Aleksander Ceferin ha cobrado una popularidad al frente de la UEFA que hasta hace unos meses parecía imposible. El máximo mandatario de organismo deportivo se ha posicionado como gran enemigo de la Superliga Europea y desde que se anunció la creación de la nueva competición centró todas sus fuerzas en tumbar el proyecto. 48 horas después, y con la fundamental ayuda de los clubes ingleses, solo cuatro equipos se mantuvieron férreos en la idea inicial.
El esloveno lo vio como un triunfo y durante varios días continuó con su campaña contra la Superliga. Criticó a los presidentes de cada entidad vinculada con la competición, amenazó con expulsar de las competiciones a todos los que no renegaran de ella y hasta dejó en el aire un cambio en la actual Champions League dado que el Real Madrid participaba en semifinales. Toda una muestra de poder que, sin embargo, ha ido perdiendo fuelle a medida que han pasado los días.
Ceferin, que aunó la fuerza de ligas nacionales, federaciones e incluso gobiernos como el de Gran Bretaña para frenar en seco la Superliga, no ha hecho más que iniciar una crisis en el fútbol continental que no tiene marcha atrás. Su petición de que el fútbol es de los fans, los ataques al formato de la Superliga, y su defensa del fútbol tradicional se le han vuelto en contra. Más todavía tras aprobar un nuevo formato de la Champions League que buscaba contentar a los grandes y que únicamente generará más partidos en un calendario ya de por sí asfixiante. Ni los jugadores, ni los entrenadores, ni mucho menos la FIFA, se mantienen en el bando de la UEFA.
Su gran apoyo es el de la ECA, que tras la salida de Agnelli por la creación de la Superliga, ha sufrido una alternancia de poder. Al-Khelaifi, jeque del PSG, es el nuevo presidente del organismo que representa a los grandes clubes europeos. Y el Bayern, con dos pesos pesados en la ECA, es otro de los equipos que ha visto mejorada su representación.
Oposición del fútbol
Ceferin, que en un primer momento sí contó con el apoyo de parte de los jugadores y entrenadores del fútbol de élite por su negativa a la Superliga, ha ido perdiendo ese respaldo entre los grandes protagonistas del deporte. Y todo por ese formato de la Champions League, donde se aumentarán los partidos y se tensará el calendario a partir de 2024.
Técnicos como Klopp, Koeman o Pep Guardiola ya han criticado públicamente la gestión de la UEFA, a la que acusan de olvidarse de los jugadores para centrarse únicamente en la creación de ingresos económicos. Jugadores como Danilo, además, han mostrado su malestar por las amenazas de la UEFA de prohibir jugar con las selecciones a aquellos que participaran en la Superliga. En este caso, cabe recordar, hasta FIFPro emitió un comunicado donde señalaba la incertidumbre a la que se estaba sometiendo a los jugadores.
Por si fuera poco, hace unos días se impulsó una campaña en redes sociales contra Ceferin en la que se pedía su dimisión como máximo mandatario de la UEFA. La campaña, que podría haber pasado desapercibida, llegó a ser tendencia en una plataforma como Twitter en países como España, Italia y Suiza. Pasadas las horas, se coló entre los temas más comentados en diversos países latinos.
La FIFA avisa
El organismo que lidera Gianni Infantino también criticó la Superliga Europea. Sin embargo, lo hizo defendiendo sus principios de competición. El ente quiere fomentar los partidos entre clubes de diferentes partes del mundo y en las últimas fechas se han estudiado tres formatos de competición revolucionados. Y en los tres se tendría que luchar contra la posición de la UEFA.
El más reciente es el de la creación de una Liga Mundial. Idea que desvelaron recientemente desde el organismo internacional y que se basaría en la disputa de partidos entre los grandes de Europa y los principales equipos del continente africano, por ejemplo. Un formato que permitiría ampliar las fronteras competitivas y que también se verá en el nuevo Mundial de Clubes planeado por la FIFA.
Pero, además, desde el equipo de Infantino también se dio luz verde hace un año al impulso de una Superliga Africana. Una competición donde 20 clubes del continente serían fijos, donde se impulsaría la inversión de los equipos en el fútbol y donde los méritos puramente deportivos serían menores. A todos estos planes, además, se han sumado las últimas declaraciones de Infantino.
El máximo mandatario de la FIFA ha roto su silencio después del huracán de la Superliga y ha pedido calma a la UEFA de Ceferin. "Hay que tener cuidado al hablar de sanciones", ha advertido. "Hay que reflexionar sobre las consecuencias de eventuales sanciones". Una postura que se aleja de la UEFA y que deja algo más solo a Ceferin.
El primer golpe
Para colmo, la UEFA recibió un revés de la justicia de Madrid a las pocas horas de conocerse la creación de la Superliga. El Juzgado de lo Mercantil 17 de Madrid, prohibió a la UEFA o FIFA, grandes entidades, "cualquier medida o acción; y de emitir cualquier declaración o comunicado, que impida o dificulte, de forma directa o indirecta, la preparación de la Superliga Europea de fútbol".
Un triunfo legal para los defensores de la Superliga y que, sin embargo, no ha terminado de seguir Aleksander Ceferin. Estas medidas cautelarísimas se anunciaron el 20 de abril y se dejaba claro que no se podían realizar maniobras, declaraciones o amenazas que pudieran poner en peligro la creación o participación en la Superliga. Pese a ello, tras esa fecha se han producido numerosos ataques de Ceferin hacia las entidades ligadas a la nueva competición.
Sin ir más lejos, dos días después Ceferin puso en duda la participación del Real Madrid en las semifinales de la Champions actual: "Hay una posibilidad relativamente pequeña de que este partido no se juegue la semana que viene. Pero esto será un poco diferente en el futuro". Y pasadas unas horas del Comité Ejecutivo de la UEFA, celebrado el pasado 23 de abril, Ceferin volvió a la carga: "Si dicen que son una Superliga, entonces no juegan la Champions League, por supuesto".
Los clubes fundadores de la Superliga, especialmente los cuatro que se mantienen como defensores del proyecto, cuentan con el respaldo legal suficiente. Ceferin y su UEFA, pese a las amenazas, ha ido perdiendo apoyos en las últimas fechas.
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