Hay muchos que siguen esperando, cuatro temporadas después, a Joao Félix. No a él en persona, pero sí su mejor versión con la camiseta del Atlético de Madrid. El club colchonero tiró la casa por la ventana hace tres años, en aquel verano de 2019, para hacerse con una de las grandes joyas del fútbol mundial, un futbolista por el que suspiraban y al que tenían en el radar los mejores equipos del mundo.
En una inversión sin precedentes, Enrique Cerezo puso sobre la mesa los 127,2 millones de euros que eran necesarios para sacar al jugador del Benfica. No era un farol. El Atlético quería ponerse a la altura de los mejores equipos para pelear por objetivos serios, y no pensaban únicamente en ganar La Liga, sino que este paso diferencial invitaba a mirar a Europa.
Siete años de duración de contrato y uno de los fichajes más caros de toda la historia del fútbol por un 'niño' de apenas 19 años que estaba triunfando en una liga menor como la de Portugal. La apuesta era arriesgada. Valiente, pero muy arriesgada, y en su cuarta temporada como futbolista rojiblanco hay quien empieza a catalogar aquella faraónica inversión como uno de los mayores fracasos del Atlético. El luso sigue sin convencer, sigue sin ser ese jugador diferencial, pero sobre todo se ha enquistado la tormentosa relación con su entrenador, el Cholo Simeone.
Una inversión multimillonaria
Durante años, el entrenador argentino se ha cuidado mucho de lanzar mensajes precisos en las ruedas de prensa acerca de la inferioridad económica del Atlético de Madrid con respecto al Real Madrid o al Fútbol Club Barcelona. Era uno de los fundamentales escudos sobre los que se escondía el Cholo para compararse a los dos grandes equipos de España, más aún si le pedían que el Atleti fuera un poco más allá y peleara por los títulos.
Por eso, sorprendió tanto cuando desde el Metropolitano soltaron una cifra de tres dígitos por un futbolista. Un pago que se iba a realizar a plazos, como tantos otros, pero una inversión desorbitada, se mirara por donde se mirara, que no cuadraba para nada con el discurso de pobre que venía predicando Simeone.
El Atlético de Madrid se ponía a la altura de Real Madrid o Barcelona con una transferencia de este tipo. Aquel mismo verano, los blancos desembolsaron 115 millones de euros por Eden Hazard para llevárselo del Chelsea, y un par de años antes el Barça se había gastado 135 millones en Coutinho o 125 en Dembélé. Es decir, cifras similares, alguna incluso inferior, a lo que costó la nueva estrella del Atlético de Madrid.
Con apenas 19 años llegó João Félix a la capital de España. Lo hizo dispuesto a triunfar, pero también sabiendo que era un jugador que todavía tenía que 'cocerse' a fuego lento por varios motivos. El principal de ellos su juventud, todavía en formación aunque cada vez son más los jugadores que explotan a una edad temprana. Pero también tenía que adaptarse a una liga mucho más competitiva que la de su procedencia, y especialmente al estilo de un entrenador tan particular e intenso como es del Cholo Simeone.
[Acuerdo por Griezmann: la millonaria renuncia del Barça para cerrar el trato con el Atlético]
La disputa
Quizás es ahí donde se produjo el primer choque grande de esta historia. La razón principal por la que un futbolista de un innegable talento todavía sigue sin dar su mejor versión de manera continuada como jugador del Atlético de Madrid. Él es un hombre liviano, de talento ofensivo, con magia para hacer daño a los rivales pero con una mentalidad defensiva mucho más frágil. Y eso es un lastre gigantesco para cualquiera que se ponga a las órdenes del Cholo.
En los equipos de Simeone no existe eso de descansar defendiendo para un delantero. No sucede como podía pasar con Messi en el Barça. El argentino podía permitirse el lujo de que nadie le reprendiera cuando caminaba sobre el césped y no acompañaba al resto de sus compañeros en el sacrificio sin balón, pero para Simeone ese tipo de fútbol es inconcebible. Juegan once, atacan once y defienden once. Nadie se salva de nada. Por mucho que, como João Félix, seas el jugador con más talento de la plantilla.
Que el luso es el futbolista más brillante del plantel de este y de los últimos años es algo que pocos se atreven a discutir. Él mismo lo ha demostrado, pero por desgracia para el Atlético de Madrid lo ha hecho en contadas ocasiones. A João se le acusa de ser un jugador irregular, de aparecer en contadas ocasiones y de no ser un futbolista constante capaz de brillar a lo largo de una temporada entera. Eso es lo que hacen los cracks de verdad, lo que se le pide a los jugadores que han costado más de 100 millones de euros como él.
¿Quién tiene la culpa?
Por todo esto, la pregunta eterna que se hace tanto el aficionado del Atlético de Madrid como el seguidor del buen fútbol en general, es por qué el luso no es capaz de despuntar de manera definitiva. Amaga, da recitales de vez en cuando y después vuelve a desaparecer. Y así se viene repitiendo durante las cuatro temporadas que lleva en el Metropolitano, esta última incluida.
Para unos es culpa de Simeone y sus exigencias. El hecho de que no le dé una mayor libertad y le siga exigiendo involucrarse a fondo en todas las tareas del juego se interpreta como una manera de cortar las alas y limitar las virtudes de un jugador de su categoría. También se le ha señalado como el culpable de no darle continuidad en momentos determinados, pero ese argumento se cae por su propio peso este mismo curso.
Simeone vio el estado de forma de João en la pretemporada y le dio el cartel de titular y hombre importante en el arranque de la campaña. El luso respondió, empezó como un tiro, pero volvió a hundirse. Ante eso, Simeone ha visto como otros le han pasado por la derecha y lo ha vuelto a mandar al banquillo, no por un empeño personal sino por cuestión de rendimiento.
Los hay, por otra parte, que señalan directamente al jugador. Algunos dudan de que realmente sea ese futbolista diferencial que se esperaba y por el que mereciera el esfuerzo de pagar 127 millones de euros. Ha tenido muchas oportunidades en su mano para convertirse en alguien importante, ha demostrado que puede rendir en el Atlético de Madrid de maravilla, pero no es constante. Su debilidad mental para aguantar las exigencias le han dejado por el camino.
Una discusión pública
Simeone y João Félix llevan ya muchos años juntos. Este va a ser el cuarto y la relación se ha ido tensando por todos los motivos ya comentados. Sin embargo, en las últimas semanas han sido varios los mensajes que uno y otro se han lanzado de manera pública y que invitan a pensar que las cosas, de puertas para dentro, no están muy limpias.
En una intervención informal para un canal de YouTube, al futbolista portugués le preguntaron por su entrenador preferido. El delantero hizo una pausa, se lo pensó y prefirió decir "paso" para evitar tener que decir ningún nombre. Chocó mucho que no dijera el nombre del Cholo y se levantó un gran revuelo por todo aquello. Más aún porque fue a la vez que surgían informaciones en torno al portugués y su malestar con la forma de dirigir de Simeone.
El ex del Benfica, que empezó siendo titular y ha ido desapareciendo poco a poco, no se escapó de la réplica reciente de su entrenador. El Cholo no da en rueda de prensa puntada sin hilo y tenía muy claro lo que iba a decir después del partido de La Liga ante el Girona.
Preguntado sobre Ángel Correa, titular en aquel encuentro y otras tantas veces suplente, utilizó la figura del argentino para atizar a João Félix: "Ángel aprovechó su oportunidad, esto es estar en un equipo, pertenecer a un equipo donde más allá de estar enojado o no, tienes que demostrar porqué reclamas jugar", comentó el Cholo, en un claro recado que no pasó ni mucho menos desapercibido.
El enfrentamiento es evidente porque ha traspasado las fronteras del vestuario para hacerse notorio de puertas para fuera. Por el momento, son ya tres los partidos como suplente de João Félix, que ha vuelto a perder su sitio en el equipo. 127 millones de euros invertidos y casi cuatro años más tarde, parece que el jugador portugués, Simeone y el Atlético de Madrid, están peor que en el punto de partida.