La actualidad futbolística ha puesto en el foco la violencia de ciertos aficionados en los estadios. Hace unos años su presencia y relevancia era mayor, pero gracias a los avances de clubes y competiciones los grupos radicales han pasado a un segundo plano. Los insultos que la grada vocifera son ínfimos respecto al fútbol de antaño. Y la violencia de esas facciones de los equipos también. Sin embargo, sigue habiendo una palabra que acaba sin consecuencias: "maricón". La homofobia en el deporte, tanto dentro como fuera de los vestuarios, continúa presente.
El fútbol es el ejemplo idóneo para reflejar esa realidad. Es el deporte mayoritario, el más mediático, el que más dinero mueve en Europa. El fútbol lo es todo para muchos. Y, al fin y al cabo, esta disciplina supone un elemento más de la sociedad. Con él se avanza, se innova y se gana exposición mundial. Con él también se analiza, se confirma y se denuncia aquello que debe quedar exluido del deporte. Entre otras cosas, esa violencia contra el colectivo LGTBI.
El miedo a la homofobia continúa entre los deportistas. La muestra más concreta es que no se conoce ningún jugador de las grandes ligas de fútbol que sea abiertamente homosexual o bisexual. Una realidad que, como cuentan voces del deporte y del fútbol en particular, se debe tanto a la atmósfera que hay en torno a cada disciplina como al miedo de ser rechazado por un vestuario.
"Tienen miedo de hablar de otra manera"
Patrice Evra, exjugador de Manchester United y Juventus
Patrice Evra, exjugador del Manchester United y de la Juventus de Turín, lo explicó recientemente en sus memorias. Según él, hay prácticamente dos jugadores homosexuales por vestuario. Una media a la ligera, pero que en más de un equipo podría confirmarse. "Jugué con homosexuales. Se abrieron conmigo porque tienen miedo de hablar de otra manera", ha llegado a reconocer en sus memorias.
El francés señaló a la religión como uno de los factores que impide que un jugador homosexual pueda moverse tranquilo en un vestuario. "Si hay un homosexual en este vestuario, que se vaya del club", escuchó Evra durante su carrera. Sin embargo, la presión de los patrocinadores o incluso de los aficionados también pasa factura.
Josh Cavallo es quien lo está viviendo en los últimos meses. Este jugador australiano de 22 años figura como el único jugador en activo abiertamente gay. El único. Su confesión el año pasado desató una oleada de apoyos en todo el mundo. Una campaña fundamental para su normalización que contó hasta con jugadores como Gerard Piqué. Sin embargo, en uno de sus últimos partidos recibió insultos homófobos desde la grada sin demasiadas noticias a nivel mundial.
"No voy a fingir que no vi o escuché el abuso homofóbico en el partido de anoche. No hay palabras para decir lo decepcionado que estaba. Como sociedad demuestra que todavía nos enfrentamos a estos problemas en 2022. Esto no debería ser aceptable y tenemos que hacer más para responsabilizar a estas personas", confesó en sus redes sociales al poco de producirse los hechos. Los dos clubes confirmaron que estaban investigando lo sucedido, pero esos apoyos que vio meses atrás desaparecieron.
"Como sociedad demuestra que todavía nos enfrentamos a estos problemas en 2022"
EL ESPAÑOL suma un testimonio más para mostrar la realidad oculta del deporte. La de la imposibilidad de que a nivel mundial no haya ningún jugador de deportes mayoritarios que se reconozca como miembro del colectivo LGTBI. Su nombre es Víctor Gutiérrez y, aunque ahora también ejerce como secretario LGTBI del PSOE, también es waterpolista. Fue ahí, en las aguas, donde logró que se impulsara la primera sanción por homofobia del deporte español.
La agresión en cuestión se produjo en pleno partido. "Maricón" fue la palabra concreta. Él se lo achacó al rival y hasta al árbitro. Pero no pasó nada. Solo su denuncia pública y la movilización en redes e instituciones logró cambiar lo que venía siendo una tradición: pasarlo por alto. Poco después, el jugador que le agredió verbalmente recibió una sanción histórica de cuatro partidos por su ataque al internacional español. El "maricón" más caro de la historia del deporte patrio.
Gutiérrez, en conversación con este periódico, reconoce que no fue el primer insulto que ha escuchado durante los partidos. Incluso antes de salir del armario se vio en situaciones comprometidas. "Prefiero tener un hijo con Síndrome de Down que maricón", le han llegado a decir. "Son cosas con las que tenemos que convivir las personas del colectivo LGTBI", explica a EL ESPAÑOL. Y eso que en su caso ha contado con el apoyo de sus compañeros.
Sin embargo, falta mucho por avanzar. "El mayor reflejo de la poca aceptación que hay de la homosexualidad dentro del deporte es el número de deportistas de alto nivel fuera del armario. Somos muy pocos los que nos hemos visibilizado. La mayoría somos de disciplinas pequeñas, donde la presión mediática es menor. Pero el mayor reflejo es el fútbol: deporte con más seguidores y presión mediática. No hay ni en España ni en las principales ligas. Es el mayor reflejo de que queda todo por hacer".
Y es que el dato de cero personas LGTBI en el fútbol cada vez sorprende más. Si hay homosexuales "en todos los ámbitos de la sociedad", el deporte no puede escapar. "Da mucho miedo enfrentarse al rechazo del vestuario, porque son tu familia deportiva y el posible escenario de que te rechacen por ese motivo y tengas que abandonar el equipo, da pánico". Si no es por eso, es porque un patrocinador de un club pequeño decida no arriesgarse.
Una atmósfera peligrosa
La complicación de salir del armario con este escenario es mayor. Y todo forma un combo que hace imposible la visibilización. "Yo entiendo perfectamente que un jugador de fútbol no quiera salir del armario si cada sábado se va a enfrentar hasta que se retire a 40.000 personas llamándole maricón. Eso pasa y sin ningún tipo de sanción".
Los recuerdos de cualquier aficionado ayudan a dar veracidad a este discurso. "Del Míchel maricón en los 80, al Guti maricón de los 2000 o al Piqué maricón de ahora han pasado 40 años, los mismos comportamientos y ningún tipo de respuesta ni sanción. Creo que no es responsabilidad de los deportistas hacerse visibles, sino del deporte construir un espacio seguro".
Que las estrellas del fútbol y del deporte en general dieran un paso al frente sería "un punto de inflexión" porque "el deporte es un espejo". Que las instituciones fomentaran ese entorno seguro también. Tal y como publicó este periódico, una de las novedades en la Ley del Deporte es la de perseguir la homofobia.
La homofobia se mantiene intrínseca en el espectador. En parte por la "discriminación cruzada". Es decir: en los deportes con más presencia masculina no sorprende que una mujer salga del armario. "En fútbol a nadie le sorprende que una futbolista salga del armario, tenemos en la cabeza que es un deporte de chico". Por el contrario, "si una chica sale del armario y hace natación sincronizada o ballet, un deporte entendido como de chicas, pues la gente se sorprende".
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