El FC Barcelona es la casa de los líos del fútbol español. Es también con total seguridad uno de los barcos caídos que más sorprende en Europa porque es complicado encontrar a otro club de una dimensión tan grande que dé una imagen de inestabilidad y decadencia semejante. Su fracaso no solo es a nivel deportivo, sino que también afecta a la imagen del club, a su infraestructura, a su situación económica y a todas y cada de las áreas que no han podido evitar contagiarse de este mal endémico que les afecta.
Ese virus no es la Covid-19, que también ha puesto su granito de arena en el apartado financiero, sino la autodestrucción de un club por su mala gestión que amenaza con derribar al FC Barcelona tal y como se conoce. La derrota ante el Athletic no fue más que otro lamentable capítulo de un equipo en ruinas y cuyos brotes verdes aparecen y desaparecen como el Guadiana. Además, la derrota ante los bilbaínos dejó a un Messi fuera de sí y en evidencia, completamente superado por la situación y destruido.
El enésimo fracaso
La Supercopa de España ha supuesto una nueva caída de este Barça que en los últimos años se ha acostumbrado a navegar a la deriva de naufragio en naufragio. Provoca hasta tristeza ver en estas condiciones a un equipo que ha tocado el cielo hace tan solo unas temporadas. Desluce a sus rivales directos y a todo el fútbol español que un representante de la entidad de los azulgranas se encuentre en este estado de melancolía y shock generalizado en el que les han sumido sus propios fracasos.
Ante el Athletic consumaron un nuevo desastre, el más importante en la era Koeman, ya que tenían en sus manos haber ganado un título, haberle mandado un mensaje al Real Madrid para el resto de la temporada y haberle dado un empujón al proyecto del holandés que se ahogaba en un mar de dudas. Ahora, la situación está muy clara. Casi no le ganan a nadie y han perdido esa aura que tienen los grandes y que sale en las grandes citas a pesar de que no estén en su mejor momento.
Frente al conjunto bilbaíno se adelantaron por dos veces en el marcador, pero el Athletic le quitó la copa de entre las manos con un plan maestro de Marcelino García Toral que borró por completo al actual tercer clasificado de la liga. En ningún momento pudieron con ellos y solo la suerte del gol les permitió vivir más de lo que habían merecido. El tanto de Iñaki Williams, que hizo justicia después de besar la escuadra izquierda de la portería de Ter Stegen, demostró que un Barça impotente no pudo ni acercarse al empate durante el resto de la prórroga. El proyecto de Koeman, en lugar de despegar, se estrelló en La Cartuja de Sevilla.
Un Messi desquiciado
Es difícil creer que la derrota del Barça pudiese quedar empañada por algo, además del triunfo del Athletic obviamente. Sin embargo, Messi volvió a aparecer una vez más al rescate de sus compañeros para levarse todo el protagonismo. La pena es que por el camino casi se lleva también a Asier Villalibre. El jugador argentino dejó para el recuerdo una imagen que ensombrecerá su carrera para siempre. Una fuerte agresión que, a pesar de no causar un daño físico al futbolista del Athletic, mostró a un Messi completamente desquiciado.
El golpe que le propinó a Villalibre fue realmente feo. Arrojó su brazo con una fuerza desmedida impactando en la cabeza del jugador del Athletic, que cayó al suelo por la terrible acción de Messi que podría acarrearle hasta cuatro partidos de sanción. Realmente, ha sido algo nunca visto, la primera expulsión en la carrera del argentino con la camiseta del Barça.
A pesar de que ha tenido otras acciones donde podría haber sido expulsado como con aquel pelotazo a la grada del Santiago Bernabéu, la realidad es que ha tenido que llegar esta situación en el club para que Messi estalle de esta forma. Eclipsó la derrota de su equipo, pero mostró a un Messi al que le cuesta digerir la derrota y que no soporta más ver a su equipo incapaz de competir cuando él no está o no puede dar la talla. Los de Marcelino le cerraron todos los caminos, le desquiciaron y se aprovecharon de su debilidad física por sus molestias musculares. El mal partido y el panorama que tiene a su alrededor hicieron el resto y el pobre Villalibre pagó las consecuencias.
La impotencia de Messi llevaba consigo el despido de Valverde, el fracaso de Setién, el 2-8 frente al Bayern, su odio a Bartomeu, el burofax, su deseo de salir, los mensajes de su amigo Neymar, las dudas del proyecto de Koeman, las llamadas de Guardiola y un largo etcétera de cosas que tienen a Messi fuera de sí. El '10' está más fuera que nunca, y no solo con el reglamento en la mano.
De Valverde en peor
Hace más o menos un año, por estas fechas el Barça caía frente al Atlético de Madrid en las semifinales de la Supercopa de España. Valverde era el técnico y los culés hicieron uno de los mejores partidos de la temporada, pero no fue suficiente para vencer a los del 'Cholo' Simeone, algo que sí hizo el Real Madrid. Sin embargo, a Ernesto aquello le costó el puesto a pesar de que el Barça seguía vivo en Champions, en la Copa del Rey y estaba en el liderato de LaLiga empatado a puntos con el Real Madrid.
Tras su adiós, llegó Quique Setién, el único que por su perfil bajo vio la oportunidad de su vida en el hecho de pasar unos meses como entrenador del Barça. Eso queda para siempre en el currículo. El cántabro se vio superado por la situación y por el equipo y no solo perdió una liga en la que llegó a estar por delante, sino que además sufrió una de las goleadas más humillantes que se recuerda, aquel famoso 2-8 del Bayern Múnich.
Después de ese fracaso se prometió una reestructuración importante de la plantilla. Llegó Koeman, salieron algunos jugadores como Suárez, Rakitic o Arturo Vidal y no se hicieron fichajes importantes porque nombres como Depay o Eric García se iban de presupuesto. Messi incluso pidió salir formalmente y Bartomeu lo ató a su lugar en el vestuario para que se quedara a pesar de su voluntad. Quiso evitar por todos los medios pasar a la historia como el presidente que firmó el adiós del argentino. Sin embargo, le costó el puesto y llegó la etapa de Carles Tusquets y su junta gestora, que no han dudado en airear la mala situación del club. El Camp Nou derrumbándose y el equipo en quiebra y con impagos en una alarma total.
Para colmo, el rendimiento ofensivo es mucho peor que el del año pasado cuando Valverde tenía al equipo con opciones de todo. El Barça es tercero en liga a siete puntos del Atlético de Madrid y con dos partidos menos. Además, ha quedado segundo en su grupo de Champions tras otro fracaso ante la Juventus y se las tendrá que ver con el PSG en octavos de la Champions, por lo que la eliminación podría estar muy cerca. Además, el equipo está asolado por las lesiones de Piqué y Ansu Fati, sin centrales, con jugadores como Griezmann o Coutinho desaparecidos y con un entrenador que empalma una queja arbitral con otra. Y aún así pretenden que Messi no se quiera ir.
Un futuro incierto
Gran parte del futuro del Barça depende lo que haga precisamente Leo Messi. El argentino estalló ante el Athletic y esta vez no lo hizo en los micrófonos, sino agrediendo de forma muy fea y antideportiva a Villalibre. Ahora, el crack de la albiceleste debe decidir si dar por finalizada su carrera en el Barça después de casi dos décadas y marcharse al PSG, o si prefiere quedarse y seguir suponiendo un agujero económico para el club y salvarse. El presidente que llegue deberá lidiar con eso.
Porque ese el otro gran asunto de la actualidad del FC Barcelona. Las elecciones a la presidencia, cuyos candidatos ya se conocen, siguen a la espera de ver qué sucede con la pandemia. De momento, ya han sido retrasadas hasta el mes de marzo y los candidatos tendrán más tiempo de campaña, así como el Barça para terminar de desintegrarse sin que una cabeza al frente ponga orden en la institución.
Joan Laporta, Victor Font y Toni Freixa serán finalmente los nombres que compitan por hacerse con el puesto y con el mando de un club a la deriva. El Barça, en tan solo un año, ha conseguido superar ridículos como los de Liverpool, Roma o Turín. Ya no domina en España, no gana títulos, ha perdido su alma, su juego, su carácter de cantera y va camino de perder también a Leo Messi, lo único que le quedaba, pero que le estaba matando a golpe de contrato astronómico. Este es el retrato que le hacen las últimas dos Supercopas al FC Barcelona y que demuestra que la culpa no era de Ernesto Valverde.
[Más información - Las imágenes del mundo del deporte: el polémico tuit de Puyol tras la derrota del Barça en la Supercopa]