El público húngaro no podrá seguir presencialmente el próximo partido de la selección de Hungría en la clasificación para el Mundial 2022. La FIFA ha sancionado a la federación con un partido a puerta cerrada tras confirmarse actitudes racistas en un partido de conjunto nacional. La multa, que también tiene una parte económica, se repetirá si vuelven a reincidir en los próximos dos años.
La FIFA ha detallado que estos hechos se produjeron en el duelo ante Inglaterra del pasado parón de selecciones. Hungría recibió una goleada de 0-4 y los hinchas más radicales lo pagaron con los jugadores rivales. "Tras valorar todas las circunstancias del caso, en especial la gravedad de los incidentes (insultos y comportamientos racistas, lanzamiento de objetos, uso de fuegos artificiales, bloqueo de escaleras)", la Comisión de Disciplina ha decidido emitir dicha sanción.
Tal fue la situación que jugadores de Inglaterra, días después de que sucedieran los insultos racistas, plantearon no volver a jugar si eso ocurría. Andros Townsend, en declaraciones para Sky Sports, aseguró que "eventualmente puede que no haya otra opción que salir del campo de fútbol".
Si los hechos se repiten en los próximos dos años, Hungría volverá a ser sancionada con un partido a puerta cerrada y con el pago de 200.000 francos suizos. "La FIFA rechaza firme y claramente toda forma de racismo o violencia, así como cualquier otro tipo de discriminación o abuso, y no tolerará en absoluto esta clase de comportamientos aberrantes en el fútbol", han concretado en el comunicado.
Pese a la sanción, la actitud de los aficionados húngaros no es nueva. Ya durante la Eurocopa mostraron algunos comportamientos vinculados con el racismo y la homofobia. Actitudes que, además, también fueron investigadas por la UEFA y que obligaron a tomar acciones a la organización. La falta de limitación de aforos y los comportamientos de los aficionados fueron dos de las situaciones más llamativas de los partidos que se disputaron en el Puskas Arena durante la Euro.
La UEFA ya multó
El ente que preside Aleksander Ceferin, que además recibió numerosas críticas por no permitir que Múnich iluminara su estadio con la bandera arcoíris en respuesta a las 'ley antiLGTBI' de Hungría, castigó también con el cierre del estadio a la federación pero aumentándolo a tres partidos y situando la multa económica en 100.000 euros.
"Ordenar a la Federación Húngara de Fútbol que juegue sus próximos tres (3) partidos de competición de la UEFA como asociación anfitriona a puerta cerrada, el tercero de ellos suspendido por un periodo de prueba de dos (2) años a partir de la fecha de la decisión, por el comportamiento discriminatorio de sus seguidores. La Federación Húngara de Fútbol también ha sido multada con 100.000 euros", esgrimieron desde la UEFA.
[Más información - FIFA asegura que los aficionados quieren un Mundial cada dos años]