Del fútbol al baloncesto, no se puede negar que es el deporte masculino el que más tirón tiene entre los aficionados. Pero el deporte femenino está en auge y eso es algo que no pasa desapercibido con los datos sobre la mesa. Precisamente, varios estudios acerca del tema han sido presentados en las fechas más recientes y demuestran que es un mercado que todavía se puede explotar más y mejor.
El gran problema del deporte femenino es la visibilidad que se le da. Por ejemplo, es en Francia donde mayor cobertura se le da con un 15 por ciento por parte de los medios especializados, porcentaje que desciende hasta el 4 por ciento en un gigante como es Estados Unidos.
Esto no llega como una sorpresa. Ya en 2019, se confirmó que el 95 por ciento de la cobertura deportiva estaba directamente enfocada a las disciplinas masculinas. Y aunque se intenta avanzar, la historia no corre a favor, siendo una losa muy complicada de levantar. Es difícil cambiar el gusto del espectador después de décadas y más décadas consumiendo prácticamente un solo producto en lugar de estar ante un abanico de posibilidades para elegir lo que más te guste.
No hay que obviar que, por supuesto, hay deportes femeninos que han sido auténticas estrellas en estos últimos meses. La gimnasia artística estuvo en boca de todos después de lo que le sucedió a Simone Biles en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Mientras que el tenis siempre ha sido una especie de pequeño bastión por la igualdad. Queda camino por hacer, pero es el mejor ejemplo de hacia dónde deben ir dirigidas las diferentes disciplinas.
Sin ir más lejos, tenistas como Naomi Osaka o Serena Williams repiten año tras año no solo entre las deportistas más influyentes del mundo, incluyendo a hombres y mujeres, sino que también suelen estar entre los puestos de cabeza de los ránkings de mejor pagados. Pero esto debería ser una constante y no la noticia de la semana.
He aquí el problema. Si una mujer se cuela entre los deportistas más influyentes o mejor pagados es noticia. Y lo es porque no es lo habitual. Síntoma de que el camino por recorrer todavía es largo para todas. Para las de esta generación y, sobre todo, para las que vienen por detrás. El fútbol puede ser, tal vez, el caso más llamativo de cuán lejos se puede llegar.
Problemas... ¿y soluciones?
Fijando la vista en ocho países (Alemania, Australia, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Nueva Zelanda y Reino Unido), hasta un 66 por ciento de la población asegura que le interesa como mínimo un deporte femenino. Un dato interesante, en especial para aquellos que pueden tener en su mano una mayor visibilidad.
Porque si el seguimiento a algún deporte femenino supera la barrera del 60 por ciento, cuando se habla del masculino alcanza el 93 por ciento. Y es que en el estudio realizado por DAZN y The Female Quotient, se revelan los tres problemas por los que los aficionados no se suman a seguir el deporte femenino en igual porcentaje que el masculino:
- No conocer lo suficiente a deportistas y equipos.
- No tienen tantas oportunidades de poder seguirlo.
- No saben desde qué canal o plataforma pueden ver las competiciones.
Ese mismo estudio se refiere en específico al fútbol femenino. Fue en el Mundial de Francia, celebrado en el año 2019, cuando este deporte dio un gran paso adelante. Entonces, la Estados Unidos de Megan Rapinoe y Alex Morgan se hizo con el cetro, pero también en España se vibró con la Selección, que cayó, precisamente contra el combinado estadounidense.
Desde entonces, aunque el fútbol femenino ha conseguido más visibilidad en nuestro país, aún no puede llegarse a comparar con el tirón que tiene el masculino. Y no solo en España, también cuando se traspasan nuestras fronteras. DAZN y The Female Quotient apuntan que un 16 por ciento de la población mundial está interesada en el 'futfem'. Esto supone un total de 314 millones de personas.
Como en todo, a mayor visibilidad, mayor repercusión y mejor acogida por parte de los aficionados. Ya pasó en España un fenómeno similar con la Fórmula 1 con la llegada a la parrilla del Gran Circo de Fernando Alonso. Y es esta la solución para sacar el mayor rendimiento a un mercado que todavía no ha explotado y que espera hacerlo muy pronto.
En Reino Unido ya se han publicado incluso las cifras aproximadas de lo que podría suponer para el deporte femenino una mayor cobertura. Si se aumentara la visibilidad, tan solo en este territorio europeo la inversión por parte de marcas y patrocinadores podría llegar a los 1000 millones de libras en 2030.
[Más información: Jordan Chiles, la amiga de Simone Biles que destapa otro escándalo en la gimnasia de EEUU]