Primer pinchazo del campeón, aunque pudo ser peor de no ser por el regalo de Mandi. El Villarreal sacó un punto del Wanda, pero supo a poco. El motivo no es otro que lo que ocurrió en el minuto 94, cuando apenas quedaban segundos para que acabara el partido. Una mala cesión de Mandi a un adelantado Rulli se acabó colando en la red de la portería y ni los atléticos se lo creían. [Narración y estadísticas: Atlético de Madrid 2-2 Villarreal]
Fue un partido igualado que al descanso se marchó sin goles. El Atlético, que tuvo más el control en la primera mitad, vio como las fuerzas se igualaron durante los segundos 45 minutos en los que el Villarreal empujó más. Los de Emery vieron que podían hacer daño y pasado el minuto 50 llegó el tanto de Manu Trigueros desde la frontal. Disparo perfecto ante el que nada pudo hacer Jan Oblak.
Se ponía cuesta arriba el partido para el Atleti en casa, pero apareció un uruguayo para dar vida a los rojiblancos. Luis Suárez, que estrenó titularidad esta temporada, hizo acto de presencia y empató el partido tras recibir un balón de Correa dentro del área. El argentino, hasta este domingo único goleador en Liga del equipo de Simeone, sigue en gran estado de forma.
Sin embargo, al Atleti le esperaba un jarro de agua fría en forma de otro gol del Villarreal. Era ya el minuto 74, los jugadores acusaban el cansancio y un error defensivo fue aprovechado por Danjuma, que había entrado al campo diez minutos antes, para volver a adelantar al Submarino Amarillo. Mazazo en el Wanda, que veía cómo se hundía en la sexta plaza de la tabla. El destino, eso sí, tenía preparado otro final.
El peor de los finales
A punto de ganar por primera vez a Simeone, con el plus de convicción y confianza que supone para cualquier equipo vencer en un estadio como el Wanda Metropolitano, la casa del actual campeón, más aún con todo lo que había soportado y sufrido el Villarreal hasta entonces, Emery no se lo creía. Ni en sus peores imaginaciones.
Pero el único aspecto que ganó el conjunto castellonense en los 90 minutos es el más decisivo, es el que tantas veces -por ejemplo hace sólo siete días contra el Elche- ha dirigido al Atlético al triunfo; la contundencia que marca la diferencia sea cuál sea el juego, porque el conjunto local jugó mucho más que su adversario.
Nada justo con todo lo que propuso el Atlético, que jugó como el campeón actual del torneo que es y con la pretensión de ser el líder que le ofrecía ya la tercera jornada. En comparación con las dos primeras citas con otras tantas victorias, el equipo rojiblanco jugó mucho mejor. Y demostró y mereció más de lo que logró: un punto.
Porque en su partido contra el Villarreal, el vigente campeón de la Europa League, competidor también en la Champions League, un rival de altura y estructura, tan preparado por Emery, incluso con un armazón de seis atrás cuando aguardaba en el repliegue, desató por momentos la versión más imponente del Atlético, cuando descarga toda su ambición sobre el rival, cuando presiona y juega a toda rapidez, cuando tiene terreno para correr, proponer y desbordar, como hacen Carrasco y Lemar, cuando se percibe capaz de todo, por más que tal riesgo lo exponga en su retaguardia, donde sí permitió en exceso.
Y cuando Koke está en ese modo omnipresente, con el que predice y canaliza todo lo que surge en el partido, con balón o sin él. Juega y hace jugar. Pero también recupera la pelota, porque su sentido táctico lo ubica casi siempre en el sitio exacto. Desde su fútbol, el Atlético se rebeló contra el plan que le propuso el Villarreal, aún sin una constancia absoluta, tan compleja en todo un partido.
Nunca había ganado Unai Emery a Diego Simeone. Hasta este domingo. Pero quizá no hay un técnico que más problemas suscite al entrenador argentino en cada duelo en LaLiga en los últimos tiempos. Hace un año, apagó al Atlético como casi nadie lo hizo; insistió ahora, no lo logró, pero sí descubrió un éxito inesperado, entre otras cosas porque los locales se estrellaron contra su ineficacia.