Hace mucho tiempo que el deporte de alto nivel se convirtió en algo más que una simple competición. La repercusión que alcanzan los grandes eventos deportivos les convierten también en altavoces perfectos que en ocasiones han sido utilizados para reivindicar luchas sociales, abanderar causas o realizar protestas de índole incluso político, algo que sigue durando en nuestros días.
La historia ha contemplado diversos episodios de este tipo que permanecen en el imaginario colectivo. Algunos de ellos, sin embargo, pasaron prácticamente desapercibidos en aquel preciso instante por la coyuntura social del momento y tomaron más fuerza con el paso de los años.
Ahora, resulta más 'sencillo' impactar a la hora de reivindicar una causa gracias a la globalización y a las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Cada pequeño gesto puede hacerse viral y tomar una importancia fuera de lo común, y eso es precisamente lo que buscaban las jugadoras de la selección española femenina de fútbol.
Antes de comenzar su partido de la Nations League ante Suecia, protagonizaron un momento que será recordado durante mucho tiempo y que se une al capítulo de reivindicaciones históricas en el deporte. Su puño en alto mostrando el lema "Se acabó" fue su manera de exhibir su desasosiego con todos los acontecimientos vividos durante los últimos tiempos, especialmente desde el polémico beso de Luis Rubiales, expresidente de la RFEF, a Jenni Hermoso.
Se trata del último gran reclamo que ha vivido el deporte y uno de los mayores que ha presenciado el deporte femenino. Estas protestas están propiciando grandes cambios que solicitaban las futbolistas, pero no siempre este tipo de actos tuvieron un desenlace feliz.
Otros momentos históricos
En el capítulo de recuerdos del deporte que supusieron un shock y un cambio en la sociedad del momento, aparece sin lugar a dudas la imagen de Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Aquel deportista de raza negra puso patas arriba la teoría de la supremacía de la raza blanca de Adolf Hitler, ante los ojos del propio Führer, y lo hizo de manera repetida.
El norteamericano decidió probar suerte en los Juegos Olímpicos en busca de una vida mejor que se le negaba en su propio país por su condición de negro. Arrasó en aquel evento, el más grande que tiene el deporte cada cuatro años, y consiguió cuatro brillantes medallas de oro.
La imagen de un atleta negro en repetidas ocasiones en lo más alto del podio y en medio de la Alemania nazi tuvo un gran poder, aunque el símbolo fue mayor con el paso del tiempo. De vuelta a Estados Unidos, Owens se topó con la dura realidad de una sociedad todavía racista y de unas autoridades políticas que le dieron la espalda hasta poco antes de su muerte.
Los Juegos Olímpicos seguramente sean el mayor altavoz que el deporte pueda tener y unos años más tarde el movimiento Black Power lo supo aprovechar en su afán de eliminar las barreras del racismo. En México 1968 sucedieron muchas cosas en lo deportivo, pero lo que queda para la historia de aquel evento es la imagen de dos estadounidenses con el puño en alto en el podio.
Tommie Smith y John Carlos protagonizaron un momento de una gigantesca importancia social que por entonces tuvo repercusiones negativas para ellos, pero que ayudó en la lucha de aquel movimiento. El 16 de octubre de 1968, estos dos atletas afroamericanos fueron primero y tercero en la prueba de los 200 metros lisos. Durante la ceremonia de la entrega de medallas en el podio, se quedaron descalzos, agacharon la cabeza y levantaron el puño con un guante negro haciendo el saludo del Black Power mientras sonaba el himno.
Aquella fotografía se convirtió en inmortal en aquel preciso instante y, aunque en el momento fueron silbados por el público y expulsados por el Comité Olímpico Internacional, varios atletas estadounidenses repitieron el mismo gesto días después y consiguieron aumentar la presión social. Todavía hoy Smith y Carlos son recordados como grandes emblemas de la lucha por la igualdad entre negros y blancos.
En el Mundial de Qatar
Más recientemente, una de las imágenes más poderosas que ha dejado el deporte en los últimos tiempos tuvo lugar en el pasado Mundial de Qatar. Aquel evento estuvo rodeado de una gigantesca polémica, ya que la FIFA envió su mayor evento a un país donde no se respetan los Derechos Humanos y donde las garantías de algunos colectivos como el LGTBI brillan por su ausencia.
Esta designación levantó en las semanas previas una gran cantidad de protestas a la que quisieron unirse de hecho algunas de las selecciones participantes. Varias federaciones importantes como la inglesa o la alemana hicieron pública su intención de portar un brazalete arcoíris con la bandera LGTBI para reivindicar los derechos de esta comunidad, pero la FIFA lo prohibió bajo amenaza de severas multas.
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El brazalete, por lo tanto, no pudo ser exhibido finalmente en ningún partido pero la selección alemana dejó una imagen para la historia. En el partido de su debut ante Japón, el once inicial posó con la mano derecha tapándose su boca en señal de protesta ante las imposiciones y las prohibiciones que les habían impuesto.
"No se trata de un mensaje político, los Derechos Humanos no son negociables. Debería ser evidente, pero lamentablemente todavía no lo es. Prohibirnos el brazalete es como taparnos la boca, nuestra postura se mantiene", llegó a comentar al respecto la Federación Alemana de Fútbol.
La selección femenina
El último momento icónico que deja el deporte en cuanto a reivindicaciones sociales lo protagonizó la selección española femenina de fútbol. Los reclamos de las jugadoras para poder competir en unas condiciones profesionales y seguras vienen de lejos, pero todo se ha recrudecido desde el episodio del beso que le propinó Luis Rubiales a Jenni Hermoso, un hecho que atraviesa un proceso judicial.
Muchas de las jugadoras que hace poco más de un mes se proclamaron campeonas del mundo se declararon no seleccionables hasta que no hubiera cambios sustanciales en la Real Federación Española de Fútbol, y gracias a su insistencia los están consiguiendo poco a poco. Tras ser convocadas muchas de ellas casi a la fuerza y sin aviso previo, se desató otro cisma que ahora parece calmarse.
Las reuniones de las futbolistas con la RFEF y con el Consejo Superior de Deportes han servido para desbloquear la situación, pero las deportistas siguen molestas con todo lo vivido y siguen reclamando más cambios. Por eso, en el partido ante Suecia no dejaron pasar la oportunidad de protagonizar un momento muy simbólico que contó además con la colaboración del equipo rival.
En primer lugar, las jugadoras posaron con el puño en alto luciendo una muñequera con la frase "Se acabó", el lema que han utilizado en sus últimas reivindicaciones. Esa imagen ya ha dado la vuelta al mundo. Pero no se quedaron ahí, porque acto seguido se fusionaron con las futbolistas suecas para portar otra pancarta con el mismo lema al que se le unía el siguiente mensaje: "Nuestra lucha, es la lucha global".
Un momento histórico dentro del deporte y especialmente del femenino, que sigue peleando para conseguir la igualdad de condiciones con el masculino.