2021 seguirá siendo recordado por la Covid-19 en el mundo del fútbol, sobre todo porque aún no se pueden ver aficionados en las gradas, además de cómo está afectando al rendimiento y a las lesiones de los protagonistas sobre el campo. Pero el gran avance en la protección de los futbolistas se hará a partir de este mes de marzo cuando se ponga en práctica por primera vez el protocolo anti conmociones cerebrales que ha preparado FIFA y UEFA.
A lo largo de esta temporada los casos de Raúl Jiménez o Rui Patrício han helado la sangre de los aficionados que estaban pendientes del encuentro a través de sus casas. El último fue el portero portugués este lunes que, de forma inevitable, recibía un tremendo rodillazo de su compañero Conor Coady en el partido frente al Liverpool. El mexicano tuvo que estar un tiempo de baja por su golpe, en ese caso con David Luiz. Por suerte, el guardameta estaba consciente en el vestuario al término del partido y parece que todo ha quedado en un susto.
Para acabar con los riesgos que pueden tener estos golpes, las organizaciones impulsaron un cambio extra para estos casos, de forma que el jugador en cuestión no esté en riesgo de recibir otro golpe que pueda tener efectos severos. Han sido años de estudios de diversas entidades en colaboración con las asociaciones médicas que explicaban el peligro constante al que estaban expuestos los futbolistas por esta cuestión. Por fin se hace hincapié de forma directa tratando de poner remedio a algo muy difícil de evitar: que dos jugadores choquen en la disputa de un balón.
El fútbol es un juego físico y los balones aéreos son una disputa que iguala a los dos contendientes en la lucha por hacerse con el esférico de forma muy frágil. El choque cabeza contra cabeza es muy probable en cuanto uno de los dos mide un poco mal. En función de dónde se produzca el golpe, la gravedad de este episodio del juego puede ser mayor o menor. Tanto es así que en algunos países están prohibiendo el juego aéreo para las categorías más tempranas.
Los estudios
El neurólogo William Stewart lideró un estudio a partir del cual en Escocia se ha decidido que los menores de 12 años tengan prohibido rematar de cabeza el balón porque pueden producir lesiones cerebrales a largo plazo. Esta norma entró en práctica en enero de 2020 y es que el estudio de la Universidad de Glasgow determina que los futbolistas tienen el triple de posibilidades de contraer enfermedades neurodegenerativas.
Algunos jugadores se han visto obligados a retirarse por circunstancias como la de un simple golpe cabeza con cabeza. Es el caso de Ryan Mason, exfutbolista inglés que decidió dejar el fútbol profesional tras sufrir una fractura de cráneo. Rui Patrício no recibió un choque tan fuerte como para producir una situación así, pero Raúl Jiménez sí. El británico apuesta públicamente porque "en 10 o 15 años no hubiera cabezazos en el fútbol".
La IFAB entró de lleno en esta cuestión. El órgano rector de las normas de juego en el fútbol recogió todos los estudios que se han hecho sobre este tema y determinó que se le dé a los especialistas al menos 10 minutos para comprobar que todo esté bien. "Los exámenes internacionalmente admitidos de verificación de síntomas de lesiones cerebrales exigen varios pruebas. Para un médico experto esto requiere un mínimo de diez minutos", explica Vincent Gouttegarge, médico del sindicato mundial de jugadores FIFPRO.
La experiencia
De cara a este 2021 tenían dos opciones: o apostar por el cambio temporal al estilo del rugby, o por una sustitución extra para los equipos sin que pierdan una de las que tienen por derecho a hacer. Finalmente, han optado por la segunda. Será a partir del Europeo sub21 que tiene su primera fase a finales de este mes cuando se lleve a cabo la prueba piloto. Los jóvenes que están convocados primero para el parón internacional entre el 24 y el 31 de marzo y, después, para la fase final del 31 de mayo al 6 de junio serán los que primero optarán a tener esta sustitución adicional.
Si esta sale satisfactoriamente, se espera que a partir de la próxima temporada se empiece a llevar a cabo en todas las competiciones amparadas por los dos organismos. El objetivo es que no se produzcan situaciones como la que anunció en 2020 el mito inglés Bobby Charlton. Este explicó que sufre demencia, una enfermedad que los expertos relacionan directamente con este lance del juego.
Un estudio de The Times señala que se producen durante una jornada de una gran liga como la Premier otras 800 acciones de juego aéreo que ponen en riesgo la integridad de los futbolistas. De esta forma, como mínimo, se podrá comprobar a la perfección el estado de los jugadores que puedan sufrir un golpe en la cabeza sin perder el tiempo y sin que puedan volver al campo sin ser conscientes de que están al cien por cien.
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