El próximo 20 de julio comienza el Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023. La Copa del Mundo de fútbol femenino ya se ha visto salpicado por la polémica por el patrocinio de Arabia Saudí. Y ya se especula con que la FIFA puede estar, derivado de esto, en un problema por las reivindicaciones LGTBI que se produzcan.
Algo que recuerda a lo que ya sucedió en el pasado Mundial de Qatar 2022. En el torneo más grande del fútbol masculino estas reivindicaciones se vieron silenciadas por la FIFA. Varias selecciones quisieron lucir los colores del colectivo en sus brazaletes de capitán, pero la amenaza de castigos frenó la iniciativa.
Ahora, con la cuenta atrás activada para el Mundial femenino, se teme que algo parecido vuelva a repetirse en Australia y Nueva Zelanda. Gianni Infantino ya dijo el pasado mes de marzo que el máximo organismo del fútbol tendría una solución al respecto antes del inicio del campeonato.
Mundial 2023
La Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda ha quedado marcada por la polémica del patrocinio de Arabia Saudí. Un cercano acuerdo entre la FIFA y el país de Oriente Medio no gustó nada a los anfitriones, pero que desde el organismo se justificó apuntando que la unión con Visit Saudi forma parte de una "estructura comercial".
La secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura, ya dijo entonces que "la misión es organizar la Copa Mundial Femenina más grande y mejor de la historia este año y los aficionados, aquellos que aportan color, pasión y atmósfera a los estadios, serán una parte integral del éxito del torneo".
Sin embargo, ante el lío que se montó, el acuerdo entre la FIFA y Arabia Saudí para patrocinar el Mundial femenino acabó haciendo aguas. Esto sabiendo que las futbolistas deberían saltar al campo promocionando un país que no reconoce las relaciones entre personas del mismo sexo y en el que la homosexualidad sigue siendo un delito penal.
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"Este es uno que nos tomó por sorpresa. Fue uno del que hablamos con nuestros jugadores, nuestros gobiernos, nuestros socios. Y también teníamos una buena idea de la sensación general en la comunidad australiana de que este acuerdo no estaba en línea con la forma en que vimos que se desarrollaba el torneo. Así que decidimos, junto con Nueva Zelanda, que daríamos un paso adelante en esta ocasión", dijo James Johnson, director ejecutivo de Football Australia.
También una futbolista de este país, Emily Gielnik, expuso que el Mundial de Qatar "fue un gran ejemplo de lo que está pasando en el mundo y de cuánto está mal todavía". Parece así que las jugadoras están dispuestas a reivindicarse y reivindicar las injusticias, como el trato que se da en ciertos países al colectivo LGTBI.
La propia Emily Gielnik ya lo avisó: "Creo que algunas cosas serán controvertidas, Depende de qué camino tomemos y qué camino tomen otros países". Toda una declaración de intenciones. Las futbolistas parecen estar más dispuestas a luchar y a no recular si desde la FIFA se toman medidas con el Mundial masculino.
Mientras que desde la FIFA, Infantino explicó que parece haber "un doble rasero" con países como Qatar o Arabia Saudí, lo cual dice que no entiende. Sin embargo, afirmó que quieren ver cómo pueden "involucrar a los patrocinadores saudíes y a los de Qatar en el fútbol femenino en general".
El precedente de Qatar
La mano de naciones como estas en el deporte cada vez es más alargada y el fútbol no es una excepción. La decisión de llevar la Copa del Mundo de 2022 hasta Qatar fue de lo más controvertida, causando un importante malestar, así como rechazo, de diferentes organizaciones, así como de muchos de los países que jugaron el citado tornero de selecciones.
De hecho, se llevó a cabo una iniciativa por parte de algunos de ellos para que sus capitanes luciesen un brazalete con los colores LGTBI. Inglaterra, Países Bajos, Gales, Bélgica, Dinamarca, Alemania y Suiza formaron parte de esta campaña conocida como 'OneLove'.
Estaba todo dispuesto para reivindicar el amor libre en Qatar. Entonces se comenzó a especular con posibles sanciones económicas y desde las distintas Federaciones se concluyó que asumirían estas penalizaciones. Pero después desde la FIFA, para evitarlo, se amenazó con castigos deportivos.
Estos castigos iban dirigidos a los capitanes. El capitán de una selección que comenzase a jugar un partido del Mundial de Qatar con un brazalete LGTBI se llevaría la tarjeta amarilla. Algo peligroso, sobre todo para los jugadores de campo, al poder ver una segunda cartulina y ser expulsados.
De ahí a que selecciones y jugadores optasen por no lucir los brazaletes ante la amenaza de la amarilla. Sin embargo, se considera que las futbolistas sí que podrían asumir cualquier castigo, aunque desde la FIFA, Infantino ya ha prometido encontrar una solución para que el lío no se repita nuevamente en el Mundial femenino de Australia y Nueva Zelanda.