Cuando el 25 de mayo de 2019 el Valencia se proclamó campeón de la Copa del Rey, pocos podían imaginar lo que iba a pasar después. Ni cuatro meses después, el club che despedía al entrenador que había llevado al equipo a ganar el trofeo en su año del Centenario: Marcelino García Toral (Villaviciosa, 1965). De aquel Valencia solo quedan siete jugadores y no se han cumplido ni tres años de aquello.
Este jueves, los caminos de Marcelino y el Valencia se vuelven a cruzar en la Copa. Ahora el entrenador asturiano lo es del Athletic, equipo del que cogió las riendas a comienzos de 2021. Solo uno podrá llegar a la final y, pase el que pase, se cerrará el círculo que se abrió en aquella final en Sevilla. Lo que parecía ser una historia de amor acabará con un duelo sangrante para el que pierda.
Aquel Valencia que diseñó Marcelino soñaba con todo. Ahora es José Bordalás el que ocupa el asiento en el banquillo che, otro con el que el ahora técnico del Athletic tuvo sus más y sus menos. Todavía se recuerda la tensión entre ambos en aquellos cuartos de final de 2019 cuando uno entrenaba al Getafe y el otro al Valencia. El tiempo ha llevado el agua a su cauce y ya no se respira ese ambiente cuando se encuentran ellos dos, pero el morbo estará servido.
Lo que Bordalás construye en su Valencia sigue siendo sobre la base que dejó Marcelino. No ha pasado tanto tiempo, aunque sí es cierto que Anil Murthy se empeñó en desmontar aquel equipo. De los 20 jugadores que fueron con Marcelino a la final, solo quedan siete. El último en salir, este mismo mes de enero, ha sido Daniel Wass, que puso rumbo al Atlético de Madrid.
El detonante de mi despido ha sido ganar la Copa
Marcelino se rompía por dentro y por fuera en su despedida del Valencia. La única explicación que encontró a su marcha era dolorosa: "El detonante de mi despido ha sido ganar la Copa", decía. Aquella Copa, el mayor de sus éxitos y el único título que entonces había levantado como entrenador, puso la primera piedra de su marcha de un vestuario que nunca olvidaría: "Estarán en mi corazón hasta el último día de mi vida", se despidió.
Las heridas curaron y el fútbol le dio otra oportunidad, esta vez al frente del Athletic. Cogía las riendas del equipo el 4 de enero de 2021 y trece días después logró ganar la Supercopa de España. Su segundo título en los banquillos llegaba a la primera de cambios en su nueva aventura y se quitaba así el mal sabor de boca con el que se fue de Valencia.
Doble palo con el Athletic
La cosa podía ir a más. A Marcelino le cayó de su predecesor, Gaizka Garitano, la responsabilidad de dirigir al Athletic en la primera final de la Copa del Rey que le enfrentaría a su vecino y rival histórico, la Real Sociedad. Esta se aplazó por la pandemia y no se pudo celebrar hasta 2021 pese a que le correspondía haberlo hecho en 2020. A su vez, con Marcelino, el equipo rojiblanco se metía en la final de la edición de la temporada 2020/2021.
Eso significaba que el Athletic iba a jugar dos finales de la Copa del Rey 37 años después de la última vez que ganó el trofeo. Mejor oportunidad que esa para romper la racha no iba a haber jamás. Pero el fútbol fue el doble de doloroso con los leones y tanto la Real (1-0) como el Barça (0-4) rompieron el sueño del Athletic y de Marcelino en un intervalo de 14 días entre una final y otra, 3 y 17 de abril.
Por eso para Marcelino esta puede ser la eliminatoria de su vida. De golpe y porrazo, y tras haber eliminado a Barça y Real Madrid de la Copa, se enfrenta a las dos peores pesadillas de su pasado: el Valencia y las puertas de otra final de Copa que se abren. El primer asalto será este jueves en San Mamés, un templo que ruge más fuerte que nunca cuando la Copa del Rey pasa por ahí. El segundo y último será en Mestalla, donde Marcelino cerrará el círculo. Para bien o para mal.
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