En la zona de vestuarios de El Clásico, en plena celebración del FC Barcelona tras el contundente 0-4 endosado al Real Madrid, una imagen llamó la atención. Era Ousmane Dembélé (Vernon, Francia; 1997) festejando como el que más junto a sus compañeros. Los de oído más fino, incluso, identificaban un grito de "me quedo" del delantero francés fruto de la euforia.
La temporada de Dembélé está siendo una montaña rusa. De recibir todo el cariño del club a ser marginado y repudiado en solo unos meses. La relación, en el punto actual, está en una reconciliación a medias. Todo por su (no) renovación que ahora vuelve a debate en vista de la mejoría de la situación del ex del Borussia Dortmund.
Dembélé sigue sin renovar y su caso está paralizado. Hasta ahí, lo principal, nada ha cambiado. Le quedan 100 días justos de contrato con el Barcelona, esa es la realidad. Que cambie o no su caso de aquí a entonces dependerá de que una de las dos partes ceda, que mucho tendría que hacerlo para las separadas posturas que están establecidas desde el club y desde el entorno del jugador.
Desde diciembre todo está en stand by. Desde el día 20, para ser concretos. Era la fecha en la que expiraba la oferta de renovación del Barça y que Moussa Sissoko, agente de Dembélé, rechazó sin miramientos porque ni se acercaba a lo que pedía. Para que el delantero siguiera, sobre la mesa se tenían que poner 45 millones en concepto de prima (30 para el jugador y 15 para el representante) y 15 netos como salario.
La propuesta de Dembélé y su agente estaban fuera de mercado para el Barça y lo siguen estando. Aquellas palabras de Laporta de "Dembélé es mejor que Mbappé" han quedado en el olvido y en el club catalán ya no ven al francés en el rol de estrella mundial. Al menos no según su oferta.
Superado el trance de enero, en el que se produjo una guerra entre el club y el agente con Dembélé siendo apartado del equipo, las cosas han ido a mejor para el jugador desde entonces. Clave ha sido Xavi Hernández, que decidió volver a contar con él pese a lo que se deslizaba desde la cúpula era que no jugara para mandar un mensaje a navegantes. Xavi cree que la renovación es posible.
En el vestuario, Dembélé es otro. Aquí ha jugado un papel importante otra figura, Pierre-Emerick Aubameyang. El delantero gabonés es uno de sus mejores amigos desde que coincidieran en el Dortmund y la sintonía se mantiene intacta con la llegada del ex del Arsenal en la recta final del mercado de invierno. Aubameyang fue el primero en dar esperanzas sobre la continuidad de su amigo tras mantener una charla.
Rafa Yuste, vicepresidente deportivo, se pronunciaba al respecto este martes: "Ousmane Dembélé es un jugador excepcional. Si sigue estando cómodo en Barcelona, podemos volver a reunirnos con sus agentes y quizás podría renovar".
Lo que condiciona Dembélé
El resto es más bien una incógnita. A Dembélé se le vuelve a ver integrado, incluso con una afición que le castigó con pitos y abucheos en el Camp Nou, pero nada hace indicar que su agente no vaya a volver a las oficinas culés con las mismas exigencias si hay un acercamiento.
El Barça no se fía de que no vaya a ser así y eso imposibilita la renovación. El club azulgrana tiene claro su límite y este en ningún caso se acerca a lo que pedían en invierno. Aceptarlo significaría, de primeras, renunciar al fichaje de Adama Traoré, tasado en 30 millones por la cláusula acordada con los Wolves. El canterano cobraría menos también.
Y la incidencia de una renovación al alza de Dembélé se extendería a otras operaciones de las que quiere llevar a cabo el Barça, como los fichajes a coste cero de Kessie o Mazraoui. Con un límite salarial en -144, no encajan tantas piezas. Xavi y el Barça deberán poner la renovación del francés en una balanza si quieren intentarlo.
[Más información: La confirmación del Barça de Xavi: la venganza del 'madridista' Aubameyang y la pancarta de Laporta]
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