En esta nueva etapa, Laporta está obligado a ganar. Fallar una segunda vez sería su fin como candidato a la presidencia del Barça, por eso ha decidido emplear una nueva estrategia, más moderada y más oculta. Sin embargo, es necesario descifrar y descubrir las líneas maestras del nuevo Barça de Joan Laporta, un Barça que él mismo ha definido como un club universal, pero que guarda varios ases bajo la manda para intentar salir victorioso en las elecciones que se celebrarán el día 24 de diciembre.
Un Laporta 'conciliador'
Joan Laporta ha presentado ya, a muy grandes rasgos, cuál será su proyecto para convencer al socio del Barça de que su opción es la mejor para intentar que el club recupere la grandeza que tuvo durante su convulsa gestión. La realidad es que tanto el equipo como la entidad viven las horas más bajas en muchos años, por lo que para cualquier candidato es muy fácil, y a la vez muy peligroso, prometer la reconstrucción del FC Barcelona.
La principal misión de Laporta, como la de cualquier otro precandidato, es decirle al socio que confía en resurgir de las cenizas a este ave fénix caído por sus diezmadas arcas y por el éxito europeo de equipos como el Real Madrid, el Liverpool o el Bayern Múnich. Sin embargo, la sorpresa ha estado en el tono y en las formas de un Laporta renovado y lejano al que todos conocían y que copaba minutos de televisión y titulares.
El expresidente del FC Barcelona ha mostrado un tono conciliador durante todo el mensaje, buscando consenso y buscando amparo en todos los perfiles posibles del socio. Una de las grandes críticas que ha recibido el Barça en los últimos años es que ha dejado de lado a los socios del resto de España que no viven Cataluña, a los socios de Cataluña con se consideran independentistas y a los del resto del mundo que no entendían muy bien el conflicto que vive esta región.
A pesar de no olvidar su ideología ni sus ideales, los cuales ha vuelto a dejar claros, Laporta promete un Barça plural y universal donde todas las opiniones tengan cabida. Un gran programa para una campaña que pretende convencer a muchos socios con dudas, ya que Joan no cuenta con un apoyo mayoritario ni mucho menos. Sin embargo, ha querido dejar claro, por ejemplo, que no ve a la selección española jugando en el Camp Nou y que considera más apropiado que lo haga en lugares donde sea más apoyada como Sevilla.
De esta forma, Joan Laporta quiere ejercer un liderazgo plural para poder abarcar bajo su manto a la mayor cantidad de socios posibles. No es un candidato que pueda hacerse fuerte bajo su electorado, porque no lo tiene, sino que tiene hacer un discurso tibio y moderado que pueda recabar el mayor número de votos posibles.
Por ello, se ha desmarcado de otro precandidatos que sí han querido dejar alguna declaración llamativa o polémica como las de Rousaud y su fichaje de Neymar, y abandonar su papel de 'hooligan', adoptado por otros como Toni Freixa, muy activo en sus redes sociales. El Laporta del excentricismo y el independentismo acérrimo ha dado paso, al menos en su fachada, a un personaje conciliador, aunque la realidad es que solo será una simple imagen para llegar al mayor número de socios.
Preocupación económica
Otro de los puntos de su proyecto que más llama la atención es el de la gran preocupación económica que tienen tanto él como su equipo. Laporta ha comprendido que estas elecciones no precisan de un candidato mediático, tribunero y que se dedique a lanzar proclamas incendiarias con un megáfono, algo que a priori se podía esperar de él. Ese Laporta más conciliador es también una persona más preocupada por la finanzas que nunca.
El artífice de fichajes como Ronaldinho, Henry, Dani Alves, Ibrahimovic o David Villa no ha querido mojarse dando algún nombre que pudiera volverse en su contra. En lugar de vender humo e ilusión, Laporta ha preferido adoptar un papel más conservador, sabedor de que las arcas del clube están profundamente dañadas. La intención del abogado barcelonés y de todo su equipo es saber en qué situación se encuentra el Barça antes poder pensar en salir al mercado. Ni Haaland ni Mbappé, la baza de Laporta es no descentrar a una plantilla que necesita revalorizarse para poder hacer ventas el próximo verano. Solo así podrá volver a hacer eso que tanto le gustaba: vender nombres.
Su equipo estará formado por Jaume Giró, Rafa Yuste, Maria Elena Fort, Josep Cubells, Alfons Castro, Josep Ignasi Macià y Lluís Carrasco. Ha trascendido el nombre también de Mateu Alemany para la parcela de la dirección deportiva, aunque es un puesto que todavía no ha revelado. Laporta define a su grupo de trabajo como un grupo de grandes empresarios que aman el Barça y que pretenderán de la situación de quiebra en la que se encuentra, al borde del concurso de acreedores y con disputas con la plantilla por la rebaja salarial.
Laporta sabe que la situación económica del Barça es mala, pero confía en que, cuando tenga acceso y pleno derecho sobre las cuentas, la situación no sea peor de lo esperado. Por ello, no ha querido hablar ni de nuevos entrenadores, valorando la figura de Koeman y su contrato, algo que tiene intención de respetar porque no cree que exista músculo financiero ni para pagar el despido de Koeman ni para contratar a un nuevo timonel para su proyecto. Los rumores de Jürgen Klopp, aparcados junto a los de Mbappé o Haaland.
La prioridad de su junta directiva es dinamizar la situación económica para que el club vuelva a crecer de forma potente y tenga nuevos ingresos que ayuden a paliar la crisis institucional y la crisis provocada por la pandemia. Laporta sabe que antes de la llegada de la Covid-19 las cosas se estaban haciendo mal y cree tener remedios para solucionarlas. La explotación del proyecto del Espai Barça, la proyección y expansión del club en el mundo digital y el aumento del cobro por participar en algunas competiciones espera que sean, junto a la mejora de las dinámicas de trabajo de La Masía, motores económicos que vuelvan a hacer funcionar la maquinaria azulgrana.
Un perfil terrenal
Muchos socios, aficionados y simpatizantes del Barça esperaban ver en Laporta un líder carismático, autoritario y liderando tener la fórmula de la solución para este Barça. Sin embargo, su cambio de perfil y su línea de discurso sosegada y simple han provocado que se vea al Laporta más terrenal que se conoce. Devolver la grandeza de tiempos pasados al Barça es una obligación, pero Laporta quiere hacerlo desde su experiencia.
Laporta sabe que su mayor aval está en su historial y en el cierto éxito que tuvo su Barça durante su mayor mandato. El precandidato quiere llevar siempre consigo sus 59 títulos ganados durante sus 7 años de gestión en todas las secciones del club, destacando los 12 ganados por el equipo de fútbol entre los que destacan 4 ligas, 2 Champions y un Mundial de Clubes.
Joan Laporta sabe que tiene que huir de nombres y de ilusiones vacías sobre un Barça idílico, ya que la reconstrucción del club será lenta y forzosa. Por ello, ha querido dejar claro que nadie puede pensar en un Barça con personajes añorados como Pep Guardiola, Xavi Hernández o Txiki Begiristain, al menos por el momento. Tendrá que construir un proyecto más terrenal, cimentado en una Masía que ya no da grandes alegrías y en los valores que considera que le hacen idóneo para el cargo como su buen trato con los jugadores, especialmente con Leo Messi.
El nuevo Laporta tiene claro que no es una autoridad en el barcelonismo, que quizás haya candidatos como Víctor Font que ofrezcan mayores garantías al socio, o que otros como Rousaud hagan promesas más llamativas, pero Laporta cuenta con un factor que ninguno ha tenido, y es que sabe lo que es ponerse al frente del club en un momento complicado.
Además, hay un hecho irrefutable y es que la circunstancia de que haya tantos candidatos le beneficia porque el voto estará mucho más repartido y sus fieles seguidores podrían hacer fuerza por su candidatura. En un mano a mano con otro candidato, lo tendría mucho más complicado. Y por si eso fuera poco, su nuevo perfil, cazador de votos donde los haya, lo demuestra. Pero que nadie olvide que bajo el actual Laporta se encuentra el que todos conocen, ese al que si le pinchas más de una vez, termina saliendo.
La clave de Messi
En estos momentos, la presidencia del Barça pasa también por la situación que vive su mejor jugador. A falta de poder hacer grandes promesas o fichajes de campaña, el mayor aval para cada uno de los precandidatos podría ser tener el sí de Messi a su continuidad. Pocas cosas ilusionarían más al socio culé. Nadie está en disposición de ofrecerle al argentino un proyecto deportivo en el Barça, al menos por ahora, por ello Laporta quiere apelar a su lado humano y a su por el club.
Laporta juega con la ventaja de conocer a Messi y de haber trabajo con él. Sin embargo, también corre el riesgo de que eso suponga un rechazo para Leo, ya que decida conocer nuevos horizontes aunque sean dentro del club. Laporta y Messi no han hablado y el expresidente no lo hará, al menos públicamente, hasta que acceda a la presidencia. Para entonces, habrán pasado 24 días en los que Messi podría haber firmado ya por cualquier club del mundo.
El expresidente del FC Barcelona confía en que la estrella del equipo espere a ver qué sucede para entonces dejarse convencer por ese candidato que salga victorioso de los comicios, el cual espera ser él. Messi y Laporta saben que no hay dinero para ofrecerle un gran contrato y que tampoco se podrán hacer grandes fichajes, por lo que Laporta tendrá que sacar sus mejores armas de seducción en lo personal para convencer al '10' de que se quede y que ese sea su mayor aval, junto con sus 12 títulos, para ilusionar al barcelonismo en esa nueva etapa que quiere comenzar.
Sin embargo, para entonces podría ser tarde y Laporta tendría su 'Barça universal' sin Messi, sin fichajes, en la ruina y repudiado por esos aficionados que no compran su nuevo mensaje, incapaz de tapar el independentismo institucional, que no personal, que pretende llevar de forma oculta.
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