Nada ha conseguido parar a Christian Eriksen y el Brentford le va a dar su última oportunidad. El jugador danés de 29 años ha fichado por el equipo de la Premier League seis meses después del paro cardíaco que sufrió durante la Eurocopa con la selección de Dinamarca en el partido ante Finlandia. El centrocampista regresa a un torneo donde puede jugar con marcapasos, cosa que en Italia no podía, y que conoce de sobra, dadas sus seis años de experiencia con el Tottenham Hotspur.
Eriksen no tenía contrato desde que dejó el Inter de Milán debido a que no se le permitió competir en la Serie A después de que le colocaran un dispositivo desfibrilador cardioversor. El danés no ha jugado desde que sufrió un paro cardíaco en el campo durante el partido inaugural de la Eurocopa 2020. El futbolista ha estado entrenando tanto en su país de origen, con el Odense, como en Países Bajos, con el Ajax, con el objetivo de ponerse en forma para esta experiencia.
En una entrevista en su país explicó que su objetivo es poder jugar el Mundial 2022 de Catar. "Mi objetivo es jugar en la Copa del Mundo, esa ha sido mi mentalidad todo el tiempo. Si me elegirán es otra cosa, pero mi sueño es regresar. Así que hasta entonces solo voy a jugar y demostrar que estoy de vuelta al mismo nivel", explicó. Por eso ha firmado contrato hasta el final de la presente temporada, con la opción de ampliarlo si se encuentra en forma.
Sigue el ejemplo de su compañero Daley Blind. También tiene un dispositivo similar instalado y está jugando en el Ajax. "Los médicos han dicho que todo está bien, que todo está estable, por lo que tengo luz verde para poder volver a jugar al fútbol", sentenció en esa entrevista. Se reunirá con sus compañeros de equipo internacionales Christian Norgaard y Mathias Jensen, así como con el que fue su entrenador en la sub17 de Dinamarca, Thomas Frank.
Volver a nacer
El pasado 12 de junio, la vida de Eriksen cambió por completo. En el minuto 42:10 del partido que enfrentaba a Dinamarca contra Finlandia, el por entonces centrocampista del Inter pareció tropezar mientras el esférico le golpeaba en la rodilla y se desplomó de bruces, sin causa aparente, sin que nadie le golpeara. Él solo. En medio de la confusión, fue Thomas Delaney quien primero percibió la gravedad de la situación, solicitando con aspavientos que entraran en el campo las asistencias médicas.
La realización televisiva, por pura inercia, se centró en un primer plano de Eriksen, desvanecido sobre el césped. Su mirada perdida, mostrada a millones de espectadores en todo el mundo, estremecía. Un crudo y doloroso bofetón de realidad para volver a recordarnos que la vida está por encima de todo. El drama se instaló en el Parken de Copenhague, donde 25.000 daneses y fineses compartían con excelente sintonía una soleada tarde de fútbol. Ahora tratará de volver a sentirse futbolista.
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