La compra del Newcastle por un fondo de inversión saudí no ha pasado desapercibida en el mundo del fútbol. El club inglés ha pasado de pelear por la permanencia en la Premier League a situarse como una de las entidades con mayor potencial económico del momento. Un cambio de estatus que puede afectar a otras competiciones y que supone un nuevo ejemplo de la llegada de los petrodólares y similares a las cúpulas deportivas. El PSG es el reflejo de estas prácticas en Francia y Reino Unido ya tiene varios. Sin embargo, estos casos son casi imposibles que se den en España.
El fútbol español bien sabe lo que es contar con supuestos jeques o magnates de diversos países. Pero, a diferencia de casos como el del PSG o el Manchester City (está por ver cómo se gestiona el Newcastle), los resultados no fueron buenos en tiempos pasados. Entidades con gran historia como el Racing acabaron descendiendo y con ese nuevo líder huyendo de las críticas de la afición y de la ruina. Otras como el Málaga están inmersas en una crisis institucional (en su caso con Al-Thani al frente). El único caso reciente y que se ha podido contener, en gran parte gracias a las medidas de control de LaLiga, es el del Almería.
El conjunto andaluz, otro de los míticos del fútbol español, cambió de propietario en 2019 gracias a la adquisición de casi la totalidad de las acciones por parte de Turki Al-Sheikh, un "magnate de Arabia Saudí" (así lo definió el club en su comunicado oficial) que, curiosamente, tiene vínculos con el príncipe heredero saudí al considerársele uno de sus hombres de confianza y hasta asesor real.
Mohamed bin Salmán, quien ostenta dicho cargo, ha sido protagonista de la compra del Newcastle al ser el máximo responsable del FIP, fondo de inversión que controlará el club inglés y que, sin embargo, ha tenido que dar garantías legales a la Premier League de que ni el príncipe heredero ni ningún cargo de la realeza de Arabia Saudí tendrá poder sobre la entidad.
Al-Sheikh, bien por iniciativa propia o por guion común entre los grandes propietarios, intentó hacer del Almería una entidad con gran capacidad de inversión a base de fichajes. Ascender a la máxima categoría, aumentar los ingresos y hacer del club todo un foco de atracción en la zona y hasta en Arabia Saudí. De hecho, incluso aseguró que quería construir una Masía, al estilo del FC Barcelona, pero para el club almeriense. Por el momento, el proyecto sigue tomando forma en los despachos.
Pese a sus intentos, recibió el frenazo en seco de LaLiga con Javier Tebas a la cabeza. El presidente de la patronal se ha mostrado siempre muy crítico contra los clubes-estado. Y el Almería, en caso de que se cumplieran los sueños del magnate saudí, lo iba a ser. El pasado mes de marzo, sin ir más lejos, Tebas aseguró en público que Turki Al-Sheikh había "sabido adaptarse" porque "cuando llegó en agosto de 2019 pensaba que esto era la selva". Tebas llegó a bromerar con que "se llevó unas cuentas collegas".
Además, en una entrevista con Ramón Álvarez de Mon en su canal de YouTube, Tebas destacó que llegó "un tío y si no le poníamos límites lo reventaba" -en relación al mercado de fichajes-. "El Almería sería un club-estado en Segunda", reconoció el presidente de LaLiga. Los datos ahora hablan por sí solos y esta nueva temporada pasarán de tener un límite de coste de plantilla de 27 millones a uno levemente superior a 10.
La normativa lo impide
La competición española, a diferencia de otras, mantiene un control económico que dificulta la influencia de los petrodólares y aleja las posibilidades de estos clubes-estado. Así se refleja en diferentes apartados del reglamento de La Liga, donde por ejemplo se incluye el término "valor razonable" y que permite a la competición, por medio de expertos, determine si una transacción con una entidad vinculante (como puede ser un club amigo o un patrocinador) tiene un precio coherente a la situación concreta.
"Cuando sus términos son más favorables a una de las partes de lo que habría sido de no existir una relación de partes vinculadas", LaLiga habla de "valor no razonable". Y, en casos de este tipo, el reglamento señala que "en todo caso no se considerarán ingresos relevantes aquellos registrados" y que se haya determinado que "están por encima de mercado o no tienen sentido económico". Gracias a esta normativa, la llegada de nuevos propietarios no implicará un aluvión de contratos de patrocinios con empresas con el mismo origen que estos mandatarios y que puedan suponer un aumento de ingresos sin ninguna explicación en el mercado.
Además, el artículo 31.9 d) señala con claridad: "Las operaciones, transacciones y negocios jurídicos deben responder a una necesidad económica real y, por tanto, tener un sentido económico, y especialmente en los acuerdos comerciales, de publicidad, de patrocinio, o de objeto análogo, además de tenerse en cuenta en la valoración de ingresos su valor razonable y los precios de mercado".
De igual manera, si se acomete una ampliación de capital, el techo de gasto del club no se puede disparar: "El efecto que una aportación de capital tenga en el Límite de Coste de Plantilla no podrá implicar que el incremento del Límite y la capacidad de inscripción, junto con el efecto derivado de la ayuda al descenso y/o el recurso al patrimonio neto previsto en el artículo 102, en su caso, supere el 25% del Importe Neto de la Cifra de Negocios presupuestado y validado".
España, muro contra los clubes-estado
Javier Tebas ha sido y es uno de los grandes enemigos de los clubes-estado. Tanto que ha comandado la batalla contras las prácticas de Manchester City y PSG, reyes en el mercado de fichajes durante los últimos años. Sin embargo, no son los únicos. Entidades como el Real Madrid y el FC Barcelona, únicos clubes españoles que mantienen su apuesta por la Superliga, han convertido esta nueva competición en el mayor freno posible al impacto de los clubes-estado.
De salir adelante su proyecto deportivo, los controles económicos sobre los equipos participantes aumentaría. Algo que en la actualidad, como ha quedado en evidencia tras el último mercado del PSG, no está sucediendo. El club galo ha logrado incorporar a estrellas como Messi, Ramos, Donnarumma y Wijnaldum. Además, ha retenido a Mbappé y mantenido un contrato de 36 millones de euros anuales para Neymar. Cifras estratosféricas en tiempos de crisis, que se suma a las pérdidas confirmadas desde que comenzara la pandemia, y que hacen imposible una igualdad de gestión respecto a otros clubes europeos.
Si a esa actitud se le suma el refuerzo de la normativa para impedir que los petrodólares deformen la competición, España y su fútbol se sitúan como los grandes opositores a este nuevo escenario de gestión. La Premier League, ya con el Manchester City y el Newcastle como grandes referentes, y Francia, con el PSG de Al-Khelaifi rompiendo las cifras del mercado, son la antítesis de La Liga.
El riesgo para España, dada esta situación, es evidente. El PSG se llevó a dos estrellas y arrebató una tercera a La Liga. Ahora, sumando el Newcastle al potencial de la Premier, corren riesgo de perder a sus cracks gran parte de los clubes de Primera de la zona media de la tabla. Sin ese respaldo económico, los jugadores empezarán a entrar en el debate de optar por clubes con presente y pasado, o los que prometen éxitos en el futuro a base de petrodólares.
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