Lo de la final de París va camino de convertirse en una cuestión diplomática. El bochorno por los altercados en los aledaños del Stade de France, en Saint-Denis, ha generado un sinfín de críticas hacia la organización de la UEFA y las autoridades francesas. En el fondo reposa una figura clave en la elección de la ciudad como sede de la final de la Champions League: Nasser Al-Khelaïfi.
Cuando la UEFA decidió retirar a San Petersburgo la sede de la final de este año por la invasión rusa a Ucrania, el organismo se puso a buscar una ciudad sustituta. Se valoraron opciones como Ámsterdam o Roma, incluso sonó Madrid, pero se la llevó París. En ese proceso de elección fue fundamental el presidente del PSG, cercano a Aleksander Ceferin, su homónimo en el máximo organismo continental.
Los incidentes en la final, denunciados por los dos finalistas (Liverpool y Real Madrid), comprometen directamente a la UEFA. De igual manera lo hacen dos asuntos que implican a Al-Khelaïfi: el expediente disciplinario que se le abrió tras su bronca en el Santiago Bernabéu y el control financiero del PSG.
Al-Khelaïfi ha ido ganando peso en la toma de decisiones del fútbol europeo con los años. El salto definitivo llegó en abril de 2021 con su apoyo a la UEFA en la disputa por la creación de la Superliga Europea, abriendo una brecha insalvable del PSG con clubes fundadores de la nueva competición: Real Madrid, Barcelona y Juventus.
Con la salida de Agnelli, dueño de la Juve, de la presidencia de la ECA (Asociación de Clubes Europeos), Al-Khelaïfi saltó al puesto más alto y ganó más peso entre los dirigentes del continente. Días antes fue reelegido como represente en el Comité Ejecutivo de la UEFA por tres cursos más (hasta 2024).
El 'caso Mbappé'
En el último año, la influencia del presidente del PSG se ha hecho notar en las decisiones de la UEFA. Eso también ha degenerado en un beneficio para el club parisino, el cual no parece seguir las mismas normas de Fair Play Financiero. La prueba está en la millonaria renovación de Kylian Mbappé pese a contar con la mayor masa salarial de Europa y presentar 350 millones en pérdidas en dos años.
LaLiga va a presentar a la UEFA una denuncia, ya redactada, contra el gasto descontrolado del PSG. Otras ligas se van a adherir. Javier Tebas, presidente de la patronal, se ha pronunciado al respecto en multitud de ocasiones: "Es imposible si no hay engaño en los patrocinios o aportaciones de capital mayores a los que permite la UEFA. No es un problema de Francia, es un problema del ecosistema del fútbol europeo".
La única comunicación de la UEFA al respecto fueron unas soberbias palabras de Ceferin, cómplice de Al-Khelaïfi: "Ni el Real Madrid ni nadie le dirá a la UEFA qué hacer con el Fair Play Financiero", dijo días atrás sobre el 'caso Mbappé'.
La final que quería Nasser
Al-Khelaïfi se sigue saliendo suya. Ocurrió con la elección de París como sede de la final de Champions. Pesó la voz del presidente del PSG, que llegó a formar parte de las negociaciones con los principales responsables políticos (véase la alcaldesa de París, Anne Hidalgo). Le interesaba a Nasser, que se veía en cuartos de final de la Champions y soñaba con una final en la capital gala.
La elección de Saint-Denis despertaba dudas por el alto índice de criminalidad de la zona. Antes y después de la final se confirmaron los peores temores, dándose peligrosas situaciones de agresiones, acosos, atracos y robos con violencia. Multitud de aficionados que iban a París a disfrutar de la final, tanto de un equipo como del otro, acabaron siendo víctimas de actos violentos. Alguno, incluso, acabó en el hospital.
Las autoridades francesas se limitaron a señalar a los aficionados ingleses, pero el desastre ha empezado a tener consecuencias: Philippe Mahé, jefe de gabinete del Ministerio de Deportes francés ha renunciado a su cargo. Se espera que se depuren más responsabilidades, incluido en la UEFA por el error que supuso elegir el Stade de France como sede de la final de Champions. El organismo no ha asumido las culpas.
El incidente del Bernabéu
Al-Khelaïfi se mantiene impune, como ocurre con el expediente disciplinario que la UEFA le abrió a comienzos de marzo. Fue en la visita del PSG al Santiago Bernabéu. Aquel día se frustraron los planes del qatarí, que vio con impotencia como el Real Madrid remontaba a su equipo y se metía en cuartos. Nuevo fracaso en lo deportivo de su equipo.
Al acabar los 90 minutos, Al-Khelaïfi estalló y en los entresijos del Bernabéu armó el lío. El presidente del PSG bajó a los vestuarios e irrumpió con furia, acompañado de Leonardo, director deportivo del club, en la sala del delegado de campo del Real Madrid, Mejía Dávila. Nasser perdió los papeles y la Policía tuvo que intervenir para frenarle a él y al brasileño. Un empleado del club blanco grabó la escena y, descubierto, recibió amenazas por parte de los directivos del PSG.
Un día después, el 10 de marzo, la UEFA anunció la apertura de un expediente disciplinario a Al-Khelaïfi y Leonardo por el altercado. Casi tres meses después, 86 días más tarde, sigue sin haber noticias del resultado del informe y no ha habido sanción alguna para los jefes del PSG.
La sombra de Al-Khelaïfi en las decisiones de la UEFA ya ha tenido graves consecuencias: los incidentes en Saint-Denis. La impunidad del PSG revela a las ligas europeas, aunque sin efecto por ahora. Lo mismo para un presidente que se ha puesto al control, con la connivencia de Ceferin, del máximo organismo que rige el fútbol del Viejo Continente.
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