El fútbol mexicano atraviesa la mayor crisis de su historia reciente. Una pelea entre ultras en pleno Querétaro - Atlas obligó a paralizar el partido y la jornada. Las imágenes compartidas en redes sociales alertaron del riesgo de muertos. Medios locales elevaron esa cifra a 17 fallecidos. Pero pasados los días, las autoridades no han confirmado ninguna muerte, solo han detallado menos de 30 heridos y han practicado apenas 10 detenciones.
El presidente López Obrador se ha visto salpicado por el escándalo. Su defensa es que esas actitudes son consecuencia de los anteriores "gobiernos neoliberales" y que con su liderazgo la sociedad está cambiando. El gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, se está enfrentando a críticas por intentar esconder una tragedia. Sin embargo, pese a no pertenecer al mismo partido, sí está recibiendo el apoyo de AMLO y de su equipo de gobierno.
La liga mexicana, que suspendió la jornada a la vista de las imágenes, ha prohibido la presencia de aficionados visitantes en toda la temporada para evitar nuevas trifulcas. Además, revisarán sus protocolos e intentarán cambiar su organización para frenar la presencia de los radicales en los campos de fútbol. Pese a ello, las dudas sobre la seguridad del país y su deporte están afectando seriamente a la organización del Mundial 2026 a tres bandas con Canadá y Estados Unidos.
El caso, que apunta a alargarse en el tiempo, puede tener al crimen organizado detrás. Expertos en este tipo de organizaciones señalan que el modus operandi fue muy similar. También dudan de que, tras ver las imágenes que se han observado, no haya ningún fallecido. Y menos teniendo en cuenta que Barra 51, el grupo ultra del Atlas, confirmara alguna baja horas después de lo sucedido con Gallos Blancos, los ultras del Querétaro. El gobierno de Querétaro se defiende con que no "esconden" ningún muerto y la investigación sigue sus pasos a la espera de confirmar si fue un ataque organizado o esporádico.
Familias en el infierno
Un partido de fútbol más. Una victoria visitante en un duelo que rebasa los 60 minutos de juego. Y, de repente, el caos. Los ultras del Querétaro inician una contienda contra los del Atlas. Las barras, como se conoce allí a estos grupos radicales, se enzarzan en una batalla campal. Los locales son mayoría. Los visitantes, según se ha ido sabiendo, sufrieron una especie de emboscada. Algunos jugadores huyen a vestuarios. Otros intentan frenar las agresiones. Pero la lucha es imparable y se traslada al césped.
En la grada hay patadas y lanzamiento de objetos. También peleas a golpes y puñetazos. Todo vale. En el césped se ven familias atemorizadas, niños sin camiseta para evitar que les identifiquen como del equipo rival y padres protegiendo a sus pequeños. Nadie sabe que puede pasar. Nadie sabe si saldrá vivo. Por ello, hasta ligeros muros que separan el césped de la grada sirven de escudo a alguna que otra aficionada que no sabe cómo salir de ese infierno.
La tragedia del estadio da la vuelta al mundo. Las imágenes también. Y es ahí donde se comprueba la crudeza de lo sucedido. Los vídeos sacan a la luz escenas de pura guerra. Cuerpos bañados en sangre aparentemente inconscientes. Grupos de aficionados apalizando a uno solo e indefenso. Con patadas, con cinturones. Con navajas que nadie sabe cómo han entrado al campo. Hasta gritos que clarifican la actitud de los presentes: "¡Que mueran todos!". No es un altercado más, sino un ataque donde gana el que más asesine.
Eso sucede en la grada mientras la presencia policial es prácticamente nula. En el césped se puede ver a una familia con dos niños pequeños. Uno de ellos, el que llevaba la camiseta del equipo visitante, se la tiene que quitar para no convertirse en víctima. También se observa a otra mujer que, tras un muro, intenta esconderse. Por suerte, existe colaboración entre aficionados rivales y que entran en la normalidad. Algunos ceden sus camisetas para que los visitantes no tengan problemas y pasen desapercibidos. Otros simplemente intentan evitar que sean agredidos. Cualquier ayuda es buena para escapar de una agresión.
Sin muertos pese a la alarma
Pasan las horas y las reacciones políticas se suceden. Lo primero y más importante es saber si hay muertos. En los vídeos mostrados en redes parece que sí. A simple vista, se ven dos cuerpos sin movimiento alguno en la zona cercana al césped. En la grada se ve a otro hombre apaleado y en calzoncillos. En los pasillos del estadio también aparecen otros dos cuerpos, con sangre y uno de ellos hasta con espasmos. No tienen casi ropa y todos son grabados y hasta material para chistes de los radicales.
Por si fuera poco, en los aledaños del estadio de La Corregidora también se ven otros dos hombres, completamente desnudos e inconscientes, recibiendo latigazos con un cinturón. En total, a la vista de estas imágenes, pudo haber hasta siete aficionados heridos grave en el mejor de los casos. Los medios locales no tardan en cifrar en 17 los muertos. Y Barra 51, grupo ultra del Atlas, confirma que uno de sus miembros ha fallecido. Mientras tanto, muchas personas buscan a sus familiares en redes sociales.
Sin embargo, el gobernador Mauricio Kuri da una versión completamente diferente. Los primeros datos son de que no hay muertos y sí 22 heridos. Luego esa cifra aumenta a 26, pero también sin fallecidos. Son 24 hombres y 2 mujeres. Pasan las horas y el gobierno amplía las cifras: solo hay tres personas graves. Tres días después, los datos son inmejorables: de los 26 heridos ingresados, ya solo permanecen en el hospital cuatro personas. Y no, no hay fallecidos.
La versión oficial es difícil de creer. "Es increíble que no estén muertos, se ven inertes los cuerpos pero mi responsabilidad es decir la verdad, hay 26 personas que ingresaron al hospital, 19 fueron dados de alta, cuatro están en código amarillo, no corre peligro su vida", explica Mauricio Kuri en Noticieros Televisa.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, muestra en una comparecencia su total respaldo a Kuri. AMLO va más allá y culpa al neoliberalismo. "Estos -comportamientos- son resabios de los gobiernos neoliberales anteriores. No hay que dejar de moralizar a México y no dejar de insistir que solo siendo buenos es como podemos ser felices", explica ante la prensa.
Las dudas del crimen organizado
Pese a estas versiones, todo apunta a que el ataque no fue cosa de dos grupos radicales más. Si bien ayudó la escasa presencia de seguridad privada (solo se pedía como requisito no tener antecedentes y ser mayor de edad) y policial, la forma de actuar ha llamado la atención de los expertos en la materia.
Medios como Eme Equis, y periodistas especializados como Óscar Balderas, hablan de la presencia de varios altos jerarcas huachicoleros. ¿Qué son los huachicoleros? Básicamente son aquellos que se dedican a robar combustible para su posterior comercialización ilegal. Según esta información, había dos nombres conocidos por la inteligencia de Querétaro: El Gordo y El Beto.
Este segundo es de mayor jerarquía y pudo llegar al estadio acompañado de sus escuderos. Este hecho ya alerta de un posible fondo con el crimen organizado. Según los datos de Balderas, el Cártel Jalisco Nueva Generación tiene miembros en Barra 51. Y ese cártel tiene máxima rivalidad con el grupo de El Gordo y El Beto.
La presencia de estos rostros reconocidos -y temidos- no es el único dato que hace que la participación del crimen organizado esté tras el ataque. Su forma de actuar también. En primer lugar, porque pudieron contar con la ayuda de la seguridad. Lo único que se pedía era ser mayor de edad, tener identificación y carecer de antecedentes. La recompensa era de unos 300 pesos. Según algunas imágenes y testigos, la seguridad abrió puertas y apenas intervino cuando los Gallos Blancos atacaron a Barra 51 y todo hincha de Atlas que se cruzada.
Por si fuera poco, los radicales de Querétaro contaron con navajas, cadenas y armas de este estilo que pocas veces se dejan meter en un recinto deportivo. Y, para colmo, su forma de atacar también llama la atención. Rodearon en una emboscada a los hinchas de Atlas. Y, a quien cogían rezagado, le apalizaban. El hecho de que dejaran cuerpos desnudos e inconscientes coincide con la forma de actuar de las bandas del crimen organizado.
Los datos más recientes hablan de 26 agresores identificados. Tras ello, se realizaron 21 cateos. Y en esos, únicamente se consiguieron acometer 10 detenciones. Es decir, 11 de los implicados que debían pasar a disposición policial consiguieron escapar. El gobernador de Querétaro intenta cerrar la crisis y ha incidido en que tomará todas las medidas necesarias para acabar con estas actitudes. De las primeras ha sido sancionar a la empresa de seguridad.
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