Menos de diez días después de ser sancionado con una retirada de puntos por parte del comité disciplinario de la Ligue-1 por la botella de agua arrojada a Dimitri Payet el 21 de noviembre, que provocó el final del partido ante el Olympique de Marsella en el cuarto minuto, el Olympique de Lyon se ha vuelto a encontrar con un escándalo por sus ultras. Charléty, estadio del Paris FC, se convirtió en un lugar bélico entre bengalas durante el partido entre el equipo de la Segunda División francesa y el histórico galo.
El encuentro de la Coupe de France ha sido suspendido definitivamente este viernes tras una invasión de campo de los hinchas visitantes. El partido detuvo definitivamente en el descanso de este viernes, tras incidentes violentos en las gradas cuando el árbitro se disponía a pitar el inicio de la segunda parte con 1-1 en el marcador. Los altercados provocados por los seguidores del Lyon provocaron que la gente se moviera hacia el campo para evitar esas bengalas y la intervención de la policía.
Durante los primeros 45 minutos, los aficionados más violentos del Olympique arrojaron bengalas contra los hinchas del París FC y hacia los encargados de seguridad. Sin embargo, pese a la tensión generada por esas acciones, se pudo disputar la primera parte. Durante el descanso, continuó el lanzamiento de bengalas de los ultras del Lyon hacia los aficionados del equipo local e incluso llegaron a explotar dos bombas lacrimógenas. Entonces, la policía intentó calmar los ánimos en la zona donde se desarrollaban los incidentes y no pudieron impedir la citada invasión de campo.
Ambos equipos estaban de regreso en el terreno de juego cuando el árbitro decidió por primera vez retrasar el inicio del segundo tiempo. Pero tras 50 minutos de espera y negociaciones en vestuarios, Pierre Ferracci, presidente del Paris, apareció frente al público para anunciar que el partido estaba definitivamente suspendido. La gama de sanciones es amplia. Entre ellos, el Lyon podría haber perdido el partido y quedar eliminado del torneo copero. El problema vuelve a estar en las gradas.
Una pandemia en Francia
Tras el episodio de noviembre, el gobierno francés ha iniciado una ronda de contactos para impulsar el primer paquete de medidas contra los ultras de la Ligue-1. Los aficionados de fútbol más radicales han perjudicado a la liga nacional en varios partidos y hasta se han producido agresiones a jugadores en pleno encuentro. Roxana Maracineanu, ministra de Deportes, ha apostado por aumentar los controles de seguridad en los accesos, así como por un cambio de reglamento que permita a los árbitros tomar decisiones más drásticas según lo sucedido y una revisión de la normativa de la competición.
La imagen de Francia en estos momentos ha quedado por los suelos y el campeonato galo debería tomar cartas en el asunto. El regreso de los aficionados a los terrenos de juego ha sido una bendición para todos menos para la Ligue-1, que está viviendo una temporada de verdadera vergüenza y de verdadero ridículo internacional.
Todo comenzó el pasado 8 de agosto en el Montpellier - Marsella, que se tuvo que detener en el descuento por lanzamiento de objetos. Más tarde, el Saint-Étienne - Angers, tuvo que retrasarse por el lanzamiento de bengalas. El Lens - Lille fue otro partido que tuvo que ser detenido, esta vez al descanso y durante 40 minutos, por una pelea de ultras en pleno terreno de juego, algo muy similar a lo que sucedió en el Niza - Marsella, aunque en este caso el objetivo no era una pelea de ultras sino un ataque a los propios jugadores.
[Más información: Francia avergüenza al fútbol europeo: Marsella, epicentro del movimiento ultra que invade la Ligue-1]
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