La última vez que el Barça cayó eliminado en la fase de grupos de la Champions League Xavi Hernández tenía 20 años y era uno de los novatos del equipo azulgrana. El entrenador entonces era Lorenzo Serra Ferrer, que acabó siendo destituido antes de terminar la temporada. Ahora, el cuadro culé se asoma al mismo abismo que en el año 2000 y con el de Tarrasa convertido en mito y sentado en el banquillo.
Si el Barça acaba esta temporada fuera de los octavos de Champions, en la carrera de Xavi como entrenador quedará por siempre esa mancha aunque la responsabilidad no recaiga sobre él. Este martes ante el Benfica, el segundo encuentro en Can Barça que dirige el exfutbolista catalán, se vio que no se pueden hacer milagros con este equipo. Hablando de milagros, eso es lo que sería ganar a este Bayern en la última jornada.
Las opciones de pasar la fase de grupos pasan por llevarse los tres puntos en el Allianz Arena dentro de dos semanas o esperar un inverosímil pinchazo del Benfica en su casa contra el Dinamo de Kiev, equipo que el único punto que ha rascado fue en Ucrania contra el cuadro portugués. El equipo lisboeta perdonó en el Camp Nou, pero saldrá a morder en la última jornada a sabiendas de que su pase es muy factible. En caso de empate de puntos, pasa el Benfica.
Lo poco positivo
"Dejadme soñar", decía Xavi en la previa del partido contra el Benfica. Horas después se estampó con la realidad. Este Barça no está para competir en Champions y hay varios señalados que son prueba de ello. Lo único positivo de este equipo es el cambio de cara que dan jugadores como Ronald Araújo o un intermitente Dembélé cuando está inspirado. Ansu Fati sigue siendo la gran esperanza. Sin embargo, no parece suficiente.
Los problemas del Barça empiezan desde la base y esa es su defensa. Lenglet fue el peor del partido contra el Benfica, perdiendo balones de forma continuada y siendo rebasado una y otra vez por Everton. En otros tiempos, el mejor Piqué bastaba para cubrir eso, pero el central catalán, aunque estuvo bien, se siente lejos de la versión que necesita el equipo: "Moralmente, a Xavi le tengo que dar más", decía ayer tras el empate.
Si a Xavi por ser un recién llegado, no se le pueden cargar responsabilidades, tampoco se puede hacer con chavales como Gavi o Nico. Sí a Frenkie de Jong, el que se supone que es el futbolista con mayor valor de mercado de La Liga (90 millones) y que no llega a ser lo trascendente que se supone que ha de ser. Menos mal que tiene a Busquets cubriendo sus espaldas para cuando desaparece.
En el centro del campo del campo, además, hay un problema que se agrava en la parte de arriba: la falta de gol. Busquets, con un solo tanto, es el único centrocampista del Barça que ha visto puerta en lo que va de temporada. De Jong, Pedri, Gavi, Nico, Riqui Puig... Todos ellos siguen sin marcar.
Dos goles en cinco partidos
Cuando el Barça dijo adiós en la fase de grupos a la Champions en la temporada 2000/2001, el equipo acabó marcando 13 goles a favor. A falta de un partido, este curso solo lleva dos goles en la competición europea tras cinco partidos. Solo el Shakhtar, el Dinamo de Kiev y el Malmö -los tres últimos de sus grupos- llevan menos goles anotados que los azulgrana.
Todo radica en cómo ha cambiado la delantera del Barça de un año para otro. De Messi y Griezmann a Depay y Luuk de Jong. A eso hay que sumarle que a Ansu Fati, Dembélé y hasta Braithwaite están siendo castigados por las lesiones y Coutinho ni está ni se le espera. Los dos neerlandeses, apuestas de Koeman, son los grandes señalados de una falta de gol que deja al equipo con unos números muy pobres y al borde de jugar esta temporada la Europa League.
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